miércoles, 1 de marzo de 2017

CARTA ABIERTA A LA GREMIAL DE EMPRESARIOS INDÍGENAS DE GUATEMALA (GUATEMAYA)

CARTA ABIERTA A LA GREMIAL DE EMPRESARIOS INDÍGENAS DE GUATEMALA (GUATEMAYA)

Estimados señores,
Desconozco quienes dirigen esta gremial, integrada a la Cámara Empresarial de Comercio y Servicios, del Comité de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras en enero de 2013, durante la víspera del 13 Baktún. Recuerdo que al acto público asistió Andrés Castillo, el presidente de la Cámara de Industria. Andrés es recordado por su negativa al reconocimiento de un multilingüismo en Guatemala, pues, según sus palabras, no se imagina entrando a un restaurante con un menú en veinticuatro idiomas, lo cual le parece un absurdo.

Además, para él, no vale la pena decir que somos multiculturales, si todos somos guatemaltecos (discurso que niega la identidad maya desde la independencia criolla, desde el liberalismo ladino cafetalero y desde el generalato criminal del siglo XX). Quizás por eso es que cualquier orgullo nacional no proviene del pueblo, y menos de los pueblos mayas, sino de una botella oscura de cerveza, la de la familia Castillo; una familia que por cien años mantuvo el monopolio de la producción nacional y la distribución de cerveza extranjera con el control absoluto de los precios.

Esos industriales, esa cúpula empresarial es la que procuró la creación de la Guardia de Hacienda en 1894, para perseguir el licor que los mayas elaboraban a la orilla de los ríos y barrancos de Guatemala y que, hasta hoy, junto con la licorera nacional, no permiten industrializar estos productos. Son los mismos industriales que destruyeron a su competidora Cerveza Tacaná en la década de los 80 del siglo pasado, comprando sus envases en las tiendas y rompiéndolos en los basureros, hasta que hicieron quebrar la empresa. Es la misma cúpula empresarial que corrompió al gobierno y sigue jugando chueco con la máscara de libre empresa en todos los órdenes.

¿Qué buscan, empresarios mayas, en el CACIF? ¿Quieren ser tan exitosos como ellos a base de pagar salarios miserables, ser tan ladrones de impuestos, tan poderosos económicamente para contrabandear y corromper políticos en la consecución de la máxima ganancia, como ellos? ¿Quieren ser parte de la élite de este país? Ustedes no necesitan del CACIF para salir adelante, como lo han demostrado, una y tantas veces, durante cinco siglos de opresión generada por las mismas manos que, aparentemente, hoy se extienden para “ayudarlos”. 

Ustedes saben de producción, el CACIF coyotero solo sabe de expoliación y jineteos disfrazados, eso sí, de oportunidades con el respaldo de un proteccionismo estatal que los ha enriquecido hasta la saciedad. Quién sabe más de mercado en Guatemala si no ustedes. Basta con echar un vistazo a mercados ancestrales como el de Pologuá y el de Chupol que han permanecido ahí a pesar de las olas quinientistas, la última de ellas la de la tierra arrasada. Ustedes no necesitan de tecomates para nadar en estos océanos de mercado global, así como no los necesitaron los miles de productores y comerciantes que desde el siglo pasado sacan sus verduras del alti-quebrado occidental a Centro América, sin que su trabajo y su producción se reflejen en las estadísticas empresariales y del gobierno. 

Esto sería suficiente para que ustedes se desligaran del CACIF, pero, el motivo de esta carta va más allá de una verborrea economicista para abordar asuntos de identidad y de dignidad. Supongo que están enterados que el CACIF, ese grupúsculo al que ustedes están arrimados desde hace tres años, se pronunció, a muerte, en contra de la inclusión del Sistema de Justicia Maya en el ordenamiento jurídico nacional, con lo cual ratifican el discurso de Andrés Castillo, que es la negación de lo maya, incluyendo la negación de la Gremial de Empresarios Indígenas (Guatemaya) que ustedes representan. 

No voy a hablarles de las bondades del Sistema de Justicia Maya porque lo desconozco y ustedes lo conocerán mejor que yo. Lo que conozco bastante bien es el Sistema de Justicia Occidental vigente en Guatemala, y sé que el peso de la ley, el peso de su evasión y el peso de su perversión, ha recaído sobre las espaldas de los mayas y ladinos pobres en beneficio de la clase dominante que hoy se hace representar en la cúpula del CACIF con la que, se supone, ustedes se codean; porque no creo que duerman en la misma cama. Para eso los empresarios mayas tendrían que aparecer, primero, en la Revista Forbes y, después, blanquearse un poco, vestir a la española y cambiarse uno que otro apellido.


Pues bien, si su identidad vale más que ser comerciantes arrimados al CACIF, mucho harían en renunciar a esa relación, como un acto de dignidad, si es que tienen dignidad, lo cual sería bien visto por esos pueblos que necesitan ejemplos para reincorporarse con la frente en alto en la Nueva Era. Porque han de saber ustedes que el CACIF negó el genocidio, máxima expresión del racismo; y ofreció su respaldo al penúltimo y más sanguinario de los genocidas del generalato del siglo pasado. Además de integrar el gabinete evangélico, militar y empresarial de Ríos Montt, el sector privado también financió escuadrones paramilitares de la muerte y dispuso de sus avionetas y pilotos para bombardear comunidades mayas.

No se desliguen de la gente del pueblo, de ese pueblo que ha salido a defender su justicia con el apoyo de ladinos conscientes de que la justicia oficial es una mierda. No se desliguen de las comunidades, que son las que siempre trabajarán con ustedes. Ya basta de hacerle el jueguito a los espejos y al atol con el dedo, como bien se muestra en el Fondo de Desarrollo Indígena Guatemalteco -FODIGUA- convertido en junta mantenedora de unos cuantos burócratas mayas para taparle el ojo al macho. No sean como esos “diplomáticos mayas” que fueron tras la divisa más que por la reivindicación de sus pueblos. La negación de la justicia maya también es una ofensa contra ustedes que, supongo, se mueven más por el comercio justo y no han caído en las garras de ese capitalismo salvaje tropical guatemalteco que terminará por comérselos. Tengan orgullo y vergüenza étnica como su pueblo lo ha tenido a lo largo de la historia, que es la misma historia maya que algún día los juzgará.
Hugo Gordillo

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