Dawn Paley
ALAI AMLATINA, 27/11/2012.- Desde febrero, antropólogos forenses han hallado alrededor de 400 restos humanos en una base militar en Cobán, Guatemala, en lo que rápidamente se ha convertido en el descubrimiento de una de las mayores fosas comunes clandestinas del país. Durante el conflicto armado que azotó al país durante 36 años y que fue escenario de actos genocidas, la base de Cobán sirvió como centro de inteligencia para la coordinación de operaciones militares.
Pero lo que resulta extraordinario del caso es que la base militar sigue activa aún en el día de hoy: Efectivos militares y policiales extranjeros acuden con regularidad a la base para entrenar a tropas de Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras y República Dominicana. [1] En 2006, la zona militar de Cobán fue rebautizada con el nombre de CREOMPAZ, siglas para el Comando Regional de Entrenamiento de Operaciones de Mantenimiento de Paz.
La escalofriante historia de la base militar de Cobán en Guatemala y la impunidad frente al exterminio de hombres, mujeres y niños despliega un inquietante telón de fondo para las “operaciones de paz” en la actualidad.
Por toda la capital guatemalteca podemos encontrar vallas publicitarias o carteles en las paradas de autobús que anuncian las excavaciones actuales. En el extremo derecho del anuncio vemos a una mujer con una mascarilla observando un instrumento médico. La misma fotografía en Los Ángeles podría servir para anunciar un programa de pérdida de peso. En Houston, para publicitar una clínica privada. Pero aquí no. En lugar de eso, el texto en el margen superior reza: “¿Tienes un familiar desaparecido entre 1940 y 1996?” Y continúa: “con ADN los estamos identificando. Una muestra de saliva es suficiente”.
La Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG) lanzó la campaña para, de este modo, tratar de identificar los restos de los desaparecidos al comparar su ADN con el de los familiares vivos. Los antropólogos de la FAFG trabajan por toda Guatemala excavando, desempolvando, examinando y finalmente exhumando restos humanos.
La zona de CREOMPAZ es una de las mayores excavaciones en activo.
“Nosotros llevamos un poco más de 400 trinches en las cuales hemos encontrado, creo yo ahorita, 60 fosas, y hemos encontrado 426 osamentas, en su mayoría como en todos lugares son hombres, pero también hay mujeres, pero en este lugar en específico, en CREOMPAZ, también hay muchos niños”, explicaba José Suasnávar, subdirector ejecutivo de la FAFG, durante una entrevista en Ciudad de Guatemala en octubre. La FAFG es la única organización en Guatemala que se dedica a la identificación de los cerca de 50.000 desaparecidos durante el conflicto interno que vivió el país.
Se estima que la mayoría de los restos hallados en la zona del CREOMPAZ pertenecen a miembros de comunidades desaparecidos por todo el país. Hombres y mujeres secuestrados por el ejército mientras iban a la tienda a comprar comida para sus hijos, gente que una mañana cualquiera dijo adiós a sus familias antes de ir a la escuela o al trabajo y de los cuales nunca más se supo. Los exámenes de los antropólogos forenses revelan que las personas que desaparecieron en diferentes regiones fueron trasladadas por soldados del ejército a la base de Cobán para ser interrogadas y torturadas y posteriormente convertirse en víctimas de una ejecución extrajudicial acompañada de un entierro secreto.
Las exhumaciones en la zona del CREOMPAZ evocan imágenes de puro terror.
“La diferencia muy radical que tenemos en esta base militar… aquí hay hasta 62 personas inhumadas en una sola fosa, que representa un solo evento,”, afirma Suasnávar.
Según él, algunos restos exhiben heridas de bala. La mayoría de los cadáveres presentan indicios de haber sido amarrados y muchos muestran huesos que se rompieron, se curaron y se rompieron nuevamente, lo cual indica que las víctimas fueron torturadas e interrogadas, algunas durante largos períodos de tiempo, antes de ser asesinadas y arrojadas a la fosa.
La excavación de Cobán saca a la luz la cruda realidad del conflicto armado guatemalteco, durante el cual los tildados de insurrectos –activistas políticos y estudiantes, líderes indígenas o miembros de comunidades, entre otros— fueron secuestrados y torturados en masa. También hubo niños que fueron asesinados y luego arrojados a fosas clandestinas en la base. Todo esto sucedió dentro de los límites protectores de una zona bajo control militar.
De las 28 antiguas zonas militares en las que la FAFG ha realizado excavaciones desde 1996, se han encontrado restos humanos en 24. Algunas de esas excavaciones continúan activas y aún quedan más bases, zonas y destacamentos que ser investigados. La excavación en la zona del CREOMPAZ ha supuesto el mayor descubrimiento de restos humanos en una base.
“Con la firma de la paz muchos de los destacamentos o bases militares fueron reducidos y cerrados. Pero en este lugar los militares se mantuvieron todo el tiempo”, afirma Suasnávar sobre la base de Cobán. “Ellos nos dicen: 'No sabíamos que esto había pasado, fue otro tiempo, fueron otras personas, ya lo encontraron, ahora pues ni modo tienen que trabajarlo'. Ésas son las palabras que nos dicen con respecto a los hallazgos. Pero la continuidad en la estructura, en función, el control territorial que se hace en esos lugares ha sido estrictamente militar”.
A pesar de las fosas comunes halladas en la base, continúan los entrenamientos militares y policiales, que cuentan con el apoyo de países como los Estados Unidos y Canadá.
“Esta instalación tiene una especie de rango de cuerpo militar de Naciones Unidas, de hecho los soldados y oficiales que ahí se ubican en el caso del ejército guatemalteco utilizan el distintivo de los cascos azules”, declara Iduvina Hernández Batres, de la organización Seguridad en Democracia (Sedem), con sede en Ciudad de Guatemala. “Sin embargo, esto se está dando, y esta unidad existe ahí en un terreno que, hoy día se ha documentado, constituyó un enorme cementerio clandestino”, afirma.
En 2011, el Pearson Centre de Ottawa organizó un taller en la zona del CREOMPAZ sobre “policía y cooperación militar en operaciones de paz”.[2] El Ministerio de Asuntos Exteriores y Comercio Internacional de Canadá y el Comando Sur de Estados Unidos financiaron el evento conjuntamente. Algunos soldados entrenados en el CREOMPAZ han servido en misiones de Naciones Unidas en Haití y en la República Democrática del Congo.
Para algunos, como Ka’koj Ba Tiul, profesor y antropólogo de la etnia Poqomchi’, el CREOMPAZ ha recibido un lavado de imagen injustificado al rebautizar la base militar como centro para el mantenimiento de la paz.
“Es una escuela de asesinos. Su figura oculta es la formación de un cuadro de inteligencia militar contrainsurgente”, afirma Ba Tiul, y llama al CREOMPAZ “la pequeña Escuela de las Américas”.
“Hay instructores argentinos, hay instructores chilenos, hay instructores colombianos, hay instructores norteamericanos, y hay instructores israelitas aquí”, declaró Ba Tiul en una entrevista en su casa, a poco más de una docena de kilómetros de la base. “Ahí se está adiestrando a todos aquellos que van a formar parte del modelo contrainsurgente moderno para Guatemala, para Centroamérica”.
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