Las Poderosas son cinco mujeres que sufrieron la violencia más extrema y rehicieron su vida gracias al teatro. 'Naciendo' es el relato de su historia, la de su país y del descubrimiento del sexo.
Dicen que el teatro tiene muchos poderes terapéuticos, pero uno no alcanza a entender cuáles son hasta que no ve reírse a Adelma, Lesbia, Telma Ajin, Telma Sarceño y Magdalena. Ellas -y Rosa- son Las Poderosas.
El nombre no les puede ir mejor a estas mujeres de Guatemala que han sufrido la violencia de género más extrema, brutal y vergonzante. Lo cuentan tan descarnado como fue pero también con esperanza. La esperanza que les alimenta desde que fundaron lo que ellas mismas definen como grupo de teatro e investigación colectiva-orgasmo cantado. Ayer estrenaron en Nave 73 su segunda obra 'Naciendo'; hoy (11.00) se podrá ver en la AECID y el Teatro Buero Vallejo de Guadalajara, mañana en el Centro Cultural Galielo y hasta el 6 de noviembre en Sevilla y Granada.
Despojadas de sus máscaras de luchadoras mexicanas, que utilizan en las imágenes promocionales, conversar un rato con Las Poderosas es toda una lección de fortaleza y dignidad. "Mi brazo me llevó al CICAM [el centro donde recibían ayuda psicológica y legal donde fundaron el grupo tras participar en el documental 'Hoy puedo ser', de Marcos Canale]. Mi marido me quiso matar con una escopeta. Me apuntó al corazón, mi hijo jaló la escopeta y el balazo me traspasó el brazo. Gracias a eso estoy aquí hoy", recuerda Adelma el día de hace 12 años en el que perdió su brazo. Con una camisa blanca y una bonita falda estampada de flores rosas, hoy ríe estruendosamente moviendo su melena negra azabache, pero sobre todo sonríe con los ojos.
La urgencia es el motor de creación de Las Poderosas y el teatro ha sido el canal que les ha permitido sanar y expresarse. En 'Naciendo' relatan el infierno de abusos, violaciones, intentos de asesinato o extorsiones que han sufrido al tiempo que recrean la historia de represión que ha vivido su país. Parece una obra oscura pero emite mucha luz. Ellas se han encontrado en el teatro y suben al escenario para gritar que se puede salir, que la vida merece la pena e incluso para exorcizar su pasado a base de orgasmos. Porque, sí, el sexo que varias de ellas conocieron ya en la cuarentena fue una parte esencial de su curación.
"Me decía que no servía para nada ya estando buena con mis dos brazos. Cuando pasó sólo me decía 'cuta maldita' y que me fuera de la casa porque no servía para nada. Yo me lo creí. No lo denuncié porque me quería morir sin mi brazo y sentía que no servía para nada. Hasta que empezó a amenazar a mi hija y, por defenderla, al fin le denuncié. Llegué toda atemorizada al CICAM. La psicóloga se quedó asustada de todo lo que había vivido y yo le preguntaba'¿estoy loca, licenciada?' (risas), pero me dijo que no, que el loco era él. Ese día me llevaron a denunciar porque me seguía amenazando", cuenta con una entereza que emociona a quien la escucha.
Su marido fue condenado a 25 años de cárcel "inconmutables", dice sonriendo, por parricidio en grado de tentativa, gracias a la Ley de Feminicidio que entró en vigor en Guatemala en 2008. En su país la violencia de género está considerada una epidemia con una de las tasas más altas del mundo: dos mujeres son asesinadas cada día a manos de sus parejas, la tasa de feminicidios supera los nueve por cada 100.000 habitantes y, según datos del Programa de Protección Infantil, en 2013 asesinaron a 755 mujeres y más de 35.000 menores se quedaron embarazadas por violencia sexual.
Esa fuerza de Adelma, en parte, sale de Las Poderosas. "El teatro me ayudó a sanarme y expresarme. Antes, cuando estaba contando mi historia, a veces me volvía todo a la mente y se me caían las lágrimas, pero ya no. Ahora me siento rebien. Cuando él estaba no era yo. Era una mujer triste, no reía por tanto maltrato y humillación. El teatro me hizo empezar a sentirme viva y contenta. Soy diferente", asegura.
Telma Ajin confirma esa vitalidad de Adelma. "Lo más impactante es que ni te la imaginas ordeñando a una vaca, haciendo queso, cosiendo, planchando. Hace unas tortillas de maíz... Es digna de admirar", explica. "El teatro ha hecho maravillas con nosotras. Ha sido una motivación que nos ha hecho ver que se puede salir adelante". Ella se separó de su marido tras 13 años de convivencia y después de que dejara embarazada a una adolescente que trabajaba en su casa. La separación hizo mella en uno de sus cuatro hijos y en ella. "No quería que se fuera, era codependiente y tenía miedo a la soledad. Me mataba la soledad", relata. Tanto que un 23 de diciembre intentó suicidarse.
El teatro ha hecho maravillas con nosotras. Ha sido una motivación que nos ha hecho ver que se puede salir adelante"En Las Poderosas ha sido donde he trabajado esto. Sentí que salía de un vaso de agua, me transformé: me corté el pelo, cambié de ropa y me di la oportunidad de vivir y volver a nacer, y a mis hijos de ir sanado junto a mí. El teatro para mi ha sido sanador", dice vestida de rojo pasión. Pero su historia no acaba aquí. Como cuenta en la obra de teatro, además de sufrir (aún) la extorsión de las maras en su país, a su madre la regalaron cuando ésta tenía siete años. Era maya queqhíe y no conoció la historia de su familia hasta que su madre ya era mayor. "Yo no sabía quién era. Mi mamá no sabía su nombre hasta los 40 años. De hecho, yo no llevo su apellido, pero ahora he recuperado quien soy".
