viernes, 25 de abril de 2014

JUAN GERARDI CONEDERA, TESTIGO FIEL DE DIOS


Comunicado del Movimiento Monseñor Gerardi en ocasión del XVI aniversario de su martirio
He visto la aflicción de mi pueblo, he escuchado su clamor ante sus opresores y conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo [ ] Ahora, ve, yo te envío Ex 3, 7-8.10
Hoy recordamos el martirio de nuestro hermano y obispo Juan José Gerardi Conedera. Monseñor Gerardi fue asesinado hace dieciséis años, el 26 de abril de 1998, dos días después de que en la Catedral Metropolitana diera a conocer al mundo el informe Guatemala: nunca más.
Para los creyentes ser testigo es también ser discípulo. En el caso de Monseñor Gerardi no solo fue testigo sino además mártir. Lo mataron porque fue testigo fiel, porque había visto mucho, porque a través del proyecto Interdiocesano para la Recuperación de la Memoria Histórica -REMHI-dio voz a los sin voz, que a su vez eran las víctimas de la represión, testigos también de los terribles hechos a los que sobrevivieron.

Monseñor Juan José Gerardi Conedera soñó con la Guatemala Distinta y entregó su vida para que los derechos de los olvidados, de los marginados, de las víctimas y de los sobrevivientes del conflicto armado fueran reconocidos. Dentro de ellos, el derecho a la verdad, a la memoria, a la justicia.
A dieciséis años del crimen que le quitó la vida, seguimos conmemorando su memoria, seguimos creyendo que la Guatemala Distinta es posible. Seguimos creyendo, a pesar de que la realidad parece gritarnos lo contrario a través de la violencia generalizada donde las estadísticas nos sitúan entre los países con mayor índice de homicidios en América Latina, donde las muertes cotidianas en la calle, en el transporte, en el seno familiar, algunas que se consideran verdaderas masacres y se convierten en situaciones de pánico que impiden crecer y desarrollarse al ciudadano.
La situación económica que impide a gran parte de las familias el acceso a una canasta básica; desabastecimiento de los hospitales y centros de salud; niños y jóvenes que no tienen acceso a una educación adecuada y son vulnerables entonces a involucrarse en pandillas y en grupos de delincuencia común y organizada.
Periodistas perseguidos por cumplir sumisión de informar; un sistema que niega la posibilidad de justicia a las víctimas sobrevivientes del genocidio y que persigue en forma sistemática a los y las operadoras de justicia que con valentía y profesionalismo ejercen su función en forma correcta. Desconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y comunitarios, favoreciendo a las empresas de capitales nacionales y transnacionales que desnudan la tierra y abren sus entrañas en detrimento de los intereses del país.
Instituciones estatales y profesionales que detentan poderes que no les corresponden en beneficio de las élites dominantes; ese cáncer social que es la corrupción crece y se arraiga en diferentes ámbitos del Estado y de la sociedad.  El Papa Francisco en su exhortación apostólica La Alegría del Evangelio recuerda que hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres continúa diciendo Francisco-pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión.
Así como el mandamiento de pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir Esa economía mata. (Exhortación Apostólica Evangelii  Gaudium, 53)

Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien . (Idem, 2)
Monseñor Gerardi, nuestro obispo mártir, sí escuchó la voz de Dios, sí vivió con alegría el Evangelio, en su corazón tuvieron lugar privilegiado los pobres, los indígenas, las víctimas inocentes de los 36 años de conflicto armado interno. El leyó y vivió el Evangelio de aquel domingo 26 de abril de 1998, de aquel Domingo de Pascua, cuya última palabra fue Tú, sígueme .
Juan Gerardi y la multitud de testigos nos empujan hoy a una nueva visión de la realidad, a la curación de nuestras cegueras y miopías. Ellos no murieron ingenuos ni sin sentido. Los ingenuos y sin sentido somos quienes vamos caminando por la vida con corazón encogido, con mente obtusa, con vista miope.
En el desierto se necesitan personas que sean como cántaros para dar de beber a los demás, todos somos invitados a salir de nuestra propia comodidad y convertirnos en los constructores de la Guatemala Distinta.
Esa Guatemala que soñó Monseñor Gerardi, poco más cercana al Reino de Dios, reino de justicia, de verdad, de solidaridad y de Paz.
Mirando esa Guatemala entregó su vida Monseñor Juan José Gerardi Conedera. En este décimo sexto aniversario de su martirio decimos junto con nuestro Papa Francisco
¡¡ NO NOS DEJEMOS ROBAR LA ESPERANZA!!
Guatemala, abril de 2014 

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