El lunes 8 de octubre recién pasado, tuve la posibilidad, junto a otras personas de visitar el lugar donde la Fundación de Antropología Forense de Guatemala –FAFG- está llevando a cabo exhumaciones en terrenos ubicados dentro de las instalaciones de la Zona Militar de Cobán, Alta Verapaz.
Pude observar una fosa común de la cual ya han sido exhumadas 12 osamentas y en una capa inferior se encuentran 12 osamentas más.
De las cosas más impresionantes que pude ver, en varias de estas osamentas se conservan lazos con los que fueron atadas las manos de estas personas hacia atrás. También se puede apreciar las mordazas para la boca y las vendas para los ojos de las víctimas. Asimismo, en algunos casos, pedazos de lazo al lado del cuello.
Este patrón de actuación (manos amarradas hacia atrás, mordazas y vendas) se ha observado durante las exhumaciones llevadas a cabo en otras instalaciones militares.
A esa fecha, según informó personal de la FAFG, habían sido exhumadas un total de 430 osamentas, de las cuales 79 corresponden a personas menores de edad y 46 a mujeres.
En una reunión posterior con familiares de víctimas se nos informó que han llevado a cabo entrevistas con 306 grupos familiares de víctimas, que se cuenta con 440 nombres individualizados de víctimas y que la gran mayoría corresponde a personas que vivían en tres comunidades cercanas a la ZonaMilitar de Cobán.
Se hizo referencia a un caso en particular. Una mujer que fue lanzada a la fosa desnuda y con el calzón puesto en su cabeza. Por la posición en que fueron encontrados sus restos, boca abajo y con los brazos abiertos y las manos hacia el frente, lo cual es un movimiento reflejo de defensa, se presume que esta persona fue tirada a la fosa aún con vida.
También pude ver una exposición de fotos que está colocada en la PastoralSocial de Cabán, verdaderamente impresionante.
Esto es lo que vi y escuché.
Después de la visita al punto donde se están llevando a cabo las exhumaciones actualmente, de la reunión con familiares de víctimas y de haber observado la exposición de fotos, lo que he sentido es un profundo dolor que quiero compartir con todas y todos ustedes.
Para mi lo más difícil es entender cómo es posible que seres humanos sean capaces de los niveles de crueldad, deshumanización e irracionalidad que se observa en este proceso de exhumaciones.
79 menores, 46 mujeres, personas lanzadas vivas a la fosa de la muerte.
Cómo agentes de seguridad del Estado, desde los más altos niveles hasta los inferiores tuvieron en sus manos el destino de seres humanos y les causaron la muerte en las condiciones más terribles que uno se pueda imaginar.
Y las evidencias absolutamente contundentes están a la vista.
Cómo la política de terror del Estado ejecutada particularmente de 1975 a1985 conduce a sus agentes a una vorágine de sangre, tortura y muerte que no tuvo límites. Cómo no fue capaz de detenerse ante niños, mujeres, ancianos. Por igual fueron destrozados vivos. También los recién nacidos fueron considerados enemigos internos y había que eliminarlos.
Qué proceso de descomposición más profundo ocurrió al interior de los perpetradores que igual tenían hijos, padres, abuelos, que celebraban navidad e iban al cementerio a dejarle flores a sus muertos.
Qué daño más irreparable le ha hecho a este país la política de terror del Estado, cuando más de 45 mil familias desconocen el paradero de uno o más de sus seres queridos.
Seguirá habiendo personas en Guatemala que niegan el genocidio. Para mí los niños exhumados de la base militar de Cobán constituyen una prueba irrefutable de ese terrible fenómeno.
Algunos de los perpetradores que hoy enfrentan procesos judiciales por violaciones a los derechos humanos exigen juicios justos y tienen razón. Pero no puedo dejarme de preguntar qué derecho a juicios justos tuvieron sus víctimas secuestradas, torturadas, violadas sexualmente, asesinadas con la mayor de las crueldades.
A propósito del tema, quiero expresar mi respeto y admiración a la lucha tenaz y valiente de las familias de víctimas. Han sido alrededor de 30 años de frustración, de desesperanza, de soportar burlas y rechazos de las instancias del Estado de la impunidad.
La lectura que hago después de la visita es que el trabajo de la FAFG es cada vez más preciso, más profesional, más inobjetable.
Hoy hay luces, hay esperanza, la verdad emerge con fuerza, la justicia avanza aún con lentitud, pero no se detiene.
Entre otros muchos esfuerzos, en primer lugar el valor de los familiares de víctimas y sus agrupamientos, el trabajo de la FAFG, del AHPN y del MP que procesan las pruebas, acercan la verdad, contribuyen a recuperar la memoria histórica y procuran justicia.
Finalmente quiero expresar que no puede ser que hechos de esta naturaleza vuelvan a ocurrir en Guatemala ni en ningún otro país del mundo.
No puede la irracionalidad volver a destrozar vidas humanas inocentes.
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