Opinión: elPeriódico, 27 de octubre de 2011
Homenaje a Carlos y Edna
Fueron asesinados el 6 de junio de 1980.
Miguel Ángel Albizures
Mañana, en el patio de la Paz del Palacio Nacional, se realizará un acto de dignificación de la memoria de los ilustres profesionales Carlos Figueroa Castro y Edna Ibarra Escobedo, asesinados el 6 de junio de 1980, cuando la vida de los guatemaltecos y las guatemaltecas la decidían las fuerzas de seguridad del Estado bajo el gobierno de Romeo Lucas García, y cuando Donaldo Álvarez Ruiz, Pedro García Arredondo, Germán Chupina Barahona, Manuel de Jesús Valiente Téllez y otros, andaban sembrando la muerte en las calles, y desangrando a la Universidad de San Carlos y a otros movimientos sociales.
Es el homenaje a dos personajes relevantes en la historia de Guatemala, que nacieron para servir a su pueblo, que sufrieron el exilio y encontraron la muerte en esa lucha por la democracia. Es un acto en el Palacio, es cierto, porque el Palacio sigue siendo el centro político, el corazón de la ciudad y de la República. Que lo hace Colom, también es cierto, pero él no debe muertes, no es genocida, y él es el que pide perdón por lo que no hizo, porque lo hizo el Estado cuando era gobernado por cavernícolas.
Aunque los dinos digan lo que digan, aunque saquen sapos y culebras por la boca o escriban con el hígado, el homenaje se realizará el día de mañana viernes a las 10:30 de la mañana, y ahí estaremos acompañando a la familia Figueroa Ibarra y recordando a quienes ofrendaron su vida por construir una Guatemala distinta a la que tenemos.
Este homenaje se realiza en un momento histórico para el futuro del país, pues el sistema de justicia comienza a funcionar, empezando a dar pasitos con la detención de algunos de los responsables de los crímenes de lesa humanidad. A los hechos que hoy le imputan a Pedro García Arredondo, Humberto Mejía Víctores, a Mario López Fuentes o Bol de la Cruz, deben agregarse los de otros profesionales asesinados o desaparecidos en esa época, como por ejemplo, el asesinato del dirigente sindical Rodolfo Ramírez y su esposa Andrea Rodríguez, el 15 abril de ese mismo año, hechos que permanecen en la impunidad.
Comparto lo que señala Carlos Figueroa Ibarra, respecto al acto que se realizará: “Estoy consciente de que el Estado solamente podrá pedir perdón con autenticidad cuando ningún activista social o político sea asesinado por fuerzas de distinto orden. Y esto todavía no ha sucedido. Pero es un avance en la lucha por la memoria de la infamia y del heroísmo, el que se reconozca que en aquellos años de la dictadura militar, el Estado actuó como un gigantesco criminal”
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