¿Quiénes son?, se preguntará
usted, y por eso empezaremos por definir esa palabrita que le cae como anillo
al dedo a quienes se escudan con una farsa de organización que dicen es contra
el terrorismo, pero que su objetivo es la lucha contra la justicia. Los
farsantes son mentirosos, dicen una cosa y hacen otra, su teoría no tiene nada
que ver con su práctica y con su pulcritud externa, tratan de ocultar su
podredumbre interna. Se carcajean pensando que pendejean a la sociedad y no se
dan cuenta que el saco, la corbata, los zapatos bien lustraditos, no la
cubren.
Por
ejemplo, hablan del respeto al debido proceso a los acusados de cualquier
crimen o desfalco, pero son o contratan abogados diestros en retorcer la ley,
en inventar decenas de amparos para entorpecer los procesos demostrando con
ello, su incapacidad de presentar al tribunal argumentos sólidos que
contribuyan a mejor fallar. Todo en defensa de su cliente, su héroe o su amigo,
que una vez pague, no importa cuánto tarde el juicio o que tengan qué hacer,
pues toda vez logren maniatar a la señora justicia o inclinar la balanza. El
fin, justifica los medios.
Dicen
que quieren que la justicia funcione parejo y utilizan el soborno o la amenaza
a jueces y fiscales para retorcerla, por las buenas o por las malas. Hablan de
democracia y Estado de Derecho, mientras hacen circular panfletos fascistas y
acusan públicamente a la Fiscal General de hechos y acciones que jamás realizó,
y tratan de cobarde al Presidente de la República porque no la destituye.
Ahora
la emprenden con fuerza contra el Procurador de los Derechos Humanos, porque no
quieren que procure nada sobre los crímenes del pasado. Anhelan, desean y están
luchando abiertamente por tener, cuanto antes, un Fiscal General, un Procurador
y Magistrados de las Cortes, plegados a sus espurios intereses.
Por
eso, farsante es sinónimo de embustero, mentiroso, y todo ello queda claro en
la campaña publicitaria en la que han gastado miles de quetzales que, según uno
de los militares asimilados, les paga gente del poder económico, tratando de
deslegitimar la lucha por encontrar la verdad de los hechos y la aplicación de
la justicia. En el fondo pretenden el borrón y cuenta nueva y por eso no han
dudado en atacar al Procurador, a los jueces y fiscales, a líderes o defensores
de derechos humanos, a la CICIG y saludan la salida de Dall’Anese Ruiz,
condenando a todo aquel que quiera la depuración y funcionamiento imparcial del
sistema de justicia.
Opinión: elPeriódico, 4 de julio de 2013
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