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Alto a los gases y a las pedradas
La ministra no fue secuestrada.
Miguel Ángel Albizures
La batalla campal que se inició ayer en el Parque de la Industria entre estudiantes, policías y autoridades y que se extendió a otras zonas de la Capital, debe ser motivo de una profunda reflexión de los bandos, pues una propuesta aparentemente buena, pero no bien explicada y consensuada, empieza a tener graves consecuencias para autoridades y estudiantes que corren el riesgo, los primeros, de desgastarse políticamente, y los segundos, de perder el año lectivo.
La presencia de antimotines antes de que se inicie la resistencia con piedras y otros objetos, solo lleva a la extensión del conflicto a nivel nacional y no a una solución de mediano y largo plazo que satisfaga a las partes. No hay que tener miedo ni vergüenza de dar marcha atrás en una decisión educativa, si ello permite calmar los ánimos y volver a la mesa de negociaciones, no de imposiciones de uno u otro bando. No pueden ni deben los estudiantes continuar respondiendo con piedras y palos, se necesita implementar otro tipo de resistencia que evidencie la creatividad de la juventud.
El reportaje de Eder Juárez en el Diario La Hora de ayer, es claro que no había sido secuestrada la Ministra de Educación, pues según señala “Adentro la Ministra se encontraba sentada en la mesa de diálogo que iba a tener con los representantes estudiantiles, en esos minutos ingresaron a las instalaciones agentes antimotines, los cuales a empujones y a la fuerza sacaron a la funcionaria, quien al salir del lugar sufrió un desmayo por la crisis nerviosa que presentaba”. Y le faltó agregar y por los gases lacrimógenos de la Policía.
Quienes han estado mediando en este conflicto, no pueden continuar después de la grave acusación del Ministro de Gobernación de ser ellos los que mal aconsejan a los estudiantes, por lo que es importante que intervengan otros mediadores con amplio reconocimiento de las partes, pero antes de ello el Gobierno debe dar paso atrás en su propuesta y en la utilización de la fuerza pública que solo provoca respuestas violentas del estudiantado. Actuar con drasticidad como lo piden muchos, no es la solución al problema, hay que entrarle a una transformación profunda de todo el sistema educativo para que de las aulas egresen profesionales hombres y mujeres altamente preparados, con conciencia social, con valores y principios éticos y no mediocres que solo buscan hacer pisto.
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