Manuel López Balám |
Miguel Ángel Albizures
“Los sindicatos tienen que ser activos y los dirigentes tienen que ser íntegros para poder defender los derechos de los trabajadores”.
Cuando se da una serie de críticas por la actitud de la dirigencia de algunos sindicatos de instituciones del Estado, bien vale la pena recordar a uno de los sindicalistas de la década de los setenta que cayó acribillado un 5 de abril de 1979 y a quien su hijo lo recuerda como una persona íntegra que le enseñó a enfrentar los sinsabores de la vida y entender la importancia de la lucha sindical en defensa de los trabajadores. Marlin, el hijo de Manuel López Balán, cree “que los sindicalistas de ese tiempo eran íntegros, entregados, no corruptos, que se necesitaba coraje para estar al frente de la organización como estuvo su padre”. Le enoja la situación actual del sindicalismo y la visión que tienen de lo que es un sindicato, pues para él “los sindicatos tienen que ser activos y los dirigentes tienen que ser íntegros para poder defender los derechos de los trabajadores”.
Y hoy en día, cuando el sindicalismo está en trapos de cucaracha y uno encuentra a personas así, quienes a pesar del dolor, del sufrimiento, de las penalidades que pasaron por la muerte violenta del padre, piensa que no todo está perdido en Guatemala, que la semilla germina, que el sindicalismo resurgirá y que esa frase tan repetida de que “pueden matar a los hombres, pero jamás sus ideas”, sigue cobrando realidad. Manuel había sembrado la semilla, había sido ejemplo para sus hijos y, en medio de la persecución, les brindó el cariño del obrero y del dirigente que se fraguó en importantes luchas sindicales, como aquellas que libró el sindicato de Coca Cola, del cual Manuel López Balán llegó a ser el Secretario General. Manuel fue el tercer Secretario General y el segundo asesinado de esa empresa, cuando apenas atravesaba los 31 años de edad.
Karin Slowing, en su columna de ayer en ‘Prensa Libre’ “Sindicatos en la encrucijada” al criticar la actitud de la dirigencia del sindicato de Salud Pública, señala con claridad “…el mayor riesgo que existe en la actualidad es que se aproveche la oportunidad para desmantelar la organización sindical, dejando con ello a miles de trabajadores del sector público –que ganan mal y trabajan en condiciones muy difíciles– a merced de otras fuerzas, que siempre han propugnado porque no existan sindicatos en el país”. Y Karin recuerda la violencia que antes se ejerció contra la dirigencia y tiene razón, las condiciones de hoy no son las de la década de los setenta y ochenta cuando la metralla contra la dirigencia estaba a la vuelta de la esquina.
Karin llama a la reflexión, a volver a la mesa de negociaciones y a poner las barbas en remojo. La ministra de Salud Pública no es la enemiga del sindicalismo, los enemigos son otros y no podemos darles armas para que terminen de destruir el movimiento que a fuerza de luchas y de la sangre que derramaron muchos compañeros, se logró el derecho de sindicalización de los trabajadores del Estado que, desgraciadamente hoy, están gravemente fragmentados. Sirvan estas líneas de homenaje a la memoria del entrañable compañero Manuel López Balán.
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