Era un 23 de agosto de 1989, en una reunión de la Comisión para el Análisis del Presupuesto para la reforma universitaria, después de concluida la agenda, manifesté a los representantes del Consejo Superior Universitario que apoyaran para que el Consejo Superior Universitario se pronunciara sobre los secuestros que habían sido víctimas el Carlos Contrera Conde, Hugo Leonel Gramajo e Ivan Ernesto González Fuentes, la respuesta de uno de ellos, fue de que no lo iban a realizar, hasta que tuvieran la certeza del móviles de esas acciones, le mostré el pronunciamiento que como Asociación de Estudiantes de Ciencias Económicas –AECE- y Frente Académico de Ciencias Económicas –FACE- había sido publicado ese día como campo pagado, en el cual responsabilizamos de las desapariciones de nuestros compañeros al gobierno de Marco Vinicio Cerezo Arévalo, como único comentario de la misma persona fue de que no debimos responsabilizar abiertamente al gobierno sino únicamente hacerlo responsable de la seguridad de nuestros compañeros, con un sabor agrio por tal respuesta, salí de la reunión y me dirigí a la Nave.
En el camino devoré el pan nuestro de cada día de los dirigentes estudiantiles o sea un shuco, al llegar me informaron del secuestro de Silvia Maria Azurdia Utrera, Victo Hugo Rodríguez Jaramillo, Arón Ubaldo Ochoa Ramírez, el miedo paralizó por un momento mi mente, por unos segundos no tuve control sobre mi cuerpo, las amenazas se hicieron efectivas con los secuestros de Carlos, Hugo, Ivan, pero seguían y quizá ¡podría haber sido yo!, después de ese momento traumático, la pregunta en el ambiente era ¿qué hacer? ¿Cómo proceder? ¿Huir? ¿exiliarse? ¿seguíamos en la lucha?, finalmente después de deliberar y evaluar los riesgos existentes, se decidió dar una conferencia de prensa para exigir el aparecimiento con vida de los compañeros hasta ese momento secuestrados, se fijó las 19:00 para la misma y se designó Mario Arturo de León miembro de la Coordinador de Ejecutiva de la AEU, que acompañaría a Silvia Utrera madre de Silvia Maria Azurdia Utrera.
Culminó la conferencia a la prensa y era el momento de la despedida, sugerimos a Mario tomar todas las medidas de seguridad, con el grupo de económicas tomamos otro rumbo diferente al de Mario quedamos tranquilos porque lo acompañarían los compañeros de Agronomía, sin imaginarnos que sería la última vez que lo veríamos. Por esos días ya no regresamos a las casas donde vivíamos sino después de verificar que no éramos objeto de seguimiento íbamos a pernoctar a casas de compañeros estudiantes que no participaban en el movimiento estudiantil, sino que eran únicamente simpatizantes, pero de confianza.
Al día siguiente de nuevo me hice presente en la nave para planificar las medidas que tomaríamos para continuar la lucha por nuestros compañeros secuestrados, cuando recibí la noticia de que Mario de León había sido secuestrado, el miedo de nuevo se hizo presente y los pocos que no estábamos quedando en la AEU, tomamos coraje y megáfono en mano organizamos varias manifestaciones por el aparecimiento con vida de nuestros compañeros, la última manifestación donde participe era una tarde gris, una llovizna constante, que pronosticaba poca participación estudiantil, sin embargo, Sonia señora y otros compañeros agitaron en el S-10 y S-9 mientras yo esperaba en la Plaza Oliverio Castañeda de León, en las bocinas se escuchaba la canción de los estudiantes de Guaraguo, al frente sobre cruces de madera estaban playeras con el nombre de cada uno de la y los compañeros secuestrados desaparecidos, al saber que venían llegando los compañeros de Económicas, tome el micrófono e invité a que nos acompañaran a la marcha, de pronto de los edificios alrededor de la plaza, empezaron a salir centenas y después alrededor de 3,000 estudiantes, iniciamos el recorrido, esta vez por estrategia esa noche salimos por la calzada Aguilar Batres, entre las playeras y antorchas, sabía que era mi última marcha, atendiendo la recomendación de proteger mi vida, entre tristeza e incertidumbre antes de llegar a la Bolivar me mezcle entre participantes y salí para otros rumbos.
