13 de Noviembre de 1960 (M-13)La reunión con Yon Sosa
La noche del 19 de julio de 1966, una patrulla de la Guerrilla Edgar Ibarra esperaba, junto a la ruta al Atlántico (carretera que une ciudad Guatemala con los puertos de Santo Tomás y Barrios), el arribo de un pequeño camión de transporte cargado de tomates. Debían abordarlo y dirigirse, desde la zona guerrillera de las FAR a la zona guerrillera del MR13N (Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre). Ubicada esta última en Izabal, estaba dirigida por el ex teniente del Ejército guatemalteco, ahora comandante guerrillero, Marco Antonio Yon Sosa.
El chofer redujo la velocidad del vehículo e hizo señales con el cambio de luces; observó que le respondían con una linterna de mano y entonces, apagó totalmente los faros, adentrándose en un camino lateral. Antes que pudiera darse cuenta el chofer, llamado October, ya estaba rodeado por hombres armados que le ordenaban dar la vuelta para salir de nuevo a la carretera pavimentada. César abordó y le dijo al piloto:
"Vas a manejar desde Río Hondo, Zacapa, hasta Quiriguá, en Izabal. Si acaso hubiera combate, te integras a la guerrilla por un tiempo y luego valoramos si no te quemaste para que regreses a tu pueblo. Del vehículo no te preocupes, el dueño va a declarar que se lo robamos. Viajan con nosotros Rocael, Emilio, el Giro y Benito. Va también un guía que vino de parte de Yon Sosa y que le apodan Guadalajara. Todos llevan armas livianas y granadas, mochilas sin peso y ganas de echar bala". Un pick-up abriría la marcha. Haría señales de luces direccionales si la caravana era detenida por algún retén militar. La pequeña comitiva pasó sin problemas frente a un cuartel y a un retén del Ejército, que no los detuvo porque ni sospechaban que la guerrilla se movilizaba en vehículos. Nuevamente la audacia, la conducta inesperada, contra toda lógica, era la mayor seguridad de los combatientes.
El amanecer del día siguiente los sorprendió caminando y adentrados en una espesura de vegetación húmeda, calurosa, lujuriosa, con temperatura de placenta materna. Luego de una extenuante marcha, llegaron a un claro de la jungla en donde el guía golpeó cuatro veces un árbol seco. Se escuchó de respuesta un sonido similar, pero solamente tres veces. Avanzaron unos doscientos metros más y, de pronto, se encontraron en el campamento donde el comandante guerrillero Marco Antonio (el Chino) Yon Sosa abrazó efusivamente a César Montes, en ese entonces comandante en jefe de las FAR.
La reunión revestía importancia histórica. El Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre fue la columna vertebral sobre la que se fundaron las Fuerzas Armadas Rebeldes. Su primer comandante fue el Chino Yon Sosa y el segundo, Turcios Lima. A raíz de las vacilaciones e ineficacia del trabajo de retaguardia que el PGT organizó para apoyar el esfuerzo de los frentes guerrilleros, un grupo de argentinos y mexicanos, pertenecientes al movimiento Troskista de la Cuarta Internacional Posadista, copó el trabajo de propaganda y retaguardia con bastante eficiencia. Inicialmente no dieron a conocer su militancia. Fortalecieron sus posiciones junto a Yon Sosa, despúes, dividieron el movimiento restableciendo el MR13N y atacaron furiosamente al PGT. Luego de una serie de descabellados planteamientos (entre ellos, la acusación de que Fidel Castro había asesinado al Che Guevara, en Cuba, cuando en esa época el Che se encontraba clandestinamente en África), cometieron desfalco de miles de dólares.
El dinero no fue utilizado para lucro personal, sino para financiar actividades de la Internacional Troskista en otros países. Usaban de Yon Sosa su nombre, su prestigio, su firma y su dinero, sin consultarlo. El comandante Yon dijo:
"Creíamos que eran revolucionarios ideales, pero realmente vemos que están atrás, muy atrás de nosotros. Eso que no dominemos la teoría, ¡son babosadas! Aquí lo que hacemos en la práctica, en el terreno, eso es lo determinante. Aquí lo estamos demostrando no con lo que decimos, sino con lo que hacemos".
