El derecho a la libertad de pensamiento, libre expresión, manifestación y protesta, son derechos irrenunciables que debemos mantener, aún a costa de la vida.
Miguel Ángel Albizures
Un día como hoy, 4 de mayo de 1886, después de las grandes
marchas del Primero de Mayo, principalmente en la ciudad industrial de Chicago
en reivindicación de la jornada de los tres ochos: Ocho horas de trabajo; ocho
horas de esparcimiento y ocho horas para dormir, se dio la masacre de obreros
en Haymarket Square, cuando la Policía disparó contra ellos. Muchos dicen el
Día del Trabajo, pero es el Día Internacional de Lucha de los Trabajadores,
pues va acompañado de reivindicaciones legítimas y sentidas de la clase obrera
que a lo largo de la historia se ha enfrentado a quienes detentan el poder y
mantienen condiciones de trabajo infrahumanas y sueldos miserables para quienes
hacen posible la riqueza.
El Primero de Mayo, los trabajadores volvieron a tomar las
calles en Guatemala y a pesar de la invisibilidad en que se quiere mantener al
movimiento, los obreros, los empleados públicos, los trabajadores de la
economía informal, las mujeres, los jóvenes, los estudiantes, se hicieron
presentes. A muchos les preocupa saber que la clase obrera, a pesar de los
errores de algunos de sus dirigentes, sigue gritando que “ese día no es de
fiesta, es de lucha y de protesta” y esas protestas han costado la vida de miles
de trabajadores. A ellos les debemos muchas conquistas que nos alejan de la
esclavitud que la oligarquía quisiera mantener.
También ayer fue el día de los albañiles que dejan su vida
en la construcción de casas y edificios, pero también fue el Día Internacional
de la Libertad de Prensa que, junto a la libertad de pensamiento y de
expresión, ha costado la vida y el exilio a los periodistas que no se ponen al
servicio de quienes detentan el poder. Las páginas de la historia recogen los
hechos violentos y los nombres de quienes han caído en defensa de la libre
expresión.
Pero volviendo al Primero de Mayo, que miles de trabajadores
recorrieron la sexta avenida, recordamos el año de 1974, cuando los
manifestantes nos enfrentamos a la Policía para recuperar el derecho a recorrer
la zona semaforizada, muertos y heridos fue el saldo, pero la prohibición no
volvió a tener efecto. No podemos dejar de mencionar el Primero de Mayo
ensangrentado de 1980, más de cien trabajadores fueron asesinados o
desaparecidos antes, durante y después de ese fatídico día, ni podemos dejar de
recordar a la principal dirigencia de los estudiantes universitarios y de
educación media que, en mayo de 1984, fueron secuestrados y asesinados por la
fuerzas de seguridad del gobierno, ni a los dirigentes obreros que se salvaron
de la persecución en tiempos de Lucas y Ríos Montt y los exterminó Mejía
Víctores antes de entregar el poder. Las conquistas de hoy, aunque mínimas, son
el fruto de la lucha de los trabajadores, estudiantes y profesionales.
El
derecho a la libertad de pensamiento, libre expresión, manifestación y
protesta, son derechos irrenunciables que debemos mantener, aún a costa de la
vida.
http://elperiodico.com.gt/opinion/2017/05/04/recordando-a-los-martires/
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