sábado, 7 de octubre de 2017

DESPUES DEL RELÁMPAGO: ¡DIOS GUARDE!


-Jorge Mario Salazar M. / PALIMPSESTO–
Como el mejor ejemplo de la polarización en el país tenemos al presidente Jimmy Morales. Él es quien ha ido cerrando filas, únicamente con allegados en su lucha contra la Cicig, el Ministerio Público y la prensa. Jimmy Morales se rodeó de la gente más sucia en política, como los miembros de los partidos Patriota y Líder. Así de fácil, y ahora, después de 40 días de silencio, regresa a la vida pública con una incoherencia del tamaño de Júpiter.

Parece que sus financistas le exigen el pago de la factura política. Está bien, para ellos que pelee con quien quiera pelear, pero al fin y al cabo, la política debe rentabilizar sus negocios y si no se mueve la rueda del Estado, el dinero no llega a quienes esperan el retorno de capital y la prometida ganancia al cien por ciento. De ahí viene la salida maestra de un estado de excepción que dinamice un flujo de caja en la construcción y mantenimiento de carreteras que no han podido movilizar sus amigos en pose de funcionarios. Este Gobierno no tiene disculpas. Como guinda del pastel, el nuevo ministro de la Defensa Nacional es quien estuvo a cargo de las operaciones de bacheo que le encomendaron al Ejército Nacional junto con una donación de maquinaria que se encontraba sin dueño al inicio de la administración de Jimmy.

Al principio de esta crisis de Estado que desató todos los demonios, se habló mucho de la crisis personal del presidente. De sus dudas sobre el desarrollo de los casos de corrupción y delincuencia común que envuelven a su hijo y su hermano. Incluso, se insistió que el andamiaje de acciones políticas como el intento de expulsión de Iván Velásquez, el sometimiento de la Cicig a un mandato que no abarque la política y la corrupción en el Estado, la emisión de un conjunto de leyes para blindar a los políticos corruptos y cerrar la comunicación presidencial, al mejor estilo del alcalde Álvaro Arzú, tenía como principal objetivo la elusión de responsabilidades penales que se ha creado por decisiones políticas equivocadas.

Luego de ese momento de choque, que por cierto puso en contexto a una ciudadanía que se desbordó con ira contra esos desmanes del presidente y los diputados, que se pasó llevando las celebraciones patrias, después de que el Congreso, presionado, diera marcha atrás, después que la Corte de Constitucionalidad obligara al presidente a dar marcha atrás y después que la misma Organización de Naciones Unidas le enmendara la plana al presidente, queda una sensación de empate en la que todo mundo salió desgastado y de la que no se avanzó más en la resolución de la crisis. En dos platos. El Gobierno y sus secuaces están claros que no pueden dar pasos en falso para contraer la lucha anticorrupción. La ciudadanía está clara que no cuenta con una articulación que le permita tomar en sus manos la conducción política de una transición. Pareciera que estamos trabados a la mitad. La ciudadanía informada y activa no quiere más ser gobernada por esta gavilla. La gavilla ya no puede gobernar.

Nos encontramos en una situación poscrisis aunque no resuelta. Nos encontramos en un escenario de calma chicha en donde las tensiones aún no han bajado. Las nuevas propuestas del presidente son rechazadas ipso facto por todos los sectores. Precisamente porque esta crisis aún está en dinámica. No existe una persona o grupo que sea reconocido por las partes como interlocutor válido para desarrollar un diálogo. El poder central perdió legitimidad y la sociedad no ha logrado conformar una representación alternativa.

En esta crisis se redimensionaron los actores. Las principales ganancias las obtuvo el movimiento social. El retorno de los estudiantes con dignidad y como reserva moral. Las organizaciones que se han agrupado como projusticia y anticorrupción se vieron más nutridas y se posicionan como voz de la ciudadanía. La autoestima social se recupera contra anomia de los últimos años. El Ministerio Público, la Cicig y la Corte Constitucionalidad se posicionan como las instituciones garantes dela justicia. El presidente perdió a sus amigos, hoy solo lo rodean los deudores y prácticamente solo gestiona sus pagos de factura política. El Congreso perdió la poca credibilidad que le quedaba. Los grupos defensores de la impunidad casi han desaparecido y solamente se mantienen en las redes a través de net centers. La administración pública perdió unos buenos ministros aunque el presidente lo niegue. El poder de la embajada de los EE. UU. se percibe como decisivo en los problemas internos del país.

La situación de ingobernabilidad se encuentra a las puertas a cada día. Hoy, las propuestas de diálogo y de declaración de estado de emergencia por el colapso de la red de vial se ven como chantaje del gobernante. Las reformas a la LEPP y otras leyes en el Congreso se perciben como dañinas. La llegada del nuevo embajador de los EEUU atrae expectativas de ambas partes. En los próximos días, con la elección de la Presidencia de la Corte Suprema de Justicia, esta volverá al escenario en el que inclinará la balanza para el avance o el retroceso de los procesos de judiciales de los diputados y el presidente. Esperemos que el escenario se mueva favorablemente para el país.
Fotografía tomada de BBC News.
http://gazeta.gt/despues-del-relampago-dios-guarde/

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