Ilka Oliva Corado
Cuando mis artículos
comenzaron a publicarse en Cubadebate y en teleSUR fueron varios los
periodistas internacionales e intelectuales latinoamericanos los que me
escribieron para felicitarme, y para sugerirme que dejara de escribir en mi
blog porque tener un blog no era tan prestigioso porque hoy en día cualquiera
tiene uno (soy una hija de vecina) también me dijeron que dejara de escribir en
medios pequeños porque eso me convertía en una especie de bestseller y le
restaba seriedad a mis letras.
Escribir en
Cubadebate y teleSUR hizo que se acercaran a mí intelectuales para los que
antes fui un cero a la izquierda, al igual que embajadores y cónsules de
gobiernos de países suramericanos y que me incluyeran en sus listas de envíos
por correo electrónico. Resulta que estoy entre los receptores VIP de sus
envíos. O sea…, ¿hoy sí valgo para leer la información que envían?
Muchos a partir de
ahí comenzaron a llamarme hermana, compañera, compa, cumpa y sienten que
pertenezco a su círculo, me aceptaron como un miembro nuevo. Sin embargo yo sé
muy bien a dónde pertenezco, por qué escribo como escribo y por qué no cambio
el tono y sigo enviando mis artículos a los mismos medios que me publicaban
antes de Cubadebate y teleSUR. Eso se llama lealtad y la aprendí en el mercado
de Ciudad Peronia, que es mi Alma Mater. No me la enseñó ninguna escuela, ni
universidad y tampoco ningún medio de comunicación. Me la enseñaron los
vendedores de mercado. Cuando yo no existía para Cubadebate o teleSUR fueron
esos medios pequeños los que me publicaron en sus plataformas, ¿por qué tendría
que dejar de enviarles mis letras ahora?
Sé muy bien que me
mastican pero no me tragan, porque me hace falta algo importante para tener el
derecho (según ellos) a codearme con los que se creen crema y nata: los títulos
universitarios. Tener el mote de intelectual –ese que se dicen entre la misma
manada como una forma de tirarse flores unos a otros y sonreír para la foto y
ganar contactos- esa clase social que de entrada es carta de presentación.
¿Por qué no cambié
inmediatamente y me creí lo de estar volando en las alturas? Como me lo dijeron
muchos periodistas internacionales, a partir de ese momento. Y viendo el cambio que tuvo que me
incluyeran en sus listas de envíos.
Por ejemplo sigo tocando puertas en medios pequeñitos, muchos de esos se
publican solo en pueblos o en ciudades, ni siquiera en todo un país y mucho
menos a nivel mundial. Porque como articulista sé muy bien que soy paria y me
interesa que mis letras lleguen a ese lugar de donde yo vengo, porque escribo
para los míos: para los nadies. Y sigo buscando medios en los lugares más
recónditos, porque allá me interesa que llegue mi opinión de paria. En las
barrancas, en las laderas, en los lodazales.
Cuando mis letras
llegaron a teleSUR y a Cubadebate fue muy emocionante, tan gran grande mi
emoción que me costó digerirla y reaccioné hasta los días de verlas publicadas
en esos portales. Ambos eran sueños que creí inalcanzables, porque no creí que
mis letras llegaran a avanzar tanto como para que esos portales abrieran las
puertas. Yo me mantengo en la alcantarilla, mi mundo existe entre las sombras, en
las hondonadas.
Estoy muy agradecida
con Cubadebate y teleSUR así como
con todos los medios que me publican, pero tengo los pies en la tierra, nada es
para toda la vida y un día ellos me dirán adiós o yo a ellos. Eso es así. Y lo mismo sucederá con los otros
medios de comunicación en algún momento, es parte natural de los procesos. Por
ejemplo con Resumen Latinoamericano que fue uno de los primeros medios en abrir
las puertas a mis textos, ya no escribo en ese portal y tampoco soy
corresponsal, -por razones de desacuerdos en línea editorial decidí dejar de
enviarlos- sin embargo siempre estaré agradecida con sus editores y su
director. Me dieron a conocer en varias partes del mundo.