31 años han pasado de aquel 23 de agosto, y hoy viene un torrente de recuerdos vividos con el camarada Mario de León y su compa de vida Chiqui.
Compartimos el gusto por el teatro popular huelguero, escribir libretos de las obras, él con el grupo de teatro Rech Tinamit de Agronomía, en donde proféticamente en una parte de una obra izo parodia de la canción del ejército “El Soldado Amigo” con la letra siguiente: “Yo sabía que Vinicio era igual que Rios Mont”.
Chiqui su novia y después su esposa, estudiaba en la Facultad de Farmacia, cuando iba con su bata blanca, alguna vez como broma le dije que mejor optará por un auditor porque un agrónomo le iba manchar su bata de lodo, lo cual causo gracia a ambos.
En 1986 nos aglutinamos en la Coordinadora Estudiantil Universitaria -CEU- donde en las reuniones solía permanecer callado hasta que todos movían sus piezas del debate en el tablero de ajedrez y buscaba el momento propicio para dar le jaque mate con su opinión, de allí su apodo de “Control”. En esas elecciones para AEU, fuimos perseguidos por los integrantes armados de “Fuerza” un grupo de derecha, cuando colábamos una manta de propaganda.
Como quedar en el olvido los intercambios de solidaridad con los grupos de teatro, haciendo mini-teatros de salón en salón para apoyar las campañas de elecciones de asociaciones estudiantiles y la vez que le toco a él y otros compañeros ir a dejar propaganda a económicas; la toma de la mayor parte de los edificios del campus central en apoyo a los compañeros de Económicas y en contra del Director General Financiero de esa época.
Las marchas de 1 de mayo y 20 de octubre en los años cuando todos tenían miedo de participar; la rearticulación del movimiento social; la toma del Edificio de Rectoría que dio como resultado el inicio de la Reforma Universitaria.
Como borrar todo lo vivido con el camarada control desde que se asumió la conducción de la AEU con Unidad Estudiantil y la organización de la Unidad de Acción y Solidaridad Estudiantil –UNASE-, el rescate de los integrantes de la Representación Unitaria de Oposición de Guatemala –RUOG- y su posterior presentación en el IGLU.
Aún están presentes los momentos de la Huelga de Dolores de 1989, donde desde la primera sesión fuimos amenazados por los grupos paramilitares Jaguar Justiciero y el Ejército Secreto Anticomunista, me toco que apoyarlo como tesorero, e implementamos controles para transparentar cada centavo recibido y erogado, recuperamos el contenido de licor y cerveza robados en el trayecto de la cervecería al campus universitario; evidenciamos la apropiación indebida de un aporte al movimiento de Huelga por parte del oreja Willy Ligorría. Las noches que nos tocaba que contar la talacha todavía se recibían monedad de Q.0.01 y aquella vez que cansados fuimos a Nimajuyú a dejar a Chiqui y en un pequeño comercial deleitamos unas tortillas con carne que rompió la dieta de shucos y pan sándwich con jamón o pate; la velada donde competimos, él con una obra sobre Reforma Universitaria y yo con “La gente con tu vives”, en fin fue una Huelga donde retomamos su papel histórico a costa de amenazas y el exilio de varios miembros de ese Honorable Comité.
Y, ante todo, no se puede olvidar nuestros sueños por una Guatemala donde reinará la equidad, justicia y democracia, no se puede dejar en el tintero nuestra militancia revolucionaria, de la cual fuiste fiel guardián, compartimentando nuestros nombres a costa de tu libertad y quizá de tu vida.
Mario de León mientras no nos digan tu paradero, seguirás viviendo en cada lucha y nos darás aliento para no claudicar, porque fuiste ejemplo y no enseñaste el camino, tus huellas jamás se borrarán.
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