En
las clases de inglés para adultos en Estados Unidos, lo primero que dejan para aprender es la
letra de las canciones patrióticas del país,
empezando por America the Beautiful, para que el inmigrante se vaya
entonando…
Memorables
las dos tomas de posesión de Obama, en la segunda cuando James Taylor
interpretó América la hermosa, era para suspirar. Al mismo tiempo en que él
cantaba la migra estaba realizando redadas en todo el país, lo mismo sucedió en la ceremonia de la
primera toma de posesión del hombre en el
que creyeron los votantes latinos, él es el cambio, pensaron. Recuerdo aquella su propaganda tomada de las
palabras de la legendaria Dolores Huerta que se hicieron famosas porque Cesar
Chávez las pronunció: Sí se puede. La andaban promocionando los pro Obama: Yes, we can.
Claro, yes we can deportar la mayor cantidad de indocumentados en la
historia del país. No nos vamos a tocar el corazón y separaremos familias, les
vamos a desgraciar la vida, yes we can! Y lo están haciendo desde entonces.
¿Habrá
existido realmente América la hermosa? Claro que sí, pero cuando no se llamaba
Estados Unidos, cuando todo el territorio al que hoy insolentemente llaman America (que no es el continente)
pertenecía a los pueblos originarios, nada puede ser hermoso después de haberse
derramado tanta sangre en un genocidio
perpetrado por avaros… Canción que hacer llorar a millones que la toman
como su segundo himno nacional. ¡Oh hermosa por los pies de los peregrinos,
cuyos austeros y apasionados pasos, un camino abrieron para la libertad, a través del desierto¡ Es
lo que reza una de las muchas traducciones al español que enseñan en la escuela
para adultos. Muchos de los que sienten
esa canción en el pecho son de los que se oponen a la reforma migratoria, son los que
conforman el 70% de estadounidenses que aprueban las deportaciones
masivas, entre ellos descarados de
origen latinoamericano.
Linda
la de My Country, ´Tis of Thee: “¿Mi país
es sobre ti, dulce tierra de libertad, sobre ti yo canto, tierra donde mis
padres murieron, tierra del orgullo de los peregrinos, desde cada ladera de la
montaña, ¡qué suene la libertad!” Cuando los alumnos inmigrantes cantan esta
canción en las clases de inglés, los docentes levitan.
Qué
decir de Sweet Home Alabama: “Alabama
dulce hogar, la noria sigue girando, llévame a casa para ver a mi familia,
cantando canciones acerca del Sur, de nuevo echo de menos Alabama…” Chula la canción que los inmigrantes
latinos indocumentados no pueden cantar
porque Alabama los rechaza, los quiere fuera de su territorio, ¡latinos fuera
de aquí! Alabama con toda su historia de racismo aun no aprende. Estados Unidos
tampoco y no lo hará nunca.
La
hipocresía del doble juego, Obama con sus discursos románticos a cada poco,
recitándole palabras de amor a la ya difunta reforma migratoria y permitiendo
que Estados fronterizos cono Arizona y Texas, hagan con los indocumentados lo
que se les ronque la gana, que ya de por sí con Gobernadores racistas, poco
bueno se espera de las leyes y de la
conducta humana de los policías que con armas en las manos se creen dioses.
No
es de extrañar que en un país racista por excelencia no se acepte la estadía de
miles de niños que cruzan la frontera en soledad, porque llegan escapando de la
violencia. No señores, para que un niño agarre camino solo, es porque la
desgracia del Gobierno de su país de origen, lo expulsa, lo obliga a salir
para intentar salvar su vida. El colmo es que miles de familias
estadounidenses en lugar de exigir al gobierno
que cumpla con la reforma migratoria, se amuralla en las calles en las
afueras de los centros de detención de la Patrulla Fronteriza, para escupir a
quien defienda los derechos de los
indocumentados, con pistola en mano se enlistan para matar si es necesario a
quien se les ponga en enfrente.
