El día jueves 1° de agosto al llegar las primeras compañeras y compañeros del Instituto Demos a nuestra sede, a temprana hora de la mañana, se encontraron con el lamentable hecho de que durante la noche, nuestras oficinas fueron allanadas violentamente, y quienes ingresaron se llevaron las computadoras de trabajo que se encontraban sobre los escritorios o computadoras portátiles que estaban en las gavetas de los mismos, y por supuesto, la información que ellas contenían. También abrieron gavetas y archivos, incluyendo “Leitz”, dejando los papeles esparcidos por todas partes, en mi oficina, incluso sacaron una gaveta en donde guardamos los “boarding passes” de vuelos realizados para mi trabajo como Relator, dejando todos ordenados encima del escritorio como si alguien los estaba analizando o fotografiando. Lo más extraño sin embargo es que abrieron una bodega en la que tenemos computadoras usadas guardadas, pero éstas no las sustrajeron, de igual forma no se llevaron una televisión grande, otra pequeña, la cañonera de “power point” y otros aparatos con algún valor, lo cual hace pensar que no se trataba de un simple robo, por lo que nosotros lo entendemos más bien como un acto de intimidación por el trabajo de Derechos Humanos que realiza el Instituto DEMOS.
Quienes ingresaron ilegalmente lo hicieron haciendo un boquete en la pared de atrás de la casa, en donde hay un estacionamiento de vehículos y, posteriormente, de nuestra casa abrieron un boquete hacia la casa vecina a la cual ingresaron y extrajeron productos comerciales que allí se encuentran. Ambas casas tienen sistemas internos de alarma que fueron inutilizados por los invasores.
Cabe mencionar que tanto en el Instituto Demos como a título personal, por ejercer el mandato de Libertad de Expresión, hemos sido atacados verbalmente por una supuesta “fundación contra el terrorismo” y cuyo director se ha permitido ofender públicamente a activistas de derechos humanos, intelectuales y líderes mayas, actitud que hemos cuestionado en comentarios de prensa o televisión, ante lo cual el mismo respondió con una columna ofensiva y de agresión en mi contra, el día martes 30 de julio en el diario El Periódico.
Lo que me he permitido expresar en mi columna de los jueves, de Prensa Libre, es que queda claro que hay quiénes están interesados en provocar a los sectores progresistas y populares del país, buscando generar una tensión artificial, regresando a la retórica extremista y violenta del conflicto. Pero el problema fundamental de esta actitud es que eventualmente, los hechos siguen el rumbo de las palabras, y si se genera un ambiente de agresión verbal progresiva, inevitablemente, se lleva al país a momentos de agresión física; esto ya está sucediendo con las comunidades indígenas que expresan su rechazo a las concesiones mineras que les hacen daño, por lo cual están sufriendo agresiones violentas y acusaciones de terrorismo, al igual que las agencias internacionales de cooperación que dan apoyo a dichas comunidades.
Yo no acepto ninguna forma de censura gubernamental, pero sí creo que la sociedad en general tiene el derecho de expresar su indignación y rechazo ante estas formas violentas y ofensivas de expresión pues no debemos permitir a nadie utilizar la Libertad de Expresión como excusa para atropellar la dignidad humana.
Agradecemos las muestras de apoyo y solidaridad que estamos recibiendo desde todos los rincones y pedimos al mundo entero que vuelva a dirigir su atención hacia Guatemala, un país que atraviesa una de las peores crisis de inseguridad y desigualdad económico-social y que está al borde de la ingobernabilidad por la incapacidad y corrupción de sus líderes políticos.
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