jueves, 29 de octubre de 2015

SAUL Y ROGELIO: GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS (Mensaje de Cecilia Mèrida)


“…Y estas voces nos recuerdan que el centro del universo está en cada uno de nosotros, porque está en cada uno de los frutos que brotan en cada instante del tiempo y en cada lugarcito de la tierra. Y nos invitan a recrear el hilo roto de la vida, a sanar la violada dignidad de la naturaleza y a recuperar nuestra perdida plenitud.” (Eduardo Galeano) 

Este mensaje que deseo escribirles esta noche, sólo puede empezar diciendo Gracias a cada una de Ustedes compañeras, amigas; a cada uno de Ustedes compañeros, amigos, porque cada uno de nosotros hemos sido indispensables en el camino de la búsqueda y reclamo de la libertad para Saúl y Rogelio. Cometería una injusticia muy grande si tratará de nombrarlos a todos, porque seguramente olvidaría a alguien y no sería con intención, sino que simplemente han sido tantas personas quienes aportaron todo lo que en su momento se necesitó para aligerar la carga de injusticia que pesó sobre los compañeros y para agilizar que la Verdad y la Justicia prevaleciera.
A lo largo de estos dos años durante los cuales acompañamos a Saúl y Rogelio; Carmelina y Zenaida, hemos tejido una Red de Vida, una red de solidaridad, donde cada uno puso lo que estaba a su alcance, pero lo más extraordinario es que trascendimos ética, humana y políticamente con nuestra mirada estratégica, con nuestro accionar concreto y oportuno. Algunas acciones realizadas fueron abiertas y públicas, donde nos movilizamos y encontramos, pero muchísimas otras fueron constantes, desde nuestras organizaciones, espacios de trabajo, de convivencia cotidiana; las cuales necesitaron creatividad y tomar decisiones, fue desde ahí donde fluyó la energía para mantener viva la esperanza que se le transmitía a Saúl y Rogelio. Para levantarles el ánimo, para llevarles buenas noticias a la cárcel, para decirles que no importaba lo difícil que pareciera en ese momento su situación; que afuera habíamos muchísimas personas pensándolos y trabajando por ellos.
La sentencia absolutoria que dictó el día de ayer el Tribunal de Quetzaltenango, a favor de los compañeros, está sostenida en cada llamada de teléfono, en cada correo enviado, en cada demanda puesta, en cada respuesta afirmativa que recibimos de todos Ustedes, cada vez que pedimos o propusimos algo que pensamos y sentimos se necesitaba aquí en Huehuetenango, pero que sólo podía venir de los muchos lugares donde Ustedes se encuentran. ¿Qué hubiera sido de Saúl y Rogelio? Si Ustedes no hubieran dicho “Sí, déjanos ver, veamos que se puede hacer, danos tiempo para pensarlo.” No nos faltó nada de lo imprescindible para que los compañeros siempre se sintieran acompañados. Estoy convencida que resguardar la Dignidad de un Preso Político pasa por no abandonarlo nunca. Eso hicimos nosotros con Saúl y Rogelio, nunca los dejamos ni un momento solos.
Otra vez y como un aprendizaje humano, llenamos de luz, canto, colores y hasta alegría las descoloridas paredes de la cárcel, porque cada vez que entramos a ese espacio habitado por la desolación, la cárcel, portamos eso, el más alto sentido de Dignidad. Dimos la cara por los compañeros y eso también nos liberó un poco a cada uno de nosotros, porque aprendimos a amar más nuestra libertad.
El trabajo de los abogados, la persistencia de la palabra escrita de quienes escribimos, nuestras voces al aire en televisión, en radio, en documentales, nuestros análisis capaces de articular causas, efectos y de situar la violencia empresarial y gubernamental como parte de un modelo de desarrollo antihumano; así como el cantarle a la Vida y nuestra capacidad de movernos como un cardumen nos dieron la posibilidad de aportar a que terminará la grave injusticia cometida en contra de la Vida de Saúl y Rogelio; así que también nosotros ganamos, porque seguimos aprendiendo y corroborando que nuestra persistencia o el amor a la Vida siguen siendo la simiente de los cambios que todos deseamos ahora y para mañana.
Cómo no agradecer cada gesto de cariño que ayudó a llenar las manos de Saúl y Rogelio para que ellos tejieran en sus morrales, pulseras y floreros la palabra LIBERTAD. Confiando en que el Universo está hecho de energía, quiero creer que convocada tantas y tantas veces la Libertad se hizo posible a través de los Abogados Defensores, de cada uno de nosotros y de ellos mismos que nunca claudicaron.
Finalmente, estoy convencida que está relación armónica construida durante este tiempo, se logró gracias al respeto y reconocimiento mutuo que siempre existió, por el reconocimiento de que Carmelina y Zenaida, junto a Saúl y Rogelio, eran los que al final siempre tuvieron la última palabra en todas las decisiones que se tomaron.  Seguramente Ustedes tendrán muchos otros aprendizajes, espero que todo sirva para continuar abonando el camino hacia la libertad de los ocho compañeros que todavía están en la cárcel, injustamente.
 

Cecilia Mérida
Huehuetenango/Quetzaltenango

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