Ilka Oliva Corado.
Sublevados, insurrectas, rebeldes. Bochincheros, resentidas sociales. Comunistas, socialistas, terroristas, anarquistas. Cada vez que la impunidad clava la daga por la espalda y en los costados y busca sacarle los ojos, cortarle la lengua y transgredir la justicia, salen a poner el pecho las y los insurgentes. Honorables: guerrilleros, guerrilleras. No cualquiera es revolucionario, se hacen llamar sí, se guindan sí, se pavonean sí, pero a la hora de rajar ocote al primer filazo zampan la carrera, mientras los y las de pura cepa arden con la brea.
Son tan pocos un puñito nomás en medio de la vorágine dócil de un pueblo anestesiado, que mientras unos acomodados, otros aventajados y muchos sin despertar aún, ellos y ellas son luz de candil, corazón de conacaste, candela amarilla, fogón y rescoldo.
Son una exclusiva parvada de Gorriones Pecho Amarillo y canto de Chicharras de Más de Un Verano. Ellas y ellos contra el imperio, la corrupción, la traición, la dominación, la burla, el doble juego, la hipocresía, la saña. Ahí están en fila, hombro con hombro, dando la vida uno por otro, por el pueblo que jamás se ha unido.
Un grito, una lucha: la dignidad, la memoria histórica, la justicia, la tierra. El puñito contra las fauces de la perfidia.
Un puñado defendiendo lo que es de todos, mientras ese “todos” que es la mayoría, finge no ver. Hay quienes ven y no se involucran porque es mejor ver de lejos y no sentir los cuentazos, porque es mejor la comodidad. Están los que no miran porque les han llenado la cabeza de tanta porquería que la clase dominante les mete por todas las vías posibles. Están lo que vieron hace ratos y decidieron cruzarse la calle. Esos son los peores.
Están los mediocres, las vendidas, los acomodados, los mete zancadilla, los clava puñal, las arribistas, los estafadores, los vende patrias, los genocidas, los violadores, las corruptas y entre toda esa peste también están las y los insurgentes. ¡Belleza que enamora!
Quienes a pesar de tanta traición y burla, siguen avante. Cansados, fatigadas de tanto caminar, avanzan. Hombro con hombro viendo de frente, con la voz clara, con el pecho erguido, con el corazón rebosante de dignidad. Con la humildad rozagante.
Quienes están en el exilio, quienes no se fueron, quienes retornaron, quienes nunca regresarán pero que fieles a la justicia morirán luchando por no dejar que la avaricia, la impunidad y la traición de unos cuantos, acabe con la fertilidad y la esperanza de hacer de este mundo, uno real y digno. Porque un juego sucio no borre lo mucho logrado en los años de lucha donde murieron miles y miles desaparecieron.
Porque resisten, porque florecen, porque sus raíces son profundas e incorruptibles. Porque hacen de la vida, un jocote rojo de febrero. Un botón de flor de nance. Agua clara de quebrada retumbando. Porque son café de máiz y tayuyo en olla de barro.
Mire usted, porque son flor de pito y chacté. Las jacarandas de marzo y el frijol camagua de agosto. Porque son aguacero de mayo. Son como la cuna del sol en mi natal Jutiapa.
Porque son barriletes de noviembre y pino tierno que comienza a crecer en la montaña.
Porque sus ojos son los mismos de las crías que sueñan con una oportunidad. Porque sus voces pronuncian equidad. Porque sus pasos son certeros, soberanos.
Porque aunque encorvada la espalda e inflamados los pies, el corazón resiste, la dignidad fortalece.
Porque no buscan la foto, el conecte, el hueso, la marmaja. Porque no saben de traición. Porque no conocen de sumisión, indómitas sus alma sublevadas, bravías, emancipadas.
Ustedes son ramita de hierbabuena, atol blanco en un perol. Son sonrisas de niñas, canillas de cipotes. Son flor de chipilín, rapadura entera. Porque son cielo encapotado.
Son volcán y montaña, planada y caserón, mire usté que son buganvilias engalando el caminón. Pacayas tiernas y adobe oreado. Salario del proletariado.
Insurgentes: cuánto dolor en sus miradas, cuántas huellas encharcadas, sangre seca, memoria fresca, histórica. Cuánta denuncia. Cuánta causa justa.
Que mire usté que son: ¡parcela floreando en emancipación! Qué la fertilidad les sea eterna. Necesitamos de ustedes, de su guía, de su pulso justo, de su honra, de su firmeza, ustedes son proeza. Diría que son: cáscara de encino rojo, techo de teja, viga y horcón, diría que son las y los jóvenes rebeldes que ni el tizne de los años ha podido doblegar. Ustedes de la viaja guardia. Son las y los eternos: ¡Honorables Insurgentes!
http://cronicasdeunainquilina.wordpress.com/2014/02/07/honorables-insurgentes/
Ilka Oliva Corado.
Febrero 07 de 2014.
Estados Unidos.
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