París, 2013. Hospital Cochin
En la fría y luminosa tarde de finales de invierno del Viernes Santo 29
de marzo, David Barahona entró, en silencio, en la noche sin fin y sin
caminos. He aquí cómo nuestros caminos se cruzaron:
Jueves 04 de Abril de 2013
Atraviesa, clandestino, las fronteras. Llega finalmente a la triunfante
Nicaragua Sandinista y comienza un exilio de 33 años que no terminará
con su muerte: será incinerado en París.
Fue a principios de uno de los años sesenta. El siglo pasado. Hacía
algún tiempo mis funciones en el Teatro de Arte Universitario, en la
aldeana capital de Guatemala, se habían extendido a las de maestro de
Dicción. Lo vi aparecer y me pareció ver al Gato. El Gato, Elías
Barahona, fue durante tres años un importante personaje del fin de mi
infancia. El apodo que le cayó en el internado era sencillamente nombrar
a su nahual: era evidente, no se le podía apodar de otra manera. David,
su hermano, esa tarde en el TAU, mostraba también ese rasgo felino, la
sonrisa en el ojo vivaz.
No lo tuve como alumno durante mucho tiempo. Era por naturaleza
trashumante. La perseverancia no fue nunca su más grande virtud. Su
imaginación vagaba y parecía perseguir incansablemente algo
inalcanzable.
Pero la cosquilla por el espectáculo lo perseguía. Así, anduvo caminos y
se formó una experiencia en la acción. Tenía razón, las escuelas, y
sobre todo las de Guatemala, no podrían hacer de su vocación un camino
para llegar a ser actor. Herbert Meneses lo tuvo como asistente y le
enseñó la verdad de las emociones. Durante mucho tiempo lo perdí de
vista. Se enroló en circos donde conoció la generosidad y la miseria
humana. Aprendió juegos malabares y de prestidigitación. Y conoció la
plenitud cuando actuó como payaso ante públicos de ingenua credulidad.
Creo que de allí le quedó su manera particular de caminar: parecía
llevar esos enormes zapatos con los que entraba a la pista, en esos
lejanos pueblos llenos de soledad y de abandono. Sin esos zapatos, pero
frecuentemente con la roja bolita de plástico que sacaba del bolsillo,
sujeta con un elástico sobre la nariz, cautivaba a nuestros niños. Bocas
y ojos abiertos, hijos, nietos, sobrinos de sus numerosos amigos, caían
en las trampas del prestidigitador. Adoraba hacer reír.
En su paso por los circos descubrió, para bien y para mal, el peligroso
equilibrio de la improvisación teatral. Curioso y hábil incursionaba
para aprender en distintas disciplinas y experiencias. Los títeres, el
mimo, los decorados, iban llenando su alforja para el camino.
Cuando volví de París en 1977, David participaba de esa formidable
aventura que ha sido Teatro Vivo. Las representaciones enla Primerode
Julio, en los asentamientos olvidados de Dios, comprometieron al grupo,
cada vez más, encauzándolo inexorablemente al exilio. Teatro Vivo, parte
importante en el proyecto del Espacio TeatralLa Galera, era muy visible
para los sicarios dela G-2.
1980. Enero 31. La bestialidad y la estupidez unidas en la represión. La
embajada española arde. El Estado Guatemalteco entra, cada vez más
cínico, en la ilegalidad.
Unas semanas más tarde, en Panamá, Elías Barahona denuncia la histeria
asesina que oprime al país. Ese testigo directo, el infiltrado, ha
humillado el "pundonor" de las fieras.
Teatro Vivo en ese momento está fuera del país, participando en
festivales internacionales. Pero David, el hermano que se parece tanto
al infiltrado, se ha quedado encerrado en el país, falto de un
pasaporte.
Atraviesa, clandestino, las fronteras. Llega finalmente a la triunfante
Nicaragua Sandinista y comienza un exilio de 33 años que no terminará
con su muerte: será incinerado en París.
David se reúne de nuevo con Teatro Vivo, en México, y comienza un andar
por diferentes países del sur y del norte del continente. En 1983, el
grupo llega a Europa. Y se radica en París. Pero el encuentro con una
realidad que no es siempre acogedora, dinamitará al grupo durante sus
sucesivas fases.
David se fabrica títeres y recorre la ciudad con su compañera llegada de
México contando historias en el metro y en las plazas. El infatigable
comediante toma cursos, hace talleres. Mario Gonzáles lo recibe en sus
cursos del Conservatorio. Pero eso no alcanza para vivir.
Y comienzan sus labores de artesano, siete oficios...
Cuando yo dejo definitivamente el Théâtre du Soleil, ya en la cuesta
final de mi sordera, compartiré con él dos años de fatigas entre polvo y
olor de pintura. Mi mudanza a las afueras de París interrumpe esa
experiencia.
Lo he vuelto a ver cuatro días antes de esa tarde luminosa en la que partió en silencio hacia la noche sin fin y sin caminos.
"David Barahona será incinerado el martes 9 de abril en el Cementerio Père Lachaise de Paris."
*
Carlos Obregón nació en Escuintla en 1944. Cuando aún estudiaba
diversificado, empezó a incursionar en el teatro y para 1961 ya
trabajaba en el Teatro de Arte Universitario (TAU). En 1971 gana el
premio como mejor actor en el Festival Nacional de Teatro por su papel
en el Príncipe de El Escorial. En 1973 viaja a Europa y al año siguiente
se integra, en París, al Théâtre du Soleil. En 1977 regresa a Guatemala
donde, tres años después, es secuestrado por las fuerzas del Estado y
es liberado a raíz de múltiples gestiones a favor suyo. Parte al exilio y
desde entonces radica en Francia.
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