Arturo Albizures y Boris Hernández, fundadores de Asociación Comunicarte |
Ilka Oliva |
Autor: Ilka Oliva Corado
URL: https://cronicasdeunainquilina.com
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado
11 de marzo de 2020
Boris Hernández es documentalista y miembro fundador de Asociación Comunicarte, (Asociación Guatemalteca para el Arte y la Cultura) y en esta entrevista nos cuenta un poco acerca del trabajo que realizan en Guatemala, documentando desde hace tres décadas situaciones propias de los pueblos en resistencia.
¿Qué es Asociación Comunicarte?
Es una asociación que, desde su fundación se ha dedicado, fundamentalmente, al rescate de la memoria histórica de Guatemala.
Cómo nace Asociación Comunicarte y en qué contexto socio político, porque estamos hablando de finales de los años ochenta.
Guatemala estaba sufriendo un conflicto armado surgido desde las enormes injusticias que afectaban a la gran mayoría de la población: pobreza y pobreza extrema, no acceso a la educación, salud, vivienda digna entre otras muchas problemáticas, las cuales no eran atendidas por los gobiernos que se sucedían uno tras otro y que atendían, única y principalmente, a la clase económicamente pudiente, contando con el ejército como guardián de sus intereses. Y, en búsqueda de una salida a esas injusticias, se produce un movimiento revolucionario que empieza a ser documentado por cadenas internacionales de televisión, así como también, de productores independientes que intentaban darle un carácter más humano al movimiento revolucionario. Es en este contexto que empezamos a interesarnos en documentar lo que sucedía en nuestro país porque además éramos parte de las organizaciones que simpatizaban y apoyaban a la insurrección.
Ustedes tenían la necesidad de documentar, ¿documentar qué? ¿Tenían algún conocimiento técnico sobre cómo hacer documentales?
Inicialmente, documentar los distintos movimientos de resistencia que a lo largo y ancho del país se venían desarrollando, como una forma de apoyo del movimiento social al movimiento revolucionario. Estos movimientos de resistencia pacífica jugaban un papel histórico trascendental y, los medios de comunicación tradicionales (léase, prensa, radio y televisión oficiales)no le daban la importancia que los mismos tenían o, tenían prohibición expresa para difundir este tipo de noticias. Fueron los medios de comunicación internacionales los que se ocuparon en dar cobertura a este momento histórico, por supuesto cada quien en sus países de origen.
Es ahí en donde nace la inquietud de parte nuestra de poder documentar los hechos y buscar la manera de darlos a conocer. Surgían dos obstáculos a vencer: 1. No teníamos equipo para hacerlo y 2. No sabíamos cómo documentar ni conocimientos de cómo hacer una producción. Menuda tarea a la que nos enfrentábamos. Recibimos una capacitación exprés de una amiga cineasta norteamericana (Patricia Goudvis)y fue ella misma quien nos obsequió nuestra primera cámara de vídeo, en formato VHS, usada por supuesto. A partir de ahí siempre trabajamos con equipo usado que nos iban donando gentes extranjeras que empezaron a ver la importancia de que se realizara esa documentación.
En tiempos de represión cómo era documentar cuando los grupos paramilitares desaparecían gente todos los días, ustedes mismos peligraban.
Sabíamos a los retos y peligros a los que nos veríamos enfrentados por realizar ese trabajo, principalmente porque toda nuestra intención era difundir ese material dentro del país, dar a conocer los niveles de represión que el Estado guatemalteco estaba llevando a cabo y que, los medios de comunicación nacionales ocultaban. Nos tuvimos que apoyar en organizaciones internacionales que habían llegado al país para verificar el respeto a los derechos humanos como Brigadas Internacionales de Paz y otras, así como organizaciones nacionales, que eran monitoreadas por gobiernos democráticos principalmente europeos. A pesar de todo y que siempre nos guiamos por medidas de seguridad, sufrimos varios allanamientos de los espacios en donde eventualmente funcionaba nuestra oficina. Después de dos o tres años de haber empezado con esta tarea los frutos empezaron a surgir.
Ustedes documentaron las primeras exhumaciones de cementerios clandestinos, ¿de qué años estábamos hablando? ¿Qué siente el espíritu humano ante tanta atrocidad? ¿Cómo es tener una cámara en un brazo y tener que grabar imágenes que no se quisieran documentar, que no se quisiera que existieran?
Efectivamente, como a los dos años de haber empezado a filmar la realidad político-social que vivía nuestro país, se empiezan a dar las primeras exhumaciones de cementerios clandestinos, que habían quedado como producto de las políticas contrainsurgentes llevadas a cabo por el ejército guatemalteco. Se conformó un Equipo Internacional de Antropología Forense, para que llevara a cabo esta tarea, ya que, en Guatemala aún no existía uno parecido. Estamos hablando del año 1991, dos años después se conformaría el Equipo de Antropología Forense de Guatemala, hoy convertido en Fundación. Prácticamente nos convertimos en el equipo de apoyo documental de los forenses porque donde realizaban una exhumación nosotros los acompañábamos.
