Homenaje póstumo y ofrenda floral al compañero revolucionario Virgilio Raúl Nájera. "Santiago" |
No volviste de tu última batalla, querido viejo
Esperamos verte de regreso como tantas veces, y nos quedamos con el abrazo y la alegría en pausa mientras el mundo siguió girando
Fue tu historia de resistencia clandestina la que nos dio esperanza hasta el aviso final para reconocerte.
Te recordamos en Juventud pinulteca, junto a tus hermanos y su generación, en el fomento del deporte, el teatro y la organización juvenil.
Te recordamos en tu esfuerzo y aporte al cooperativismo como alternativa del pueblo campesino empobrecido en San José Pínula y a los primeros proyectos de agua potable para el pueblo siempre de la mano de Mama Juana y el querido padre Hermógenes López Coarchita, asesinado por el ejército de Guatemala el 30 de junio de 1978.
Recordamos cuando integrando el sindicato de la Empresa Guatemalteca de Autobuses, fuiste capturado, amenazado y golpeado para desarticular el sindicato, pero volviste a casa para encontrarte con Mama Juana y su memoria rebelde para guiarte por el camino de la lucha armada como única la única alternativa para los oprimidos.
Recordamos tus andanzas por los bosques de San Luis, aprendiendo el arte de la guerra revolucionaria junto otros jóvenes de tu época y tu solidaridad ante las dificultares que la pobreza le causaba.
Recordamos cuando tuviste que partir de casa, envuelto en el manto y el lenguaje clandestino de la lucha guerrillera, obligado a separarte de nosotros y mi madre, tu familia, dejando tu casa y tus sueños en tu bella Santa Inés Pinula. Doloroso precio por atreverte a cambiar el mundo de miseria que se te impuso a vos, los tuyos y tu pueblo, pero con la bendición hermosa y combativa de tu propia madre quien nos contaste alguna vez, tuvo la claridad para formar el naciente criterio revolucionario que te llevaría a formar el primer contingente de Nuestro Movimiento en Baja Verapaz.
Sin embargo, siempre volviste, en las palabras de los tíos políticos que alegraban el corazón de mi madre para informarle que en algún lugar de esta tierra estabas bien, que te buscaba el enemigo, pero estabas bien.
Así fue, cuando a principios de los 80s caíste en tu huida en un accidente que te llevó al hospital, de donde te rescató una unidad de compañeros adelantándose a la inteligencia militar que te seguía los pasos.
Así fue cuando intentaste en vano, auxiliar al comandante Chicho, de aquel mortal y desigual combate con las fuerzas represivas del gobierno de Romeo Lucas García en enero del 82.
Así fue cuando salvaste tu vida y la de otros compas al detectar el operativo enemigo que se tendía congelando las cuadras en la colonia “El Milagro” y bajo las balas seguiste los barrancos de la ciudad por días, hasta volver a casa, siempre en los mensajes de los compas.
Ahí, recuerdo, vagamente cuando mi tía Elena, me llevó a vos, engañándome con ir al parque, y apareciste entre los edificios del centro histórico, para dejar un recuerdo vago de los primeros abrazos y cariños que recibí de vos.
Venciste tantas veces al enemigo, que decidieron vengarse con nuestra familia y nos arrebataron a mama Juana, tío Carlos, tía Elena y mi mamá aquel fatídico día de noviembre de 1984.
Volviste por nosotros, tus hijos e hijas adelantándote al enemigo y nos enseñaste a resistir en tierras extrañas, donde nos diste vida, cobijo, alimento, amor y dignidad.
Nunca perdiste ese don de resistencia y lucha, siempre con inteligencia y previsión supiste salvaguardarnos, y aunque en aquellos tiempos no entendiéramos tus decisiones, hoy seguimos vivos gracias a ellas.
Volviste también a esta tierra, a tu amada y doliente Guatemala, tras la guerra, y te fundiste con las comunidades indígenas y campesinas que recibieron tu acompañamiento, tu experiencia y tu luz de lucha y resistencia. Nos trajiste a ella, de vuelta para devolvernos identidad, pertenencia y sentido de lucha.
Nos enseñaste el camino, y tus huellas, junto a la memoria de tu madre, mi madre, tus hermanos caídos y tu familia extendida llena de compañeros y compañeras guerrilleras, nos dio la fuerza para continuar tus luchas y caminar con otras memorias de otros hijos y otras hijas de la guerra revolucionaria.
Nos quedamos abrazados de esa memoria, viejo, la que vos nos heredaste con lucha férrea y decidida por la vida, con la coherencia y la dignidad revolucionaria que te permitió morir tal como viviste, humilde y sencillo pero inquebrantable, sin negociar ni vender la vida ni el pellejo del pueblo, al enemigo de clase que siempre supiste distinguir de entre tantas caras y pieles que te presentó para doblegarte. Lo venciste hasta la muerte, que nadie dude de ello.
Y vivirás así, en nuestros corazones y nuestra memoria, como íntegro y ejemplar revolucionario, padre, abuelo, amigo y compañero.
Hasta que nos volvamos a encontrar, Hasta la victoria siempre, querido viejo. SALUD!
Tus hijos, tus hijas, tus nietos y nietas.
Guatemala. 17 de septiembre de 2021. A nueve días de tu partida.
https://www.facebook.com/rulisnajera/videos/1472530173131679
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