Opinión: elperiodico.com.gt
Un rector de quepi
Uno hubiese esperado que anunciara medidas creativas que la encamine a su reencuentro...
Helmer Velásquez
Grave afrenta contra los principios humanistas constituyó el alevoso atentado ejecutado por gamberros, parapetados bajo el halo huelguero, en contra de la integridad de opositores políticos o “comerciales” en las tradicionales y –cada vez más– violentas disputas por la dirección de honorables y subhonorables comités de Huelga de Dolores. Las disputas no son nuevas, lo que ha ido en ascenso perverso son las formas y los intereses detrás de ellas. No parece ahora estar al centro de la confrontación la orientación ideológica que se pretende hacer llegar al estudiantado y sociedad por medio de boletines, carrozas y el sempiterno No Nos Tientes. Destaca el interés por el control del aparato de la huelga, con fines de lucro fácil y borrachera barata. Y no es que estos elementos no estuviesen presentes en la década de los setenta cuando conocí la huelga “por dentro”. Sin embargo, no eran ni por asomo los intereses dominantes.
Ahora bien, si la Universidad es el reflejo de la sociedad, la violencia en su seno está garantizada y no debiese asombrarnos. El “espectáculo de los honorables” de Ciencias Económicas es más que elocuente. Sin embargo, no deja de causar molestia, vergüenza ajena y hasta perplejidad, por el cinismo con que se manifiesta. La resolución que con ocasión de tan vergonzosos hechos emitió el “honorable” Consejo Superior Universitario: demandar el ingreso de las autoridades policiacas al recinto universitario en caso de repetirse actos vandálicos como los comentados. Aderezada la resolución con las consideraciones del ufano Rector, quien declaró, con aires de alta sapiencia, que: “La ciudad universitaria no goza de extraterritorialidad”, sesudo, innovador y creativo argumento utilizado, en su momento, por Oscar Mejía Víctores cuando ordenó la invasión del recinto universitario por fuerzas militares. No es que demandemos inmunidad para los agresores.
Estos serán juzgados en la medida que sus responsabilidades sean individualizadas. Sin embargo, uno hubiese esperado que frente a la coyuntura, la Universidad anunciara una serie de medidas creativas de singular trascendencia histórica, que la encamine a su rencuentro con la historia y a la recuperación de su autoridad moral.
El epicentro del pensamiento nacional está obligado a dar cátedra en cada una de sus actuaciones. Para la ocasión se ha exhibido pobre de ideas. Frente a la crisis llamar a la Policía es un acto risible viniendo de la representación intelectual del país. Sin embargo, es quizá lo más creativo y profundo que un rectorado con escaso mérito académico, y señalado de apañar procesos reeleccionarios poco transparentes, puede brindar al país.
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