Poema Albañil de Alfonso Gumucio
Dagron
Al que madruga
no lo ayuda nadie. Solo,
con su pan bajo el brazo
con su manzana brillante en el bolsillo
con las rodillas que le suenan
llena la calle vacía,
a las seis de la mañana
ladrillo sobre ladrillo asegura
con las manos partidas cementosas
la manzana madura de mañana.
Al que madruga
no lo ayuda nadie. Solo,
con su pan bajo el brazo
con su manzana brillante en el bolsillo
con las rodillas que le suenan
llena la calle vacía,
a las seis de la mañana
ladrillo sobre ladrillo asegura
con las manos partidas cementosas
la manzana madura de mañana.
Del libro: El nivel y su lágrima, 1963, José
Pedroni
(hijo de albañil, poeta).
Nivel
Éste es el nivel de mi padre;
su nivel de albañil.
Tiene una gota de aire.
Mi padre está hecho de polvo. De aquel hombre
ya no se acuerda nadie.
Vive conmigo cada vez más solo
en esta gota de aire.
Más olvidado cada día;
más recordado cada tarde;
cada vez más lejano y más cercano
en este mundo grande.
Todas las casas de mi pueblo,
todas las casas de antes;
todo perdurará mientras perdure
esta burbuja de aire.
Plano solado de los patios;
suma igualdad de los umbrales;
suelo de nuestra casa,
hecha para esperarte…
Todo perdurará mientras perdure
esta burbuja de aire.
Ven a mirar el transparente mundo
que me ayudó a encontrarte;
ven a mirar la fuente de mi verso,
llano, simple, constante.
Hacia ti y hacia mí se mueve el mundo
en esta gota de aire.
LOS ALBAÑILES
Otto René
Castillo
I
Desde
los edificios altos
una canción de mi país
abre su pecho y desemboca
al viento su ráfaga de albañiles
para decirle al universo musical
que no ha muerto la esperanza
en el corazón de los obreros…
Desde
los edificios altos
una canción de mi país
abre su pecho y desemboca
al viento su ráfaga de albañiles
para decirle al universo musical
que no ha muerto la esperanza
en el corazón de los obreros…
El albañilLa mirada azul del viento
alumbra cotidianamente los rostros
de los sencillos albañiles compañeros,
que empujan la canción de mi país
hacia la inmensa flor de la sonrisa
que los espacios mantienen encendida.Los albañiles que en la tierra lloran,
en la boca del viento se sonríen…IIAmo la estatura de aire enamorado
que los albañiles andan portando
debajo de sus ropas remendadas.
Amo la frente que choca contra el suelo
sin saber ni cómo ni dónde ni por qué
ni en qué minuto fatal se quiebra el grito
sobre la engusanada conciencia del patrono,
ni por qué cuando los albañiles fallecen
hay un peregrinación de pájaros enlutados
hacia el rostro cipresal del cementerio,
ni el motivo atroz de condenar al pobre
a ser el perenne perro de los ricos.
Y odio en furia indetenible, feroz,
que se pretende amaestrar al hombre
sólo porque es pobre y tiene hambre
y trabaja de albañil en donde sea
por unos pocos centavos miserables.
Y odio al tiempo que nos muerde duro,
porque hay días terriblemente amargos,
días nacidos más allá del llanto,
días de malos y negros sentimientos,
días que caen con los albañiles
desde el ultimo piso de su vida
hasta el tacto fúnebre de la muerte.
allí es donde mi esqueleto juega
una partida original y dolorosa,
porque es mi frente la que choca
contra la apretada lagrima del asfalto
los ultimos trinos de mi sangre…IIISin embargo, yo os digo, albañiles,
aéreos compañeros de los astros,
padres que coronan de ternura
la parte alta de los edificios,
que pronto sabréis que se siente
cuando se crece entre jardines.
El albañil
Fui su ayudante, era mi padre.
Miguel Ángel Albizures
No parecía albañil pero lo era y al llegar a la casa en construcción se transformaba como todos y empezaba a echar medidas para hacer los cimientos, a fundir las columnas, a colocar ladrillos o block o bien a repellar y cernir cuando el momento llegaba.
http://noticiascomunicarte.blogspot.com/2010/08/el-albanil-fui-su-ayudante-era-mi-padre.html
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