CUADERNO PARA EL DEBATE
PARTE II
Nos encontramos ante el hecho masivo
de la crisis de un «sistema mundo»
que comenzó a gestarse hace 5000 años
y que se está globalizando hasta llegar
al último rincón de la Tierra, excluyendo,
paradójicamente, a la mayoría de la humanidad
(Dussel)
Kajkoj Máximo Ba Tiul1
Presentación
Mientras un grupo de indígenas, hombres y mujeres del continente de América Latina, hoy conocido políticamente como; Abia Yala, Abya Yala, marchaban en la ciudad capital de Guatemala y posiblemente en otros centros urbanos del mundo, denunciando las atrocidades cometidas hace 532 años, con la llegada de los europeos a estas tierras (España, Francia, Inglaterra, Portugal, Holanda), y con el apoyo económico, político, social y cultural, de las monarquías europeas y la iglesia católica, quienes por su afán expansivista, ni les importó la muerte y el genocidio, pero, si su sed y su ambición por los bienes que celosamente cuidaban los pueblos originarios, para su vida y su comunidad.
En Europa, sobre todo en España, vuelve a surgir la idea de la “leyenda negra”, aunque ahora las discusiones ya no son en la Salamanca, sino desde los partidos que controla el fascismo europeo, y sigue siendo eso, “defender a los conquistadores, invasores, genocidas” o incluso de proponerlos para que sean
llevados a los altares, como en 1992, cuando “se trató de consagrar como santa a Isabel la Católica”. Así, el 12 de octubre, España amaneció sus calles, con una propagan impulsada por grupos católicos de extrema derecha, en donde se leía: “Ni genocidas ni esclavistas, fueron héroes y santos”.
En ese escenario político, fui invitado a participar con un análisis, sobre tres palabras, tres conceptos, tres ideas: Decolonialidad, Descolonialidad, Poscolonialidad en Guatemala. Fue en el espacio “Letras al Aire”, que se transmite en las redes sociales de Otra Guatemala Ya y Radio Urbana. El objetivo fue, seguir pensando después de estos más de cinco siglos, sobre el proceso de descolonización en Guatemala y si hay realmente procesos de descolonización. Y
cómo se manifiesta la colonialidad en nuestros territorios, comunidades, pueblos y organizaciones.
La preocupación sigue siendo, eso, ¿Por qué, en Guatemala fechas como el 12 de octubre como no son de interés de los pueblos? ¿estamos perdiendo la memoria o tenemos una amnesia histórica? ¿Cómo pensar desde el lugar de los Otros? ¿Por qué es importante pensar no desde la diferencia, sino de la distinción? ¿Cómo pensar desde los distintos? ¿Cómo seguir negando y cuestionando los sabes aprendidos o adaptados? ¿Sólo los indígenas o pueblos originarios deben descolonizarse o también los ladinos u otros grupos sociales?
Después de haber terminado la entrevista, considere importante compartir algunas ideas, para que podamos seguir reflexionando estos conceptos, que al final concordamos que no son simples tres palabras, conceptos, categorías. Son formas de pensarnos y pensar a los Otros. Son formas, que nos invitan a emanciparnos y a imponernos frente a cualquier forma de colonización. Y que después de estos 532 años, cuando experimentamos una forma continua de colonización, se hace necesario pensar desde sujetos en movimientos que se piensan libres y autónomos en algún momento.
Desarrollo
¿Qué significa la descolonización y la decolonización en el contexto guatemalteco? ¿Estamos realmente en un proceso poscolonial? ¿Qué es el poscolonialismo? ¿Es cierto que los ladinos tienen más privilegios que los indígenas? ¿Terminó el colonialismo español y hay otras formas de colonización? ¿Qué significa el capitalismo en términos coloniales?
