jueves, 7 de noviembre de 2013

Terminar el duelo


No les importa el dolor de familiares de miles de detenidos desaparecidos.

Miguel Ángel Albizures
Estos días estuve pensando en los familiares de los desaparecidos, de los miles de personas que fueron detenidas-desaparecidas en los años ochenta, en las madres, hermanas o hijos que siguen esperando una investigación exhaustiva de su paradero y por supuesto que se haga justicia. Por mi mente pasaron los 27 detenidos desaparecidos en el allanamiento de la Central Nacional de Trabajadores (CNT) un 21 de junio de 1980 y los 17 del local de Emaús en Palín, Escuintla, que fueron sacados violentamente un 24 de agosto de ese mismo año. Varios rostros pasaron por mi mente, a varios de ellos los vi sonreír o carcajearse en los corredores de la CNT, otros los vi en la resistencia, con mantas o pancartas, defendiendo y exigiendo sus derechos o pidiendo la palabra en una asamblea para plantear los problemas que enfrentaban en la fábrica. En su mayoría eran jóvenes, hombres y mujeres con un cúmulo de ilusiones a cuestas. Todos querían un trato digno y salario justo que les permitiera sostener a su familia. La explotación y la injusticia los llevó a rebelarse y organizarse en sindicatos. Solo querían contribuir a construir otro tipo de país zarandeando la conciencia de los patronos y de las autoridades.

También recordé los cientos de testimonios de los familiares, la búsqueda incansable de restos y el silencio de quienes saben a dónde fueron arrojados, para que nadie más diera con los cuerpos y evitar que su familia terminara el duelo. Recordé a las madres, hermanas o hijos que viven con la esperanza de encontrarlos vivos, y quienes hasta el momento esperan que el Ministerio Público (MP) termine sus “investigaciones”, que llevan décadas, y lleve a juicio los casos. Como cinco veces ha cambiado el fiscal en los últimos dos años y nadie sabe qué hacer o no les interesa, ni les importa, el dolor de los familiares que por lo menos quisieran terminar el duelo y tener un lugar a donde llevar flores.

Posiblemente los fiscales del MP esperan con ansiedad una amnistía, como la esperan los acusados de múltiples crímenes, entre ellos el más atroz de todos, la desaparición forzada, que no tiene nombre, porque no tiene tumba y hace permanente el dolor de los familiares. En 1984 se escuchó con insistencia el grito de “Si vivos se los llevaron, vivos los queremos”, hoy, ya solo se desea que digan qué hicieron con ellos, el porqué lo hicieron y dónde abandonaron los cuerpos. Ojalá algún día los fiscales entiendan la importancia que tiene dar con el paradero de los detenidos desaparecidos para empezar la conciliación en la sociedad guatemalteca.

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