jueves, 3 de septiembre de 2015

LA NUEVA GUATEMALA

Guatemala ha dejado de ser la misma y el movimiento social debe seguir luchando.
MIGUEL ÁNGEL ALBIZURES
Me hubiera gustado ver la cara de los mal llamados sindicalistas después que los diputados –por conveniencia propia– votaron en contra de lo que ellos y su presidente esperaban, pues hasta el último momento se arrastraron frente al Congreso de la República e irresponsablemente utilizaron niños para tratar de impedir el ingreso de los mal llamados padres de la patria, que siempre han defendido sus intereses personales y partidarios, y no los intereses del país.
La actitud de unos cuantos sindicalistas como Nery Barrios, Luis Lara, Joviel Acevedo o Pedro Esquina, tampoco puede ser aprovechada para juzgar y acusar a todo el movimiento sindical, ni para querer violentar el derecho de negociación colectiva, a través de la cual se superan las garantías mínimas que contiene el Código de Trabajo como fruto de la Revolución de Octubre de 1944, así como tampoco se puede juzgar a toda la institución armada por los que cometieron crímenes en el pasado o los militares que se han enriquecido ilícitamente.
Posiblemente cuando esté leyendo este artículo, ya estemos hablando del expresidente Otto Pérez, porque ha sido ligado a proceso, y empiecen las propuestas para el segundo de a bordo de Maldonado Aguirre, pues la coyuntura ha cambiado y esperamos que entienda que la terna que proponga, debe ser en consulta con los sectores que se han fajado estos últimos cuatro meses para que se juzgue a los responsables de la crisis, acusados de corrupción.
El momento histórico que se vivió, hoy hace ocho días, hubiera sido suficiente para que el presidente Otto Pérez entendiera que no podía mantenerse más en el poder, pero sin embargo, sus consejeros, cuadrándose ante él, le prepararon el discurso para que arremetiera contra todos, actitud que volvió a asumir el pasado 31 de agosto en un intento desesperado por mantener a su favor el voto de los diputados “patriotas” y del “líder” para seguir gozando de la impunidad que da la inmunidad, pero no tomó en cuenta que sucia es la política, porque sucios son los políticos a quienes no les importa pasar sobre su propia madre con tal de lograr sus objetivos. No crean –los diputados– que al pueblo se le ha olvidado el papel que han jugado estos meses de convulsión social y el rechazo a su actitud servil se debe demostrar en las elecciones del próximo domingo.
La presencia masiva y consciente del pueblo en las plazas o los bloqueos de carreteras por los miembros de la Guatemala profunda, –no de los serviles– sientan un precedente histórico que debe ser tomado en cuenta por los funcionarios y los futuros gobernantes del país, pues Guatemala ha dejado de ser la misma y el movimiento social debe seguir luchando por las transformaciones que se necesitan y la fiscalización de las instituciones y funcionarios.
http://elperiodico.com.gt/2015/09/03/opinion/la-nueva-guatemala/

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