Cuando comenzamos a pensar en términos decolonial, estamos tratando de pensar desde el pensamiento y el sentimiento del Otro, del que sufre las consecuencias del capitalismo, del sistema mundo capitalista dijera; Wallerstein. Es pensar desde quien ha sido transformado en campesino y negándole su ser originario y su ser “hijo e hija de tierra”. Implica pensar desde los condenados de la tierra dijera Fanón, Desde quienes han resistido y se han rebelado a las condiciones creadas por un sistema mundo racista, discriminador, occidental, etc. Pero no solo es pensar, sino también invita a actuar desde su condición de colonizado y de explotado, para ortalecer su proceso emancipatorio.
Hacer este camino, implica no solo beber de lo más profundo del pozo del Otro, sino de tu propio pozo. No es solo una tirada conceptual o teórica. Ni tampoco de una filosofía o teoría social, desencarnada, sino que es el camino para asumir el proceso que le dieron vida a una nueva filosofía, como la “filosofía de la liberación” dijera Dussel.
La decolonialidad, nos invitan a desprendernos, desamarrarnos del eurocentrismo,
del occidentalismo, de la modernidad y la descolonialidad, nos llama a construir
categorías epistémicas que salgan desde los pueblos colonizados, explotados,
oprimidos. Mientras que la poscolonialidad, supone que los pueblos estarían en movimiento constante, construyendo su liberación o por lo menos construyendo,
espacios semi autónomos o autónomos, como el EZLN en México, las comunidades si contacto de la Amazonía, algunas comunidades de Perú y de Colombia.
La decolonialidad, nos induce a conocernos a nosotros mismos, “quién soy” y “tú
quién eres”, mientras que la descolonialidad, implica que se ha roto esa dependencia con el occidente y la modernidad. La poscolonialidad, quiere decir,
que, si ya nos soltamos de ese cordón umbilical frágil y líquida, entonces, estamos
caminando como nosotros queremos y no construyendo procesos desde los
espacios o estados coloniales.
Esta discusión sobre la descolonización, decolonización y poscolonización, no es
nueva en nuestra región. Siempre hubo discusión descolonizante, en esta historia
de los 500 años de colonización. Hubo corrientes que estuvieron en contra de la
europeización del continente. Desde los primeros años de la invasión europea en
1492, hubo gente que se opuso tenazmente a este proyecto supuestamente
civilizatorio, que más que civilizatorio fue de barbarie. Guaicaipuro, en Venezuela
en 1530, Mallini, Malintzin o Malinche, Kanek en Campeche, Lautaro en la región
mapuche. Poco tiempo después, las movilizaciones en contra de los tributos en todo el continente, como Tupac Katari, Tupac Amaru, Bartolina Sisa, Atanasio Tzul, Lukas Akiral, Manuel Tot y muchos más. Todas estas resistencias habrá que repensarlas desde este modo de estar en contra del proyecto de conquista, invasión y colonización. Hay que pensarlas desde el lugar de quien no quieren reconocer, de quien es tratado racialmente como desigual. Hay que pensarlas desde un proceso de desmitificación de premisas “occidentales”, de que nuestros antepasados, se vendieron por “espejitos”, cuando no fue así.
Siempre hubo intentos de romper o por lo menos ponerle trabas a este proceso, que conlleva la ambición histórica europea y occidental de devorar los bienes que hay en los territorios indígenas hasta hoy. Siempre hubo críticas al sistema político, social, cultural y religioso impuesto por los europeos, en esta línea podemos analizar los aportes de Felipe Guamam Poma de Ayala, en Lima, con su “Primera nueva corónica y buen gobierno” manuscrito de 1615, manifestando las condiciones inhumanas de los indígenas peruanos en el virreinato de Perú.
El Inca Garcilaso de la Vega, en sus Comentarios reales de los incas o Primera
parte de los comentarios reales, pretende recuperar las costumbres y valores del
pueblo Inca. En el caso de los mayas, Los libros de Chilam Balam, los Anales de los Kaqchikeles, incluso el Popol Wuj o el texto de Huanochiri de las Quichwas o
Kicvhwas de Ecuador, que podrían considerarse textos decoloniales y descoloniales y como formas de pensarse y entenderse el Otro. No son solo textos poéticos, líricos, lingüísticos, simbólicos, son textos que le contestan al colonizador y sitúan a los pueblos originarios, ante el modelo colonial que se quiere imponer. Son textos que nos presentan una antropología, historia, sociología, política, educativa, distinta al del colonizador.
