Llegamos a Matamoros
después de atravesar Guatemala y México. Éramos 40 de ese viaje y en la puerta de la casa nos entregó el
coyote que venía con nosotros desde El Salvador nos dijo que ahí
quedábamos en manos de otros polleros
que nos pasarían a Estados Unidos y que allá serían otros lo que nos
entregarían a nuestros familiares.
La casa estaba rodeaba de hombres armados,
vestidos de negro y tenían de esas armas que les dicen cuernos de chivo, cuando
entramos vimos que había más gente alrededor
de unas cincuenta personas que estaban encadenadas de pies y manos, todas sin
ropa los hombres solo en calzoncillo y las mujeres en sostén y blúmer, nos ordenaron que nos quitáramos la ropa y nos
pusieron las cadenas. En las habitaciones tenían a menores de edad, varios
niños y adolescentes.
Soy de El
Salvador de un departamento llamado La Libertad en el grupo veníamos
hondureños, guatemaltecos y salvadoreños todos nos juntamos en Tapachula cerca
del río Suchiate el coyote ya había quedado así con cada uno pero nadie sabía
cuántos éramos solo nos había dicho que había más gente de otros países. Emigré porque me separé de mi esposo que me
pegaba mucho y violó a mi niña mayor que tiene trece años, no es su papá pero
sí el de mis otros cuatro niños. Ella es producto de una violación que me hizo
un hermano de mi papá cuando yo tenía catorce años, mi familia no quiso
denunciarlo y así se quedó. Tengo veintidós
años de edad.
Mi esposo tiene
orden de captura pero se desapareció y
ni su familia sabe en dónde está. Me vine a buscar un futuro para mis hijos
porque no quiero que se queden analfabetas como yo, no quiero que tengan la
misma suerte por eso preferí dejarlos. Es bien dura la vida cuando no se tiene
estudio cualquiera se aprovecha de la situación.
En la casa nos
encadenaron de pies y manos y nos dijeron que
nuestra suerte había cambiado. Intentamos resistirnos cuando llegamos
pero no pudimos porque tenían a muchos hombres con armas de fuego apuntándonos. Nos violaron a todos a hombres y mujeres.
Nos tuvieron
veinte días ahí y durante ese tiempo llegaban hombres y les pagaban para poder
violarnos, no estoy segura pero creo que
diez dólares por veinte minutos.
Por los niños pagaban más creo que treinta. Era un infierno eso porque
los pobres niños lloraban tanto y gritaban pero les tapaban la boca con
pañuelos que les amarraban. Solo un tiempo de comida al día nos daban que era
un pan tieso y un vaso de agua.
Estábamos en la sala ahí nos tenían todo el tiempo y cuando llegaban
esos hombres nos mentían de dos en dos en las habitaciones y ahí nos violaban, a los veinte minutos entraban otros, nos
rotaban pero siempre durante el día nos violaban de diez a veinticinco hombres.
A los hombres
también los vendían por ellos pagaban quince dólares y los dejaban una hora con
cada cliente, también encadenados para que no hicieran nada.
Para ir al baño
solo nos dejaban dos veces al día, una en la mañana y otra en la noche. A los que ya tenían 20 días se los llevaban
y los cruzaban a Estados Unidos.
Cuando llegó
nuestro turno ya había llegado otro
grupo de unas sesenta personas y ellas se quedaron en las mismas circunstancias
que nos tocó a nosotros. Nos subieron a carros de doble tracción y en
la frontera otro coyote nos cruzó, del lado de Estados Unidos ya en Texas nos
esperaba un grupo de polleros que nos subió
a un camión de mudanza y nos
llevó a una casa-bodega.
Tres días nos
estuvieron violando y después llamaron a nuestros familiares para pedirles dos
mil dólares más y les dijeron que si no
los tenían para el día siguiente nos iban a matar. El dinero tenían que llevarlo para el día de
la entrega. De uno en uno nos iban
entregando. A mí me esperaba un primo y
me entregaron en el estacionamiento de un centro comercial. De ahí viajamos en
carro hasta Nueva York.
Así llegué a
Estados Unidos ya llevo seis meses viviendo aquí y trabajo en una fábrica
empacando cubiertos desechables. Me pagan a seis dólares la hora y trabajo de
doce a catorce horas dirías de lunes a
viernes y los fines de semana limpio oficinas ahí me pagan a cinco dólares la
hora, trabajo de ocho a once horas cada día.
Vivo en el
apartamento de mi primo, ahí renta otra familia más. El apartamento es de dos
habitaciones cada familia tiene tres hijos y usan un cuarto para cada una,
comparten la sala y la cocina, yo duermo
en un sillón en la sala.
Estoy ahorrando
para pagar el dinero que presté a mi primo para poder llegar a Estados Unidos,
son doce mil dólares eso costó la cruzada. Estoy enviando dinero a mi mamá para
la escuela de mis hijos y sueño con comprarles una casita juntar para poner un
negocio y regresarme, estar aquí no es vida.
Ilka Oliva
Corado.
Marzo 24 de
2014.
Estados Unidos.
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