Opinión: elperiodico.com.gt
El mal explicado genocidio
En Ruanda, Alemania, Serbia tiene un mismo nombre.
Martín Rodríguez Pellecer
No había caído en cuenta lo lógicas que pueden sonar para muchos guatemaltecos las palabras de Antonio Arenales Forno o del presidente Pérez Molina cuando denuncian que aquí no hubo genocidio. Y es que lo hemos explicado mal o no nos hemos tomado el tiempo de explicar las evidencias.
El argumento del Ejército, colaboradores, financistas, simpatizantes, este gobierno y muchos ciudadanos es que se masacró a indígenas porque eran parte de las guerrillas, como se mató a mestizos o blancos. Pero hay detalles que lo complejizan y lo contradicen.
Los nazis no decían que eliminarían judíos solo por ser judíos sino porque los acusaron de ser unos millonarios egoístas que no sirvieron en la Primera Guerra Mundial en el Ejército alemán. O los serbios acusaban a todos los bosnios o kosovares de ser guerrilleros. O los rusos acusaron de subversivos a los niños chechenos que acribillaron en la escuela ocupada de Beslan. Es decir, los que cometen genocidio nunca reconocen que lo cometen por causas étnicas, sino porque sus víctimas lo merecían.
Del otro lado, hay dos simplificaciones de los de izquierda (exguerrilleros, colaboradores, simpatizantes, víctimas o científicos sociales) sobre lo que sucedió en Guatemala en la segunda mitad del siglo XX. El primero es que toda la guerra se hizo para cometer genocidio. El segundo es que se presenta a los indígenas como actores no-soberanos de sí mismos.
Las políticas contrainsurgentes eran para acabar con las guerrillas y mantener un statu quo. La primera fue en tiempos de Arana (setentas) y fue más o menos como las del resto de América Latina, contra guerrilleros mestizos o blancos. La segunda fue contra guerrilleros o demócratas que reclamaban por injusticias –no diferenciaban–, que eran blancos, mestizos y también indígenas. Pero para los indígenas era una estrategia diferenciada: se merecieron la condena de las masacres de hombres, mujeres, abuelos, niños, niñas y niños no nacidos; es decir, de todos los indígenas que no aceptaran servir al Ejército o a sus patrones.
Aunque no hayan matado a todos los indígenas (masacraron a 200 mil y expulsaron a 1 millón de los 4 millones que había); aunque se justificaba como una estrategia para derrotar a la guerrilla –de hecho, llegaron a considerar a todos los indígenas como guerrilleros, como argumentó Pérez Molina al embajador de EE.UU. en 2007 (WikiLeaks)–; aunque solo fuera para que el resto de indígenas aprendiera la lección de lo que sucedería si reclamaban derechos; eso que hicieron, de exterminar poblaciones enteras, aquí y en la China tiene un nombre: genocidio.
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