Temen,
dicen, a que los niños e inmigrantes latinoamericanos les llenen de plagas el
país, porque seguros están que están cundidos de enfermedades contagiosas y
hasta ladillas traen. Ya los quisiera ver agarrando camino, huyendo hacia
Latinoamérica, nadando el río Bravo y
saltando las murallas, trepados en el lomo de La Bestia, con sus ojos azules,
sus cabellos amarillos y con la desgracia en la espalda. Ya los quisiera ver en
las balsas cruzando el río Usumacinta, sin hablar el idioma buscando trabajo en
La Patria Grande.
Ya
los quisiera ver sin un centavo en la bolsa mendingando comida. Ya las quisiera
ver tocando puertas en entrevistas de trabajo y que se los nieguen porque no
tienen los documentos, por su color de piel y por no hablar castellano.
Entonces
les diremos que se tienen que aprender la biografía de Ernesto Che Guevara, la
de Hugo Chávez, la de Fidel Castro,
Camilo Cienfuegos, Jacobo Árbenz, Emiliano Zapata, Las hermanas Mirabal,
Policarpa Salabarrieta, Juana Azurduy, la Adelita, Manuela Sáenz, Evita. De Monseñor Gerardi, y Monseñor Romero. La de
José Martí. La de Salvador Allende.
Que se aprendan:
El son de la Alfabetización, Hasta siempre, Comandante, Que culpa tiene el tomate, Maldigo del alto
cielo, Primero de Enero. Y van a llorar
cuando aprendan a hablar castellano y entiendan la canción Volveré a mi Pueblo.
En la entraña sentirán, María Va, Pobre
la María.
Y
más les va a doler cuando el único trabajo que encuentren sea el de cortar
algodón, granos de café, aporrear frijol nuevo, cuando las manos ampolladas con
machete en mano les toque cortar caña de azúcar, cargar racimos de banano verde
en el lomo, cuando les toque ir a trabajar a las tabacaleras y orear hojas
sobre los tapescos, cortar sandías y
melones. Cuando les toque trabajar en las mineras, picar piedra, zanjear
terrenos con piocha en mano, cuando ese gringos robustos y xenófobos trabajen
como ayudantes de albañil. Qué se nos
pagan a la par a ver si tienen en valor de vernos a los ojos, estando en las
mismas condiciones que nosotros.
Ver
a esas gringas prepotentes que ahora están con pancartas exigiendo que no dejen
entrar más niños a la frontera y que deporten a todos los inmigrantes
indocumentados, trabajado en las maquiladores latinoamericanas, siendo
explotadas, recibiendo el mismo trato.
Quisiera
ver sus caras cuando se enteraran de la podrida política exterior de su país,
que ha dejado en los puros huesos a tantos países en desarrollo, que van
luchando contra la corriente gracias a que malos hijos deshonraron la tierra
digna que los parió y gracias a que Estados Unidos en su ambición de ser el más
poderoso del mundo ha derramado ríos de sangre para lograr su objetivo. Les
cambiaría la perspectiva, les tocaría estar en nuestros zapatos y no creo que
tengan las agallas, la dignidad y la entereza de durar más de unos cuantos
segundos sin que se peguen un tiro en la cabeza.
Ya
los quisiera ver, escondiéndose de la migra y aguantando humillaciones, cuando
los escupan en la cara por ser blancos y
tener ojos claros, por hablar inglés y no dominar el castellano. Ya los
quisiera ver implorando que les den cualquier tipo de trabajo porque
necesitan enviar dinero a sus familias,
porque vienen huyendo de la violencia.
Ya
los quisiera ver cantando su America the Beautiful, en territorio
Latinoamericano. Ya los quisiera ver…, y aun sí no aprenderían la lección.
Ilka
Oliva Corado.
Julio
16 de 2014.
Estados
Unidos.
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