Ya hace sesenta y un años que el pueblo se levantó contra Ydígoras Fuentes, sentando un precedente más de lucha en defensa de los derechos del pueblo, pues nadie puede negar que, a pesar de la paciencia y tolerancia que han caracterizado al pueblo, llega el momento de poner punto final a quien le oprime y ha tomado las calles y levantado las banderas exigiendo los derechos que le conculcan. Así su sucedió en 1920 contra Estrada Cabrera, el dictador de los veintidós años, y contra el ubiquismo representado por Ponce Vaídes contra quien los maestros, especialmente las mujeres, iniciaron la lucha e hicieron posible los diez años de primavera.
Lo que tenemos hoy en día, no es una dictadura en todo el sentido de la palabra, dirían los académicos de las ciencias políticas, pero no cabe duda que va en ese camino y, a todas luces, se ve que conculca, poco a poco, los principales derechos humanos. Es evidente que Giammattei es un peón de la oligarquía, del ejército y de gente comprometida con los carteles de la droga y otro crimen organizado, a quienes les interesa se restrinjan derechos ciudadanos para tener carta blanca de continuar aumentando sus ganancias; son ellos los que dictan las leyes e imponen funcionarios a su servicio.
Hoy en día hay periodistas amenazados y encarcelados, hay jueces y fiscales en el exilio y se han querido imponer leyes que restringen derechos;, por ello, tiempo es ya de hacer algo, de demostrar la fuerza del pueblo en las calles, de unificar esfuerzos por la salida de todos los corruptos del poder y por evitar otros cuatro años más de un gobierno servil o genocida que continúe la persecución, la cárcel o el asesinato de opositores. Los hechos están a la vista, Giammattei, no es el que gobierna, pero síi el que cumple al pie de la letra las órdenes de la mafia organizada.
Ha pasado marzo, estamos finalizando abril, pero se avecina el 1o de mayo, ese día de lucha de las y los trabajadores. Hay que volver unitariamente a las luchas de aquellos tiempos, antes de que sea demasiado tarde y nos cueste la vida de personajes que son parte de la dignidad del pueblo. No son tiempos de volver a las armas, pero sí de volver a la lucha en las calles para evitar las imposiciones y garantizar la paz, la justicia y un auténtico estado de derecho. La democracia se conquista y se mantiene con la lucha del pueblo,
Recuerdo con nostalgia, el heroísmo de las mujeres casi niñas de Belén y el Inca o de los jóvenes estudiantes, que hicieron posible las Jornadas Patrióticas de Marzo y Abril de 1962. Tiempo es ya de devolver la dignidad al pueblo
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