No creo en eso del
prestigio, para mí no existe. Cuando uno crece con hambre y excluido no tiene
tiempo para pensar en vanidades,
solo en la sobrevivencia.
Como tampoco existe la reputación. Son factores externos que están fuera
del alcance de nuestras manos: como uno vive, como se expresa, o lo que hace a
unos agrada y a otros no, de la opinión de los otros se crea la reputación. Uno
es aparte.
Para mí todos los
medios son importantes, no hay medios pequeños ni medios grandes, todos hacen
su trabajo, como tampoco le doy prioridad a ninguno de ellos. A todos les estoy
agradecida, eso sí. Mi única prioridad es mi blog. ¿Por qué? Porque cada medio
tiene sus propias agendas, sus líneas editoriales, porque también ahí hay
clasismo y exclusión. Hay un filtro para los textos que se publican. Muchos de
mis textos han sido censurados, porque son demasiado directos o porque no
tienen la calidad que requiere el medio en ese momento.
Me he dado golpes de
cabeza contra la pared cuando no publican mis textos de violencia de género
porque me dicen que no es tema importante. Y son medios independientes que
supuestamente están luchando contra el sistema. O por ejemplo cuando publico
temas de Guatemala, me dicen que ese país es poco conocido y que no es
relevante lo que sucede como para publicarlo, que hay noticias más importantes.
Muchos de estos
medios me han pedido una biografía porque me dicen que comparto plataforma con
gente que tiene doctorados y maestrías, además de ser intelectuales y
periodistas destacados. Quieren una biografía donde hable de títulos
universitarios, que no poseo y no voy a mentir. Por esa razón un día hablando
con mi Nube Pasajera me bautizó como “inmigrante indocumentada con maestría en
discriminación y racismo”. Biografía con títulos querían pues ahí está esa.
Otros medios ocultan en mi biografía que yo vendí helados de niña en un
mercado, porque según ellos le resta prestigio al medio. Quiero decir también
que ningún medio me paga por publicar mis letras. Otros ocultan que trabajo
limpiando casas, por las mismas razones.
Nada es lo que parece
y mucho menos en el mundo de los medios de comunicación independientes. Me he
llevado muchos sinsabores y eso que apenas estoy empezando. No quiero imaginar
lo que sienten aquellos que ya llevan décadas en este mundo y sin embargo
siguen ahí porque su misión de vida es comunicar y denunciar.
Podrán venir los
medios que quieran, irse también cuando quieran, que yo seguiré con mi lealtad
hacia mi blog: porque es mi amor, mi nido, mi refugio, mi transparencia. Donde
nacieron mis letras y donde permanecerán siempre. No emigrarán hacia ningún
lugar.
Mi fuente de
publicación es mi blog y lo será siempre. El prestigio, los aplausos, los
codeos, la buena reputación, los contactos y la labia no forman parte de mi
mundo. Sé muy bien quién soy, de dónde vengo y a dónde pertenezco. Soy paria y
para los parias escribo. Pertenezco a la alcantarilla de los nadies y no pienso
cambiarla por ningún mundo de vanidad.
Aquí la que escribe
es una niña heladera y una empleada doméstica. Y nada, un día cualquiera dejo
de escribir, desaparezco del mundo de las redes sociales y de internet, y ya,
se murió la flor. Más la bulla.
Bueno, se los quería
decir (no sé por qué putas) mis amores. Gracias por estar ahí y ser parte de
este mundo de fantasía que ha creado Crónicas de una Inquilina. Ustedes siempre
me encontrarán aquí porque esta es mi casa.
http://cronicasdeunainquilina.com/2016/04/06/lealtad/
Ilka Oliva Corado.
Abril 06 de 2016.
Estados Unidos.
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