La historia de Lesbia es otra de las que deja helado. Su padrastro abusó de ella cuando tenía seis años y el episodio quedó sepultado en el silencio hasta que empezaron a trabajar en esta obra de teatro. "Fue algo que marcó mi vida y de lo que nunca pude hablar. Siempre pensé que mi mamá no me quería porque en vez de sacarle a él de la casa, que era el abusador, me sacó a mi con mi abuela y mis tías. Cuando empezamos a hacer la investigación para esta obra, hablé con mi mamá y ella me explicó qué pasó. Me contó que para ella era imposible alejarse de él, también la maltrataba y abusaba de ella, por eso me mandó fuera para protegerme".
Aquel hombre no sólo abusó de ella y de su madre, continúa, sino que además se jactaba ante su progenitora de haber violado a 103 menores y quiso quemar su casa con su hija natural dentro. "La obra como proceso sanador y transformador es lo que me ha ido curando. Ahora lo cuento no para ridiculizarme, sino para trasladarle la vergüenza a quien realmente la merece. Siempre se justifica de alguna forma que la víctima es culpable, pero aquí trasladamos la culpa a quien le corresponde y se le señala".
Los primeros orgasmos
Con 'Naciendo' Lesbia quiso conocer y asumir su pasado, pero también descubrió el sexo a los cuarenta. "Después de haber sanado, aún estamos en ello, logro por primera vez en una relación experimentar un orgasmo. Y aquí describo qué es porque, como yo, hay muchas mujeres que no lo han vivido nunca. Las utilizaron como un objeto sexual. No se entendía el sexo como una forma de dejarnos satisfechas".
Hablar de sexo aún les da cierta vergüenza a varias de Las Poderosas. En la obra explican cómo para crear el montaje tuvieron que investigar su órgano sexual, mirarlo, fotografiarlo, dibujarlo, ver vídeos de sexo, masturbarse y hablar sin tapujos de orgasmos y relaciones sexuales. "Nos parecía vergonzoso hablar de sexo", confiesa Adelma, que también tuvo el primer orgasmo tras cuatro décadas de vida. "No sabía ni qué era el clítoris. Hemos aprendido a hablar de los orgasmos, porque es muy triste vivir tanto tiempo sin sentir esto", zanja a carcajadas.
No sabía ni qué era el clítoris. Ahora con la obra empezamos a descubrir nuestra sexualidad pero aún me da cierta vergüenzaSobre el escenario, se coloca unos auriculares y va reproduciendo algunas de las conversaciones que hicieron en aquellos talleres sobre sexo. Eso sí, sin decir a quién corresponde cada frase.
"Ahora sólo pienso en mí, me gusta quedar muy cansada y me gusta más de uno, después de quedarme sin ropa, muy pegados y que me abrace por mi espalda".
"Lo que es cierto es que si la mujer se masturba de vez en cuando ya hay tanto depender de los hombres.
¿Pero hay orgasmos cuando te tocás?
Y a veces hasta mejor".
"Cuando empecé a lavarme mi vagina, por primera vez me atreví a meter mis dedos y sentí algo parecido a un frijolito. Y cuando me lo froté sentí muchas ganas de hacer pipí y entonces paré"
El genocidio y la memoria histórica
Telma Sarceño conoció un día a Oliverio Castañeda, uno de los líderes estudiantes de Guatemala y símbolo de la guerra civil que durante 36 años dejó en su país más de 250.000 muertos y desaparecidos. Castañeda fue asesinado tras dar un discurso -en el que pronunció la célebre frase "ellos pueden matar a nuestros dirigentes, pero mientras haya pueblo, habrá revolución"-, en el que señaló al ministro de Gobernación, Donaldo Álvarez Ruiz, como responsable de la oleada de terror que azotaba el país.
"Movía masas. Yo creo que estaba enamorada de él. Me encantaba ir a escucharle y cómo quería a su patria", rememora. Telma cuenta en la obra lahistoria de las revoluciones estudiantiles que vivió en primera persona a través de Castañeda o de luchadores anónimos como una conocida que apareció con estacas en las uñas y asesinada. Cursaba Psicología, aunque dejó los estudios para dedicarse a su matrimonio y a su casa. Tras vivir acomodadamente, se quedó sola con sus tres hijos. Sufrió maltrato psicológico y el teatro, de nuevo, fue su tabla de salvación. "Me siento viva en el teatro y siento que puedo cambiar algo y me oportunidades. ¡Mira dónde estoy¡ ¡De gira!", dice Telma con unos brillantes ojos verdes.
Hay muchos adelantos en Guatemala pero a la larga son pocos. Lo lindo es que podemos decir que caminamos hacia algo buenoTambién se centra en el aspecto histórico Magdalena (sustituta en esta gira de Rosa), quien presta su voz a doña Magdalena, una abuela a cuyo marido mataron y que fue violada sistemáticamente por los soldados del Ejército de Sepur Zarco en 1982. Su caso lo conocieron gracias a un juicio contra estos militares que tuvo lugar en 2013 y que recrean en 'Naciendo'.
"Hoy estamos en esas de reconocer lo que pasó, pero legal y políticamente todavía no hemos avanzado. Lo más importante es que se haga justicia. A los ricos no les conviene hablar de lo que pasó porque hoy siguen manteniendo un estado de terror. Hay muchos adelantos en Guatemala pero a la larga son pocos. Lo lindo es que podemos decir que caminamos hacia algo bueno", dice Telma. Y, sin dudas, ellas son el ejemplo perfecto.
http://www.elconfidencial.com/cultura/2015-10-28/las-poderosas-guatemala-naciendo-teatro-violencia-de-genero_1072292/
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