Los diferentes levantamientos y rebeldías indígenas en todo el continente, en esta
historia de más de 500 años, se deben comprender y entender desde esta lucha
anticolonial. El proyecto colonial, no lo tuvo y ni lo tendrá fácil, en todo el continente y por eso, si leemos las cartas de Alvarado, textos de Hernán Cortes y de otros colonizadores/invasores, siempre se quejan que los pueblos no se dejaban fácilmente y por eso, implementaron su proyecto con más represión, sino como explicar las quemas de ciudades, las torturas a dirigentes, el aperreamiento, incluso el bautizo cristiano. Porque fueron pueblos enteros y organizados que se
enfrentaron al proyecto colonial europeo. En 1524 el enfrentamiento de Tekun
Uman, en el occidente del país. Las resistencias en Tenochtitlan y otros lugares del continente, muestran que, desde sus inicios, este proyecto que hoy llamamos de invasión europea, tuvo mucha oposición.
Volviendo de nuevo a esta trilogía; decolonialidad, descolonialidad, poscolonialidad, y que nos convoca en ese momento. Nos invitan a pensar que no podemos discutir, analizar, pensar y actuar, desencarnados de la historia, porque el imaginario debe ser la “liberación” de los marginados, excluidos, ninguneados, racializados. De ahí, que las primeras guerras de independencia en el continente, como la de Haití, tiene su dinámica descolonizante, porque lo que buscaba era una independencia para terminar con la esclavitud y que los afros descendientes comenzaran a construirse como territorios autónomos e independientes, sin ataduras. Las guerras de independencia en el Sur, encabezadas por Bolívar y Sucre, la “Conjura de Belén” en Guatemala. Las guerras de liberación nacional en el Africa. La lucha por los derechos políticos de los descendientes africanos en Estados Unidos y algunos países de Europa, de 1960 en adelante, que abrió la posibilidad de hablar sobre derechos civiles y políticos de las minorías étnicas.
Un proceso descolonial o decolonial, nos convoca a “romper con lo occidental”.
Pensadores como Edward Said, con su orientalismo y su eurocentrismo, nos
convoca a desprendernos de estas ideas que no nos han permitido ser nosotros
mismo. En nuestro continente, también se han construido propuestas en estas
líneas, algunos discutiendo el modelo de desarrollo, otros sobre la pobreza, algunos explicando los principios de la identidad latinoamericana: Teothonio Dos Santos, Ruy Mauro Marini, Celso Furtado, Agustín Cuevas, no olvidemos la propuesta de Mariátegui y sus ideas sobre el socialismo indo-latinoamericano, la revolución india de Fausto Reynaga, “América Profunda” de Rodolfo Kusch.
A mediados del siglo XX y principios del siglo XXI, la teoría sobre la colonialidad del poder de Quijano, o filosofía de la liberación o critica a la modernidad de Dussel o su propuesta sobre “encubrimiento del Otro y no descubrimiento”, Mignolo y su propuesta para descolonizar las ciencias sociales, así como son importantes las propuestas de los hermanos Bautista Segales en Bolivia, Grosfoguel, Katia Kolmenares, entre otros, que nos ahondan en ideas sobre el proceso de decolonialidad y descolonialidad en América Latina.
En Guatemala, la crítica decolonial, inicia, como afirmamos anteriormente, desde
los primeros años de la invasión/colonización. Solo para poner algunos ejemplos,
los “Anales de los Kaqchikeles o Memorial de Tecpán”, el Popol Wuj y las ideas
sobre “creación del hombre de mazorcas”, que tiene como objetivo “dar a conocer
la visión de los pueblos originarios mayas, sobre su origen”. Los libros del Chilam
B’alam, que nos narra desde los primeros capítulos lo que pudieron registrar sobre
la llegada de Pedro de Alvarado en Iximché y Gumarkaaj. Títulos o documentos,
como los de los señores de Kaq’ koj, los del Barrio de Santa Ana, los títulos de Kojaj, etc. Estos documentos, si nos detenemos a analizarlo de forma más profunda, es una forma de contestarle y de oponerse al proyecto imperial de 1429 o 1524 en nuestro caso, entonces son discusiones y narrativas anticoloniales.
