UKEMIK NA’OJ
Recientemente se publicó el ensayo sobre genocidio contra las mujeres indígenas en Guatemala. Para re-repensar estrategias que permitan analizar con perspectiva holista las múltiples violencias de carácter estructural existentes contra las mujeres mayas. A su vez, cómo lograr que los análisis eviten desarticular los derechos de las mujeres mayas de los derechos colectivos de sus pueblos. Esta iniciativa la impulsó la red global de iglesias y agencias de desarrollo Alianza ACT.
La investigación la realizó la feminista y científica social Tania Palencia Prado con 133 mujeres mayas en los municipios de Tectitán, Huehuetenango; El Palmar, Quetzaltenango; Santa María Chiquimula, Totonicapán; Santa María Visitación, Sololá, y San Pedro Jocopilas, Quiché.
El estudio develó las múltiples tramas estructurales del ginocidio que se ha perpetrado contra las mujeres mayas en Guatemala, desde la invasión española/europea a la actualidad. Han sido siglos de sometimiento, segregación, militarismo y la imposición de una política sexual con violencia, profundo desprecio y la violación de todos los derechos de las mujeres mayas y de sus pueblos.
También, innumerables investigaciones han evidenciado los largos periodos de confinamiento, desplazamientos, masacres, torturas, violaciones sexuales, despojo de tierras y explotación de la fuerza de trabajo maya.
El Estado guatemalteco, la oligarquía y el poder militar han silenciado, ocultado y tergiversado la vida de las mujeres mayas. Han pretendido suplantar nuestra identidad individual y colectiva a partir de negar nuestro ser como mujeres mayas ignorando nuestros rostros. Hemos sido las menos ciudadanas en Guatemala y las menos registradas con nombres y apellidos en la historia de este país.
Este acto intencional ha sido socializado en los medios de comunicación masiva y en el sistema educativo. Sin duda, es una extrema violencia estructural que niega nuestra subjetividad como mujeres mayas. Entendida la subjetividad como la libertad de ser quienes somos, de expresarnos con autonomía y vivir con dignidad.
Fue oportuna su aguda argumentación respecto a la violencia mental colectiva y epistémica con la cual se interpreta las múltiples violencias y opresiones que afrontamos las mujeres mayas en este país. Argumenta que, frente a opresiones tan diferenciadas es insuficiente la política de equidad de género. Recomienda profundizar en la política sexual que ha sido uno de los principales mecanismos que ha garantizado durante siglos las opresiones que se han ejercido sobre la vida y el cuerpo racializado de las mujeres mayas.
En relación a lo planteado, a la fecha, sólo tres mujeres mayas han logrado culminar estudios de doctorado, tal es el caso de las doctoras Irma Otzoy Colaj, Irma Alicia Velásquez Nimatuj y Emma Defina Chirix García. Esta realidad confirma la crudeza de la violencia patriarcal racista y sexista que impera en Guatemala.
Por otro lado, vale decir que las mujeres garífunas y xinkas también han afrontado ginocidio. En suma, tenemos el desafío de construir solidaridades políticas y epistémicas entre mujeres, hombres y pueblos.
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