Miguel Angel Sandoval
En mayo de 1886 inicia la conmemoración del primero de mayo luego de la matanza de obreros en los EEUU. La conquista más recordada es la jornada laboral de 8 horas. Más de un siglo defendiendo el legado de los mártires de Chicago. De entonces a la fecha se realizan actividades en todo el mundo con referencias al inicio del movimiento obrero moderno, o si hablamos en la actualidad, a los derechos de los trabajadores sin distinciones. Me refiero a obreros industriales o campesinos de plantaciones, empleados del comercio y los servicios, o empleados públicos. Es una jornada emblemática.
En la actualidad los derechos laborales se encuentran en condiciones realmente difíciles, por un lado por la ofensiva neoliberal que desde hace unas 4 décadas sacude al mundo y que ahora como resultado de la Pandemia que azota a la humanidad se amplían las dificultades.
Desde diversos esfuerzos se ha querido suprimir la jornada de 8 horas, así como los demás derechos laborales. Con la crisis del coronavirus, y las medidas para combatir los estragos de ese virus, se ha desencadenado una ofensiva patronal para terminar de golpe, todo cambia de país en país, los derechos laborales que se conocen, como decía, desde hace más de un siglo, y en nuestro país, desde la revolución de octubre de 1944.
Lo que se señala es apenas la ´punta de iceberg como se dice, pues la forma en la cual se recortan los derechos es realmente infame, como se denuncia por todos lados del planeta. Es la lucha entre enfermedad o salud, en pocas palabras, o si se dice de otra manera, es la lucha histórica entre capital y trabajo. Entre el patrón y el obrero, en sus más variadas formas y condiciones.
En el caso de Guatemala actual, una publicación digital hace un resumen, que se queda corto en realidad, de todas las violaciones a los derechos laborales y que víspera de una nueva fecha de conmemoración, nos obliga a una profunda reflexión sobre la mejor manera de proponer una defensa exitosa de los principios mundiales que rigen las relaciones entre patrono y trabajador. Veamos lo que dice el medio digital.
“Desde el lunes 16 de marzo a la fecha, la institución recibió 17 mil 100 llamadas de las que se desprendieron 772 denuncias y la Inspectoría General de Trabajo abrió 130 expedientes para verificar las condiciones” (Nómada) Todo ello publicado la primera semana de abril. Desde entonces la suma de hechos continúa.
Los datos son reveladores, pero algo que inquieta de manera creciente es la falta de resultados que presenta el Mintrab sobre estas denuncias, anomalías, y violaciones a los derechos laborales de los guatemaltecos.
Y en esta dirección nos encontramos que si el Mintrab no realiza las medidas que por ley y compromisos internacionales se imponen, se crea un vacío preocupante en las relaciones de trabajo en nuestro país. Es lo que permite a la patronal agrupada en el Cacif, exigir que cesen las medidas que restringen de alguna manera las actividades empresariales, productivas o no, con la lógica del mayor beneficio económico sin importar la salud de la mano de obra. Es casi como si se regresar a la época del siglo XIX con el trabajo en las minas, o en actividades en donde no existía la menor protección a los trabajadores y éstos morían de debilidad en los mismos lugares de trabajo; es casi volver a la época de la esclavitud en las plantaciones de algodón en EEUU.
O sin ir muy lejos, es la práctica de fumigaciones aéreas sin importar la salud de la gente que vive en donde se fumiga ni la fauna y flora de esos lugares. En pocas palabras, se mantiene la vieja práctica de desechar a la mano de obra cuando la demanda empresarial lo exige, pues finalmente, siempre habrá alguien con más necesidades para ocupar el puesto de los que se enferman o fallecen en sus labores.
Es lo central del planteamiento que en el régimen económico que permite estas maneras de tratar a la fuerza laboral, siempre existirá un “ejercito industrial de reserva”, esto es, una masa de desempleados que asumen siempre el relevo o que en ocasiones funcionan como rompe movimientos al ser manipulados por las fuerzas empresariales, o en casos muy concretos, por los gobiernos al servicio de la patronal.
Por lo señalado, y por la presencia de las medidas de confinamiento, de distancia física, de cuarentena, o de toque de queda o estados de calamidad, se impone una jornada de reflexión desde las casas o desde los lugares de trabajo, de acciones que se puedan hacer compatibles con todas las restricciones, pero que levantan los derechos laborales aun en las condiciones más difíciles.
La lucha de los trabajadores por sus derechos no se detiene, continúa con todas las formas posibles, aún en época del coronavirus.
Nota: Propuesta. Que cada quien escriba un párrafo o una hoja con sus derechos no respetados. Y que esto circule por las redes sociales; es una ocasión que se puede convertir en una jornada de educación por los derechos laborales.
Fotos: Arturo Albizures-COMUNICARTE
Fotos SEPAZ y PNR |
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