En el siglo pasado, también hubo aportes de intelectuales indígenas como Adrián
Inés Chávez, Antonio Pop, los primeros aportes de Demetrio Cojti de finales de
1970, Salazar Tetzahuic, hablando de colonialismo interno. Los aportes de Guzmán Böckler, que junto a Jean Loup Herbert y las discusiones sobre el colonialismo interno y externo y que fueron analizados en profundidad por el movimiento maya de ese momento. Los documentos del Movimiento Tojil, discutiendo el Estado Burgués y el Estado Federado, los aportes poco conocidos del movimiento Kab’ Raqan. Aportes sobre los pueblos indígenas, estado y revolución de Payeras, los documentos Racismo I y II del ORPA, entre otros. También, hay que discutir desde esta propuesta, las investigaciones de Ricardo Falla, Aura Cúmez, Edgar Esquit y otros más, que intentan sentir no solo con el sufrimiento de los pueblos, sino su propuesta y rebeldía.
Aunque la discusión sobre la decolonialidad no fue profunda, estos aportes
podríamos analizarlo con este enfoque, puesto que analizan la situación del país,
intentando decir lo que las teorías y los conceptos occidentales no pueden entendere intentan promover las reemergencias y resurgimientos de las formas de
conocimiento que han sido negados históricamente, como los conocimientos de los pueblos originarios. Esto es importante, porque dice, “conocimientos” y
promoverlos, no folclorizarlos. No hablan de cosmovisiones, sino de conocimientos, pensamientos o razonamientos distintos al razonamiento occidental. De ahí, que la decolonialidad no significa aceptar la asimilación o integración al Estado o la sociedad, como lo pretende hacer el “indigenismo” o el “multiculturalismo”; que trata de modernizar, integrar, asimilar, cooptar o folclorizar al indio, al pobre, al marginado o como dijeran algunos hoy, resilienzar a quienes hemos cuidado durante mucho el ambiente y los bienes naturales y si no nos dejamos nos asesinan o nos capturan.
Volviendo a 1970; con las movilizaciones por los derechos civiles y políticos de los
migrantes y afrodescendientes en Estado Unidos, Canadá, España y otros países
europeos, se fortalece la demanda por los derechos civiles y políticos de quienes
fueron considerados minorías étnicas, incluso de las mayorías ahora pueblos
originarios. En contraposición a la política decolonial, aparece como respuesta del
liberalismo, la “política de la inclusión o la aceptación del Otro”. Walzer, Kymlicka,
Habermas, Tylor, entre otros. El multiculturalismo y el interculturalismo neoliberal será la guía epistemológica y proyecto político, que dirijan la discusión sobre
pueblos indígenas y en América Latina y se crearon muchos programas financiados por la cooperación internacional y que sometieron a decisiones liberales y neoliberales los derechos de los pueblos indígenas y como consecuencia el abandono de la demanda sobre autonomía y libre determinación.
