lunes, 20 de abril de 2020

GUATEMALA: ALZAR LA VOZ

Sandra Xinico Batz

sxinicobatz@gmail.com
Guatemala duele hasta los huesos. Puedes trabajar toda una vida y no tener nada, ni donde caer muerta, muerto. Lo más difícil de esto es que no es nuevo y tampoco se debe por completo a la crisis generada por el COVID-19, que vino a desnudar (una vez más como lo han hecho otras crisis) que Guatemala es un país injusto, con hambre, desnutrición y extrema pobreza. Miles de personas, a pesar de la psicosis que genera el coronavirus, continúan saliendo, no ha buscar su muerte, sino a evitar morir de hambre. Es el virus o el alimento, es el virus o vivir en la calle; mucha gente no tiene casa en donde quedarse a pasar la cuarentena, en donde vivir.

No existen alternativas, aunque haya prórroga para el pago de servicios, tarde o temprano habrá que pagar, mientras tanto sólo queda endeudarse, además, en medio de todo esto, la luz subió, ya varias personas perdieron su empleo, están suspendidas sin goces de salario; pequeños comerciantes, pequeños productores, vendedoras y vendedores ambulantes no están generando ni un centavo para sobrevivir. Decenas de personas de la economía informal se aglomeran en las municipalidades, el presidente ha dicho que deben tener un registro de las trabaadoras y los trabajadores, algo que es evidente que no ocurre así o ¿acoso la Municipalidad de Guatemala que desaloja con violencia y acosa a quienes trabajan en las calles tienen dicho registro?.

Patzún, Chimaltenango, está por empezar su tercera semana del cordón sanitario, que ya ha generado  el recrudecimiento de la pobreza y ha provocado grandes dificultades para la población. Los agricultores no logran comercializar sus productos, ya hay escasez de alimentos, despidos de trabajadoras, trabajadores por se de Patzún, los médicos ya no atienden, hay mujeres embarazadas preocupadas porque les han suspendido citas y programaciones de partos o cesáreas; los proveedores temen contagiarse por entrar a Patzún y han dejado de abastecer las tiendas, el acceso al agua ha sido un problema por años y esto complica la situación. En los próximos meses mujeres que se dedican a tejer y bordar no generarán ingresos porque la ropa no es una prioridad en estos contextos.

Aumentó la violencia en contra de las mujeres, cinco mujeres son violadas al día y desde que inició el confinamiento se registran (al día) 55 casos de violencia intrafamiliar. El machismo, la misoginia están matando más que el coronavirus.

Guatemala se sostiene principalmente de remesas. Decenas de guatemaltecas y guatemaltecos además del trauma provocado por la deportación son recibidas, recibidos con desprecio. Su país de origen les empujó a migrar y ahora les rechaza porque vuelven enfermos; expulsados de aquí y de allá.

Ante esto, que el miedo no nos paralice, que quedarse en casa no signifique callar frente a la injusticia y el dolor de nuestras hermanas y nuestros hermanos. Que el miedo no nos nuble la solidaridad porque esta es el sustento de nuestro pueblos. Esta situación nos demanda empatía, compresión y conciencia de la realidad en que (sobre)vivimos.

https://lahora.gt/alzar-la-voz/?fbclid=IwAR1E0GB2hcPPX1gQGWtrshWs_xasSKooZdEuFn_RQXjkevjP20-J1RfiJSE

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