domingo, 8 de septiembre de 2013

Una tumba para Martina Rojas

La osamenta fue encontrada en una fosa en el antiguo destacamento militar número 21 en Cobán, Alta Verapaz.

Álvaro Montenegro amontenegro@elperiodico.com.g

EP
Tres décadas depués, los restos de Martina Rojas fueron sepultados en el cementerio de la localidad.
El viernes 6, miembros de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG) llevaron la osamenta de Martina Rojas a la casa de su hijo, Mario Chen Rojas, ubicada en la aldea Pacux, Rabinal, Baja Verapaz. Ayer terminó el velorio acompañado de marimba y mantas con fotos de otros desaparecidos. Luego, habitantes y familiares llevaron el féretro en hombros, realizaron una misa, y finalmente fue sepultada en el Cementerio Número dos de la localidad.

“Al menos tengo una tumba que visitar y por quien pedir justicia”, dijo con cierta esperanza Chen, quien perdió a un hermano, una hermana y a sus padres durante el conflicto armado interno.

Martina Rojas desapareció el 14 de mayo de 1982, durante el gobierno de facto de Efraín Ríos Montt, en el Caserío Los Encuentros, Río Negro, Baja Verapaz. Varios soldados la secuestraron junto con otras mujeres y niños y se la llevaron en un helicóptero rumbo al destacamento militar de Cobán, actualmente Centro de Entrenamiento de Operaciones de Mantenimiento de Paz.

Chen señaló que le dijeron que habían visto a su madre en México, pero él sabía que era mentira porque los que se refugiaban en el vecino país se iban por su cuenta y no después de haber sido capturados.

Según Chen, los soldados obedecieron órdenes de “unos italianos” que estaban encargados de la elaboración de la represa de Chixoy. “La construcción de la presa inundó 22 caballerías de nuestro territorio en Río Hondo y mi madre protestaba para que nos regresaran los terrenos”, añadió Chen.

El 14 de mayo de 1982, 144 personas murieron en la aldea Río Negro, según una lápida en el cementerio donde fue enterrada Martina, acompañada de su comunidad. “Ojalá todos tuviéramos la oportunidad de enterrar a nuestros desaparecidos”, lamentó Marcia Méndez de la asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Guatemala (Famdegua). En la lápida se responsabiliza al coronel José Antonio Solares, porque era el jefe de la unidad militar en ese entonces. Después de la masacre, 200 personas se refugiaron en las montañas por dos años hasta que el Instituto Nacional de Electrificación (INDE) les dio cinco caballerías en Pacux, que es un asentamiento.

Lucrecia Jerónimo, del Programa Nacional de Resarcimiento, dijo que el Estado reconocía la violación a los derechos humanos y que la historia verdadera debe enseñarse en las escuelas, “quisieron cortar nuestro tronco pero jamás arrancarán la raíz”, señaló.

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