Un tribunal popular integrado por combatientes y campesinos expulsó a los de ese grupo, acusándolos de "estafadores, divisionistas y aventureros", entre otras cosas. Se salvaron de ser fusilados, por la generosidad de Yon Sosa.
Al enterarse César de la difícil situación económica en la que se encontraba el MR13N y de la expulsión de los "posadistas", envió comunicación a Yon Sosa, acompañado de una significativa suma de dinero como forma concreta de solidaridad. En respuesta, vino la convocatoria a la reunión de los dos jefes en la zona de Izabal. Allí se encontraba casualmente el periodista mexicano Armando Rodríguez, quien tomó fotos de esa reunión.
Los acuerdos decididos fueron muy pragmáticos y sencillos. No hubo declaraciones públicas pomposas. En la Sierra de las Minas, la guerrilla de las FAR entrenaría combatientes del MR13N; continuaría proporcionando apoyo económico al MR13N con los recursos del Frente Guerrillero Edgar Ibarra; y se prepararían acciones económicas conjuntas para garantizar el autosostenimiento de la gente de Yon Sosa. Éste, refiriéndose a las posibilidades de unidad, dijo:
"No me importa quién de los dos manda, lo que sí me preocupa es que vuelvan a tratar de sacar ventaja de mi buena fe. Nunca más me pienso dejar engañar por la fraseología revolucionaria, ni por los que –basados en su nivel cultural y/o teórico– quieren aprovecharse de nosotros.
Te advierto, Chirís que, a pesar de tu formación política y estudios universitarios, te puede pasar a vos también lo mismo: quedar rodeado y rehén de quienes te usen, para que después te quieran echar al canasto de la basura, como limón exprimido"
(Proféticas palabras de Yon Sosa. A César ni le pasó por la cabeza que le podría ocurrir con tanta exactitud).
El comandante prosiguió: "Por el momento es oportuno esperar a que reconstituya mi organización y luego firmemos la unidad. Estoy de acuerdo con que viajemos juntos a La Habana, a la conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS). De todos modos, la delegación guatemalteca invitada es tu organización. Si te aprueban que yo vaya, viajaremos juntos".
Antes de separarse, visitaron varios poblados, se reunieron con los comités clandestinos y compararon concepciones. Luego hicieron recuerdos de cuando se conocieron: "Llegaste cuando estaba reunido con Joaquín Noval y, sin presentarte ni nada, te pusiste a gritarle que te había engañado ofreciéndote entregar el dinero para una compra de armas y te falló. Me caíste bien y pregunté: '¿Quién es este muchachito?' Cuando me dijeron que trabajabas junto a Herbert, supe de quién se trataba y por eso yo mismo te entregué el dinero para la compra de las Thompson. Por cierto, me informaron después que vos las probaste contra la Embajada Americana".
Riéndose a carcajadas de lo que el Chino decía, César le respondió: "Cierto que estaba bravo y también que luego de comprar las ametralladoras, esa misma noche, las pasé probando contra una estación de policía, no contra la embajada. Pero así se hacen los mitos. Yo supe de una patrulla del ejército que lo encontró con usted –parado en medio de una carretera con una granada en la mano– y que salieron corriendo al ver su temeridad".
Entonces, el que reía era Yon Sosa. En seguida, aclaró: "Ninguna temeridad, eso me pasó por baboso. Ordené una emboscada porque supe que venía una escuadra de soldaditos; cuando estaba supervisando las posiciones de los emboscados, me sorprendieron en medio de la carretera y lo único que alcancé a hacer fue sacar una granada. Ni supe por qué corrieron. También dicen que para esconderme del enemigo me convierto en racimo de plátanos o no sé qué otras charadas; a mí, esos cuentos sólo risa me dan".
Así transcurrió la tarde de la despedida. En la noche, salieron nuevamente a la carretera al Atlántico y abordaron otro camión tomatero rumbo a Zacapa, en las últimas horas de la madrugada.
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