De 1985 a 1992, se fortalece la movilización por los derechos colectivos de los
pueblos indígenas. En este escenario, aparecen nuevos movimientos indígenas. Y
como parte de todo un proceso de descolonización, se organiza la “Campaña
Continental Indígena, Negra y Popular”, como un proyecto continental en contra de
la invasión, conquista y colonización de América Latina. El día de la hispanidad, de
la raza, como se había acostumbrado a celebrar, se transforma en día de la dignidad y la resistencia de los pueblos indígenas. Los comunicados, propuestas de agendas políticas, la narrativa, es contra el racismo y la discriminación, en algunos países como Colombia, Ecuador y Bolivia, se inician procesos de reformas a sus constituciones, reconociendo el carácter multicultural y pluricultural de las naciones. Se fomenta en todos los países programas de Educación Bilingüe Intercultural, que, dicho sea de paso, no han beneficiado para nada a los pueblos originarios. El enfoque es la multiculturalidad y pluriculturalidad de las naciones, como es el enfoque del Acuerdo Sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas. De ahí, el estudio en Guatemala, sobre Mayanización y Vida Cotidiana que dirigieron Santiago Bastos y Aura Cumes en FLACSO y otros estudios importantes de ese momento, que, aunque no tenían mucho de decolonialidad, si pretendieron poner sobre la mesa de discusión sobre la situación del pueblo Maya y en otros países como Ecuador, jugaron un papel importante aportes de Catherine Walsh en la Universidad Andina de Ecuador, aportes de Fernando García, De la Torre y Martinez en la Flacso Ecuador. Un papel importante de las asociaciones de antropología, como la Red de Antropología Jurídica, con aportes sobre el derecho indígena, etc.
Al encontrar sus propias limitaciones el modelo multicultural, por su enfoque
neoliberal, comienza otro nuevo proceso en América Latina y ahora ligado a
gobiernos progresistas y a la propuesta de Socialismo Siglo XXI. Los foros sociales tanto de los pueblos como el foro social mundial, dieron una dinámica diferente a las demandas indígenas. La participación indígena en partidos políticos como el MAS en Bolivia, Pachakatuk en Ecuador, como los más importantes. Sumado a esto, el deterioro del ambiente y el extractivismo y el despojo de nuevos territorios indígenas y las discusiones importantes en las diferentes COPs, tanto sobre el clima como sobre la biodiversidad, fortalecen una discusión anti colonial, anti capitalista, aunque las negociaciones de gobiernos y ONG sobre todo conservacionistas, no se alejan del capitalismo.
1994, la propuesta de EZLN, los aportes de la escuelita zapatista, los encuentros
en los caracoles y las apuestas académicas de Pablo Gonzales Casanova, Villoro,
Hollaway, Gilberto Rivas, Tischler, sobre todo la academia comprometidamexicana
y muchos más, inauguran una nueva propuesta decolonial, que se ve fortalecido con la llegada del primer Evo y el MAS en el gobierno de Bolivia. Se abre la discusión sobre los derechos de la madre tierra y la carta de la madre tierra. Los
zapatistas, por un lado, inauguran una nueva etapa de la discusión decolonial y el
fortalecimiento del modelo autonómico, con la propuesta de los caracoles y los
municipios del buen gobierno. El primer Evo y el primer MAS y los primeros
gobiernos progresistas de la región, al proclamar los Estados Plurinacionales,
incorporan en las constituciones los derechos de la madre tierra y una forma de
autonomía muy limitada, esto no implica claramente un proceso de descolonización y poscolonización, porque al correr del tiempo, estos gobiernos volvieron a transitar hacia un nuevo modelo capitalista de extracción, como, el “tren maya” de AMLO, el TIPNIS en Bolivia, la disputa de Correa con la CONAIE en Ecuador, etc.
Estos vaivenes en las políticas de los Estados Nación y las demandas de los
pueblos originarios, nos lleva a replantearnos nuevamente, ¿hacia dónde nos lleva
un proceso decolonial? ¿Cómo debería ser realmente un proceso decolonial? Si
partimos que la decolonialidad no significa ir hacia una simple descolonización solo de la mente, sino de toda la vida de los pueblos oprimidos, entonces la
decolonialidad tiene una visión más amplia que la visión misma del colonialismo. La decolonialidad, cuando se apela a la mente, no es solo para cambiar marcos
epistemológicos o retomar la epistemología en este caso de los pueblos originarios, con traducciones occidentales, sino que debe llevar a promover la emancipación de los pueblos, que, en el caso de los pueblos originarios, sobre todo mayas, implica, recuperar la tierra y el territorio, y devolverle su significado desde los mismos pueblos. De ahí que la perspectiva decolonial, tiene la certeza de encontrar en los pueblos oprimidos, elementos culturales y científicos, que los lleve a deshacerse del control occidental y encontrarse con las formas más antiguas de vivir para desarrollar un futuro mejor.
