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EN PIE DE Lucha: La contrarevolución.
Organización y Represión en la Universidad de San Carlos de Guatemala, 1944 a1996
1. A los universitarios caídos
En la ciudad de Guatemala es común encontrar una tras otra placa que rinde homenaje a unos de los cientos de universitarios que cayeron en pie de lucha. Estos monumentos son un testimonio del terror estatal que vivió la Universidad de San Carlos durante los últimos 45 años.
En el centro de la ciudad, en la 6a. avenida, una placa de bronce marca el lugar donde fueron acribillados en 1956 cinco estudiantes que se oponían a la contrarrevolución. Cerca de allí, en la 4a. avenida, otra placa recuerda el lugar donde fuera asesinado en 1971 el diputado y catedrático de la Facultad de Derecho, Adolfo Mijangos López. Luego, frente a la plaza mayor, un monumento honra al dirigente estudiantil Oliverio Castañeda de León, muerto a tiros por agentes del gobierno el 20 de octubre de 1978. Y en la Avenida Elena, otra placa conmemora a Julio Rigoberto Cu Quim, asesinado en 1992 en la víspera del tradicional desfile de la Huelga de Dolores.
Asimismo, en la Ciudad Universitaria, al sur de la capital, el ambiente de lucha y de duelo se marca aún más. Plazas, murales, placas y desenfadadas pintas hacen honor a los muchos mártires universitarios, como un recuerdo indeleble de otros tiempos en la historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
De tal cuenta, levantar un monumento a cada universitario asesinado no dejaría calle o barrio capitalino sin el recuerdo de los años de terror estatal y de lucha universitaria. Este informe pretende ser un homenaje a los universitarios, tanto los que murieron por un ideal revolucionario como quienes perecieron simplemente por estar vinculados de una u otra forma a la Universidad de San Carlos.
En 1956 los estudiantes dieron la primera gran respuesta pública a la contrarrevolución, con un recordatorio de la Revolución de Octubre. El 24 de junio la AEU organizó una marcha al Cementerio General, para colocar flores en la tumba de la mártir magisterial María Chinchilla. Las jornadas tuvieron lugar en un ambiente de intimidación: el día anterior varios dirigentes estudiantiles fueron capturados, incluidos los directores del semanario El Estudiante. Cuando los manifestantes llegaron al cementerio, policías y soldados les estaban esperando. Ante esto el estudiantado decidió replegarse.
Esta acción motivó nuevas protestas. La AEU convocó a una asamblea general en la Facultad de Medicina, en la que mediante un acta exigían el levantamiento del "Estado de Alarma", decretado por el gobierno, el retorno a la constitucionalidad y el cese de la violencia contra los estudiantes, obreros y ciudadanos en general. A las ocho de la noche se dirigieron a la Plaza Mayor para leer públicamente el documento.
Con sus dirigentes al frente y entonando el Himno Nacional, los universitarios caminaron sobre la 6a. avenida. En la 11 calle, varios pelotones de las fuerzas de seguridad estaban esperando la manifestación. Esta vez los estudiantes no se detuvieron: siguieron adelante armados "sólo con la memoria de la gesta de octubre de 1944" (Informador Estudiante, julio 1958).
En retrospección, después de tantos años de represión estatal, el resultado fue nada sorprendente. Los agentes del gobierno abrieron fuego, hiriendo a 30 personas y asesinando a cinco estudiantes, entre ellos los recién electos dirigentes estudiantiles que encabezaron la marcha: Salvador Orozco, de Derecho; Alvaro Castillo Urrutia, de Ciencias Económicas; Julio Juárez, de Medicina; Julio Acevedo, estudiante de Ciencias Económicas y Ricardo Carrillo Luna, un estudiante de nivel medio. Otros 200 estudiantes fueron detenidos y 30 fueron obligados a salir al exilio (Azmitia Jiménez 1976: 265).
Este fue el primer enfrentamiento entre las fuerzas militares y los defensores de la Revolución de Octubre. En los siguientes años, la Universidad de San Carlos se constituyó en el sitio donde más se conservaron los ideales de la Revolución de 1944. De tal cuenta, cuando el gobierno y los grupos dominantes se negaron a resolver conflictos sociales por medio de consensos o negociación, los grupos populares y sus aliados en la Universidad tomaron medidas de hecho para hacer oír sus voces. Mientras tanto, los gobiernos recurrieron con másfrecuencia al uso de terror para callar las protestas. Como resultado, para una parte de la oposición, la vía armada fue el único camino para lograr la participación política. Así, 1954 marca para Guatemala el inicio del deterioro del sistema político, convirtiéndose en un país violento y agudamente polarizado.
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