Adela, de 27 años, salió de su casa al trabajo un día y nunca regresó. Su ex novio la golpeó hasta dejarla irreconocible y la abandonó a la orilla de la carretera. Su historia es natural en Guatemala, donde 6 mil mujeres han sido asesinadas en la última década; solamente el 2% de los asesinos fueron sentenciados. Rebeca, de 34 años, la hermana de Adela está determinada a ver que el asesino de Adela sea señalado como responsable. Ella hace tortillas para la venta desde su casa para poder mantener a los tres hijos de su hermana, además, de los cinco propios.
Los retos que Rebeca encuentra en su búsqueda de justicia son ejemplos de los miles de casos como éste en Guatemala, pero su voluntad de, prácticamente, tomar el papel de investigadora mientras está de luto es excepcional. Ella se topa con muchos contratiempos durante su lucha de tres años: un reporte policial perdido, un juez acusado de matar a su esposa y testigos con miedo a testificar. Completamente transformada por su lucha, Rebeca emerge como una líder feminista en su comunidad rural con un mensaje para los demás: la justicia es posible.
Los retos que Rebeca encuentra en su búsqueda de justicia son ejemplos de los miles de casos como éste en Guatemala, pero su voluntad de, prácticamente, tomar el papel de investigadora mientras está de luto es excepcional. Ella se topa con muchos contratiempos durante su lucha de tres años: un reporte policial perdido, un juez acusado de matar a su esposa y testigos con miedo a testificar. Completamente transformada por su lucha, Rebeca emerge como una líder feminista en su comunidad rural con un mensaje para los demás: la justicia es posible.
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