Pensar decolonial, es como la idea de Desconexión de Amim, el desprendimiento
de Quijano o la desobediencia epistémica de Mignolo. Que nos lleva a comprender
las cosas tal y como se dan en la realidad y no buscarles tantas interpretaciones.
Por ejemplo, de octubre a enero en Guatemala, ¿hubo levantamiento o solo fue una movilización? ¿Es lo mismo decir la “vara” o “ch’miy? ¿xuklem y pago son lo mismo? ¿elementos, recursos o bienes naturales dicen lo mismo? ¿territorio y sutam es la misma cosa? Parece un simple juego lingüístico, pero no es así, es una forma de decir y darle significado a las cosas; uno colonizado y colonizador y el otro descolonizado. Pensar decolonial, requiere salir del universalismo único o del modelo de la hibridación y no adoptar modelos conceptuales, como el concepto de “resiliencia”, que es igual a adaptación, casi aceptando que las cosas son así y así deben quedar. Por ejemplo, “el calentamiento global no es efecto del uso de la leña por los pueblos originarios, sino del sistema capitalista que devora y deforesta todo”.
En un proceso decolonial, los pueblos, los pobres, los marginados, se reorganizan,
participan activamente y toman decisiones sobre su vida, creando oposición al
capitalismo. Se organizan para cambiar las realidades fuera del marco estatal y
evitan depender del mismo Estado. Los cambios son para la vida y no para
gobernar desde el Estado. Los cambios nacen de un proceso comunitario y por eso no se compite por el poder, sino que se discute el poder. Los pueblos y sus
comunidades como sujetos emancipados, son los protagonistas del proceso y no
las ONG, las asociaciones, los grupos, los partidos políticos, ni los llamados
“académico” hoy “intelectuales de pueblos originarios”.
La decolonialidad en última instancia demanda una revolución cultural, para
transformar no solo estructuras, sino formas de pensar, actuar y relacionarse con
los Otros distintos, no solo con los Otros diferentes. Eso, quiere decir, construirnos
desde un proyecto de sujetos emancipados.
La decolonialidad, descolonialidad, nos debe lleva a retomar las formas “humanas”
como construyeron los pueblos originarios sus relaciones sociales, económicas,
culturales, políticas. Las formas horizontales de autoridad. Por eso, actuar desde lo decolonial, nos lleva a “volver nuestros ojos al origen”. Es como la idea de Fanón, “construir un nuevo humanismo, que significa la desaparición, extinción del
colonizador y sus formas de opresión”. No es compartir con él sus formas de poder. El colonizado, descolonizado debe dejar de depender de formas de opresión promovidas por el capitalismo. Abandona esa idea infantil “que el Estado y el gobierno resuelvan los problemas”. O como la idea que se tiene “que sin Estado y sin gobierno no podemos hacer nada”. De ahí, la idea de plurinacionalismo que es la demanda más actual de los pueblos originarios, es el principio de comenzar a vivir desde nuestra autonomía y libre determinación sin intervención del Estado o de una autoridad de corte occidental.
Un proceso decolonial, fortalece las autonomías. Y las autonomías, interpelan el
modelo de desarrollo y otras formas de penetración capitalista, como el modelo
“zanahoria”. Abandonar las formas que perpetúan la reproducción del capital. No
puede haber un proceso de decolonial o descolonial, que no sea anti imperialista o
anti capitalista, anti gringo, etc. La decolonialidad, la descolonialidad, emancipa a
los pueblos, buscando caminos de liberación y que se fortalece en un proceso
poscolonial. Para ello se debe salir de las prisiones epistemológicas, prisiones
políticas, prisiones económicas de corte occidental o capitalista.
En una palabra, la decolonialidad, la descolonialidad, se debe pensar en forma de
liberación, en forma de revolución, si no se logra este objetivo, será cualquier cosa, menos eso.
1 Maya Poqomchi, antropólogo, filósofo, teólogo, investigador.
https://www.centroreflexionesnimpoqom.com/ 21 de octubre 2024
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