Por: Miguel Ángel Albizures
Que esta Navidad, llegue hasta los amigos y amigas, a los conocidos o no, que han sido encarcelados injustamente, un abrazo fraternal y solidario a ellos y nuestro compromiso de seguir la lucha por ellos, por su libertad, porque vuelvan a encontrarse con la familia, compartiendo en sus casas, derecho que los poderes fácticos hoy les niegan.
Pasa la Navidad y emprendemos el camino a un nuevo año, pero quién sabe si será nuevo; si la misma gente sigue en el poder, lo único que puede suceder es que se repitan las barrabasadas que han hecho, pues tampoco se vislumbra un despertar del pueblo oprimido por los tres poderes que siguen decidiendo su destino: el gobierno, los empresarios y los militares.
Esta es una dinámica que vivimos desde 1954, cuando los gringos, con los militares y civiles serviles, dieron golpe de Estado con lo que llamamos la contrarrevolución, desatando una vorágine de represión, opresión y aprovechamiento de los recursos del Estado. El pueblo se ha levantado, como en las gestas de marzo y abril de 1962, el surgimiento del movimiento guerrillero que trató de construir una Guatemala justa y humana, o el fuerte movimiento sindical y campesino que tomó las calles en la década de los setenta exigiendo el respeto a sus derechos, tratando de devolver la esperanza al pueblo.
Las huelgas campesinas de los ochenta hicieron temblar al empresariado agrícola; después, muchos dirigentes campesinos fueron secuestrados, torturados, desaparecidos o asesinados, respondiendo con balas a las justas peticiones de obreros y campesinos. Muchos trabajadores, hombres y mujeres aguerridos, desafiaron al poder en las calles, defendiendo la dignidad y los derechos de la población. Muchos pagaron con su vida la osadía de desafiar al poder y de buscar un mundo mejor.
La Navidad de 2022 no será un momento sencillo de unión en familia, de regocijo o de comunión cristiana. Llegamos a este fin de año con fiscales, jueces, periodistas, defensores de derechos humanos y líderes comunitarios perseguidos, atacados o encarcelados injustamente, solo por cumplir con su deber de poner sus conocimientos al servicio de la justicia y del pueblo, de levantar sus voces contra la iniquidad.
Que esta Navidad, llegue hasta los amigos y amigas, a los conocidos o no, que han sido encarcelados injustamente, un abrazo fraternal y solidario a ellos y nuestro compromiso de seguir la lucha por ellos, por su libertad, porque vuelvan a encontrarse con la familia, compartiendo en sus casas, derecho que los poderes fácticos hoy les niegan. Tenemos la esperanza de navidades y años verdaderamente nuevos, donde la niñez tenga los nutrientes necesarios y que las muertes por hambre y frío queden como un mal recuerdo. Tenemos que seguir la lucha por esa niñez y juventud que merece un mejor destino.
Ojalá algún día seamos capaces de construir una nueva Guatemala, justa y democrática, sin marginados ni excluidos.
https://elperiodico.com.gt/opiniones/opinion/2022/12/22/se-va-un-ano-siniestro/
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