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A lo largo de los siglos, la resistencia por mantener las formas de vida propias de las sociedades indígenas ha conformado un elemento inherentemente ligado a la lucha por su supervivencia. Los pueblos originarios han adoptado diversas estrategias en función de las circunstancias históricas y políticas de cada región y así es como en la época globalizada de hoy -gracias a la accesibilidad de las tecnologías de la comunicación- los pueblos nativos reinventan la tradición oral y se apropian de la potente voz del cine para contarse y contarle sus historias al mundo. Con su lenguaje. A su manera.
El acceso a la libre producción y difusión de información con sesgo indígena constituye así una forma de empoderamiento respecto a la expresión de la cultura propia a la vez que un canal de diálogo con el mundo occidental, tal como pone de manifiesto la Muestra de Cine Indígena -centrada en América Latina- que se viene realizando en Barcelona desde hace nueve años junto con el apoyo de entidades acompañantes.
Características del cine indígena
“No vamos a luchar por una parcelita en una favela de Río [de Janeiro], vamos a luchar por quedarnos aquí, por nuestra tierra que está aquí” – Pueblo Tupinambá, Brasil. Del documental ‘Aquí estamos, no estamos extintos’ (Santiago Navarro,Brasil 2015).
Según Mariano Estrada, coordinador general de la Coordinadora Latinoamericana de Comunicación de los Pueblos Indígenas (CLACPI) “lo más importante es auto representarnos, visibilizarnos, documentar nuestras realidades, nuestras luchas, nuestras demandas más inmediatas, nuestras visiones desde nuestro pensamiento y compromiso colectivo como pueblos indígenas”. Así, la temática de las producciones gira en su mayoría alrededor de reivindicaciones tan antiguas como actuales en la lucha por la supervivencia de los pueblos, en la que la autoafirmación de la identidad cultural, la recuperación de tierras y el cuidado por el medio ambiente tienen un papel destacado. El fuerte vínculo espiritual con el territorio, común en la mayoría de las culturas nativas, choca frontalmente con los modelos de desarrollo actuales; en especial con las economías extractivas, que al separar la cultura de la tierra provocan el desplazamiento de las comunidades indígenas y, con ello, la extinción de las formas de vida originarias de cada región.
En este sentido, si bien la denuncia es abundante en la producción audiovisual indígena, entendida como parte fundamental de la lucha por sus derechos, la aportación de los pueblos nativos constituye también una reflexión sobre modelos de desarrollo alternativos más respetuosos con el planeta que afectan al medio ambiente en su conjunto y, por tanto, a toda la humanidad.
Sin embargo, la producción audiovisual indígena no se limita solo al documental sino que aborda también otros géneros como la ficción o incluso la televisión, sobretodo en Bolivia. Y lo hace también a su modo. En palabras de Ivan Sanjinés, impulsor del Centro de Estudios de Formación y Realización Cinematográfica(CEFREC) de Bolivia, “se trata de descolonizar también la forma de hacer cine. Las producciones indígenas no tienen un solo director o guionista sino que todo se hace en colectivo, en conjunto así como hacen y se relacionan los pueblos nativos. Incluso el tiempo es diferente. Es nuestro propio tiempo, el necesario hasta que todos se pongan de acuerdo y salga la producción que quieren porque no hay directores pero hay responsables. No es una persona, es un equipo que responde ante su comunidad”.
La otra difusión en Abya Yala
Abya Yala era la forma de nombrar el continente americano por el pueblo Kuna dePanamá y Colombia antes de la llegada de Cristóbal Colón. En la actualidad diferentes comunidades e instituciones indígenas prefieren su uso para referirse al territorio continental bajo el argumento que el término “América” es más propio de la mirada colonizadora que de los pueblos originarios.
Si el esfuerzo colectivo es importante en la realización, también lo es en la difusión. En este sentido, la Coordinadora Latinoamericana de Comunicación de los Pueblos Indígenas, nacida en 1985 e integrada por más de 30 entidades, no solo impulsa la producción y difusión de cine sino que hace un énfasis especial en la formación y capacitación de las organizaciones indígenas.
Así, el lenguaje audiovisual sirve como herramienta de comunicación entre los mismos pueblos tanto en el seno de sus comunidades como en otras regiones a lo largo del territorio americano. Es en este contexto que cobra especial relevancia el Festival Internacional de Cine de los Pueblos Indígenas, realizado cada dos años de forma itinerante, la creación del Premio Anaconda, que lleva las producciones a las comunidades quienes eligen a los ganadores, y laCumbre Continental de Comunicación Indígena de Abya Yala, celebrada también de forma itinerante cada tres años, así como numerosos foros y muestras itinerantes, nacionales e internacionales.
http://www.unitedexplanations.org/2016/05/27/cuando-los-pueblos-indigenas-cuentan-el-cine-como-resistencia/
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