jueves, 23 de junio de 2022

GUATEMALA: PROHIBIDO OLVIDAR, CALLAR Y PERDONAR


Por: Miguel Ángel Albizures

AÚN TENGO LA IMAGEN DE ELLOS, HOMBRES Y MUJERES, ALGUNOS DE ELLOS JÓVENES, QUE LUCHABAN POR UN BUEN TRATO Y SALARIO JUSTO Y CUYA ÚNICA ARMA ERA LA ORGANIZACIÓN SINDICAL Y SU UNIDAD FRENTE A ESE SALVAJE SECTOR EMPRESARIAL QUE RECOMENDÓ O AVALÓ LA PERSECUCIÓN, AMENAZAS, SECUESTROS Y ASESINATOS DE SINDICALISTAS...

El pasado martes veintiuno se cumplieron cuarenta y dos años del secuestro y desaparición masiva de veintisiete compañeros y compañeras de la Central Nacional de Trabajadores (CNT), cuando las fuerzas de seguridad del gobierno de Lucas García entraron violentamente a la sede de la central, dispararon contra ellos y se los llevaron quién sabe a dónde. Lo único cierto es que, hasta el momento, no se sabe nada de ellos y ellas; sus familiares –quienes aún viven- siguen clamando por ellos y exigiendo se haga justicia.

“Prohibido olvidar”, dicen las organizaciones de derechos humanos y nosotros agregamos “prohibido callar” y perdonar estos crímenes de lesa humanidad. Nos llamarán intolerantes por decir que no perdonamos, pero uno perdona a quien se arrepiente de lo que ha hecho y, en este caso, ni siquiera lo reconocen, mucho menos demostrar arrepentimiento. Prohibido olvidar y guardar silencio, porque los criminales de aquella época están todavía ahí, como el dinosaurio de Tito Monterroso, adiestrando a otros sobre lo que hicieron para sepultar el pujante movimiento reivindicativo de la década de los setenta y ochenta.

Aún tengo la imagen de ellos, hombres y mujeres, algunos de ellos jóvenes, que luchaban por un buen trato y salario justo y cuya única arma era la organización sindical y su unidad frente a ese salvaje sector empresarial que recomendó o avaló la persecución, amenazas, secuestros y asesinatos de sindicalistas, sin importar si eran directivos de organizaciones o nada más afiliados activos en defensa de sus derechos.

Muchos de los familiares de los desaparecidos han muerto, llevando en su memoria al ser querido, esperando que volviera para tenderle los brazos. Realmente no se trata solo de los veintisiete desaparecidos de la CNT, sino de quienes aparecen en el diario militar, o los secuestrados en el local de Emaús, Escuintla, en agosto de 1980; o los catedráticos y estudiantes universitarios y de educación media, así como de los y las adolescentes estudiantes de educación media, que ponían música a las protestas… fueron violentamente asesinados o desaparecidos. Fueron aquellos patojos como Oliverio Castañeda de León, Robin García o Julio César del Valle Cóbar.

Entre ellos, nuestro sobrino Luis Rolando Pedroza, de veinticuatro años, detenido y desaparecido por la judicial el veintitrés de febrero de 1982; su madre, Bertita Guzmán de Pedroza falleció la semana pasada, esperando la vuelta de su hijo; la vimos llorar una y otra vez, recordando a su hijo, esperando se lo devolvieran vivo o muerto. Se fue, como se han ido muchos familiares de los desaparecidos, esperando su regreso o la aplicación de la justicia. Y, ni una ni otra.

Cuesta entender cuánta crueldad y salvajismo, cuesta entender cómo pudieron cometer semejantes crímenes, cumpliendo órdenes o haciéndolo con gusto.

Por eso, es preocupante lo que hoy sucede, los pasos que se están dando hacia el abismo, el enseñorearse en el poder y apoyarse en las armas y en el empresariado que quiere llevarnos de regreso a aquellos tiempos de silencio, muerte y destrucción de organizaciones sindicales y de derechos humanos. Por ello el Nunca Más sigue siendo el grito para no volver a ese pasado que creíamos superado.

https://elperiodico.com.gt/opiniones/opinion/2022/06/23/prohibido-olvidar-callar-y-perdonar-2/

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