TERROR EN CIUDAD GÓTICA
Por Gordillo
El mundo busca explicaciones a un acto terrorista ocurrido en una sala de cine de EUA.
El ataque dejó más sangre regada en las butacas de la que se esperaba en la película.
Ni Batman pudo prever a un guasón de carne y hueso fabricado por el sistema gringo.
La acción terrorista de James Holmes, que dejó muertos y heridos en Colorado, fue un ataque directo contra espectadores de la última película de Batman. Pero también fue un ataque simbólico contra el sistema capitalista salvaje, el principal fabricante de violencia real o de juguete en el mundo.
A fin de entender los motivos que tuvo el estudiante de medicina para actuar en contra de su comunidad, es necesario releer Los Siete Pecados Capitales en Estados Unidos, de Fernando Díaz Plaja, que desnuda el espíritu estadounidense frente al espejo de las principales debilidades humanas.
Lógicamente, el terrorismo de Holmes fue contra la soberbia de ese país que se considera el ganador de todas las guerras, a excepción de Vietnam, donde recibió su merecido por intentar la imposición de su democracia. Atitlán ha sido receptor de veteranos de guerra que no pueden disfrutar de la belleza natural a causa de las pesadillas.
Para EUA, sus guerras son justas, morales y santas, como la invasión a Guatemala en 1954, génesis de la quiebra del país de la eterna primavera. Ganada la guerra fría, monopolizó el cargo de policía del mundo y entra a donde se le da la gana sin pedir permiso. Excepto en Cuba y unos cuantos países más.
Para encubrir estas excepciones, EUA lo ha ganado todo con súper héroes, pasando por el agente 007, Rambo y muchos más. Este año fue el turno de Batman, con cuya película se esperaba la marca histórica mundial de ventas de imágenes violentas.
EUA llegó a tener la mayor economía del mundo. A pesar de que las cosas han cambiado, sus ciudadanos se lo siguen creyendo. Ya no es el rico entre los ricos, pero al imperio le queda el recurso del que se ha valido para súper vivir: la guerra
El gringo tiene tan metido en la cabeza que su pueblo es el mundo, a tal extremo que goza de una serie mundial de béisbol en la que no participan otros países. La soberbia es tal, que hasta los desposeídos de allá se sienten orgullosos de ser los pobres del lugar más rico de la tierra.
A base de drogas, logró adormecer a los jóvenes, mientras sus soldados quemaban a hombres, mujeres y niños con napalm en Vietnam. El mismo napalm que se usó en Guatemala para quemar a campesinos, estudiantes y diplomáticos en la embajada de España.
Pero, eso sí, muy moral el sistema gringo, crea variadas iglesias evangélicas para dividir a América Latina en nombre de Dios, mientras sus dirigentes integran sectas misteriosas como Huesos y Calaveras, cuya misión es el dominio económico mundial. Aquí se incluyen presidentes que juran por el cargo sobre la misma Biblia.
En EUA nadie puede entrar en una casa si no es con permiso judicial y nadie puede ser detenido si no hay pruebas. Sin embargo, su política exterior está marcada por invasión de países como Panamá e Irak. Secuestra, mata, roba, encarcela y tortura donde quiera.
Paradójicamente, quizás cansado de las patrañas de la dirigencia de su país, Holmes hizo lo mismo que el sistema que lo domina. Simplemente pagó un boleto de cine, mató, hirió y aterrorizó como lo hace su país, ya sea con juegos de violencia o con violencia de fuego.
El terrorista Holmes protagonizó un espectáculo dentro de otro espectáculo, sobre lo cual quizás no espere una condena sino un Óscar por su actuación en la sociedad espectacular. Una sociedad creada por el sistema capitalista para enajenar y dominar, mientras millones se mueren de hambre o por las guerras. La mayoría de ellas made in USA.
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