Miguel Ángel Albizures Opinión: elperiodico.com
Para la manifestación del día de hoy, diversas organizaciones y personas, se han puesto de acuerdo para expresarse con una interrogante, a la que el mismo pueblo le da respuesta, pues de sobra se sabe quiénes se han apropiado del país, y qué le han hecho, antes de la Revolución del 44 y después de la contrarrevolución del 54. Pero la respuesta está ahí mismo, en la manta que se levantará en el curso de la marcha, y es “¡Construyamos el poder!”.
Y ese es el esfuerzo que empiezan a hacer diversas organizaciones, porque un poder solo es posible doblegarlo o meterlo en cintura, con otro poder, el de un pueblo harto de soportar los desmanes, las injusticias, la explotación, la corrupción, la evasión de impuestos y de la actitud de finqueros, tratando a la gran mayoría de habitantes como si fueran sus mozos y utilizando a los políticos de turno para que pongan a su servicio al Estado.
Ya sabemos que muchos quisieran que la Revolución de Octubre quedara en el olvido, que los obreros, los campesinos, los estudiantes y profesionales, conscientes de lo que fue e implicó para el país, dejen de salir a las calles y de hablar de lo que representó para el pueblo esos diez años de primavera. Uno de ellos es Mario Mérida que en un artículo de esta semana, hace la interrogante ¿Qué revolución? soltando su veneno contra Árbenz y afirmando que se trató de un “típico cuartelazo”, y no de un pueblo que salió a las calles contra el continuismo de una oprobiosa dictadura, que convirtió a Guatemala en un cementerio, donde nadie podía decir ni hacer nada, donde los periodistas conscientes fueron silenciados y donde los dirigentes obreros estaban en la cárcel o bajo tierra.
La revolución fue un cambio, una transformación que encabezó la Junta Cívico Militar, y que le dio continuidad Juan José Arévalo con una serie de reformas sociales, y trató de profundizarla Árbenz con el apoyo de la Central General de Trabajadores de Guatemala (CGTG) y de la poderosa Confederación Nacional Campesina. De plano les sigue doliendo la promulgación de la Constitución del 45, del Código de Trabajo, en el 47, y de la Reforma Agraria en 1952. Por eso, hoy se trata de construir otro poder para construir otra Guatemala, la Guatemala democrática que truncó la contrarrevolución, para devolver al pueblo sus derechos y su dignidad pisoteada, y eso solo puede hacerlo el mismo pueblo, pues tal como vemos en el horizonte político, el entreguismo continuará.
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