En un principio no sopesamos la magnitud que documentar una exhumación pudiera tener en nuestra vida personal pero, fue bien complicado porque nuestro trabajo no se limitaba solo a la exhumación como tal si no que, se daba toda una convivencia con los familiares que habían perdido a sus seres queridos y, esperaban encontrar sus restos en esas fosas clandestinas. Nos tocó llorar con las familias, principalmente con las mujeres, que fueron las primeras en dar sus testimonios sobre la existencia de los cementerios clandestinos. Como personas que apoyamos la lucha revolucionaria, por la necesidad de construir un país más justo y humano, fuimos más sensibles al dolor de la gente y, también necesitamos de una suerte de terapia para poder superar y encontrar paz en nuestras almas. Sabíamos que nuestro trabajo era vital para dar a conocer a la opinión pública de las atrocidades cometidas en contra de población civil no combatiente, principalmente mujeres, ancianos y niños. A pesar de las evidencias, lo increíble fue que mucha gente negaba que aquello fuera una realidad. Esa parte de esta tarea dejó una huella indeleble en nuestros corazones.
Territorialmente, en qué poblados estaban estos cementerios.
Las políticas contrainsurgentes que el Estado guatemalteco implementó para detener el avance del movimiento revolucionario, repercutió de manera brutal principalmente en los departamentos de: Quiché, Chimaltenango, Alta y Baja Verapaz y Huehuetenango, departamentos con predominancia de población indígena y, que fue en estas áreas donde se comprobó la práctica del genocidio. Es en estos departamentos en donde se ubicaron la mayor parte de cementerios clandestinos aunque, en el resto de departamentos del país también se han encontrado. Municipios como San Martín Jilotepeque en Chimaltenango y Rabinal en Baja Verapaz fueron los más golpeados de toda la represión.
También documentaron los campamentos de refugiados a causa de la dictadura, en México. ¿Cómo fue estar ahí y ver esos mundos de gente, que también exigían que les devolvieran la tierra robada? ¿En qué año fue esto?
Fue otra de las experiencias que nos tocó vivir y que de alguna manera no podíamos dejar de documentar. Una ventaja que teníamos, si es que se le puede llamar así es que estos recursos de sobrevivencia que fueron adoptando las comunidades para salvar su vida, los vivimos en plena ejecución, es decir, contribuimos a fortalecer esos mecanismos de defensa, por supuesto sin saber cuánto durarían y sus implicaciones. Siempre se pensó que era cuestión de semanas o, de algunos meses pero, jamás, que fuera a durar tantos años. Tanto los grupos de refugiados en México como las Comunidades de Población en Resistencia, más conocidas como CPR y que resistieron en las selvas y montañas del país, son fenómenos sociales que empiezan a desarrollarse allá por 1981 cuando empiezan a abandonar sus tierras, sus poblados, sus comunidades para poder salvar su vida. No sabían que a partir de ahí sus vidas no volverían a ser las mismas.
Uno de los elementos más importantes que se rescata de esas vivencias fue la organización alcanzada que a la larga fue lo que les salvó la vida y, que puso de manifiesto la capacidad que tienen las comunidades, si se les permite, de poder resolver sus problemáticas y sacarlas adelante con sus sistemas ancestrales de organización, que fue un elemento que se intentó desaparecer y eliminar como parte las políticas contrainsurgentes.
Después de luchar por muchos años por ser reconocidos como “población civil no combatiente” y de construir una organización, reconocida por gobiernos y organismos internacionales como interlocutora frente al gobierno guatemalteco, en 1993 los refugiados guatemaltecos en México, empiezan su proceso de retorno después de haber firmado una serie de acuerdos con el Gobierno, el 8 de octubre de 1992, entre los que se establece entre otras cosas su derecho a la tierra y al pleno respeto de sus derechos humanos. Fue un triunfo alcanzado por medio de su organización y fue un proceso que pudimos dejar documentado y que, posteriormente se traduciría en una serie de documentales en donde quedó plasmada toda esa realidad.
Insurgencia, ¿qué te dice esa palabra en la década del 80 y qué te dice hoy, en el 2020?
En los años 80 hablar de la insurgencia era palabra mayor y una palabra prohibida para el imaginario colectivo. De insurgencia sólo hablaba el ejército porque, era la palabra utilizada para referirse a la guerrilla y sus simpatizantes. Hubo varias palabras para referirse a toda persona que simpatizara con el movimiento revolucionario, aunque no se involucrara de lleno: insurgente, subversivo, guerrillero, izquierdista, terrorista, desadaptado social, entre otras. Y esto fue motivo para ser perseguido, secuestrado, torturado, desaparecido, aunque nunca se le comprobara ningún vínculo con el movimiento revolucionario a aquel que resultara señalado.
En la actualidad, muchos jóvenes rememoran aquella época con romanticismo, porque creen que haber militado en el movimiento revolucionario en cualquiera de sus organizaciones tenía que ver con las emociones y los riesgos que en esas edades se quieren vivir pero, la realidad era totalmente distinta, por supuesto que los riesgos siempre estuvieron presentes pero, la responsabilidad que se adquiría al involucrarse en el movimiento requería de entender a fondo primero, la realidad que vivía el pueblo guatemalteco, segundo, tener una conciencia de clase bien definida para poder ser un impulsor comprometido hasta la médula, de la revolución y sus objetivos y, tercero, dejar de lado todo lo material y poner la vida para el alcance de esos objetivos. Todo eso jamás tuvo algo de romántico, porque no fue romántico ver caer a tantos y tantas personas que creyeron en la revolución, no fue romántico ver y saber de tantas personas detenidas-desaparecidas, torturadas y asesinadas. Aunque las condiciones, hoy en día, sigan siendo las mismas o, peores aún, no se puede pensar en un nuevo movimiento revolucionario a corto plazo y entender a la insurgencia en esa dimensión. Hoy, ser insurgente es, ser rebelde contra el sistema, rechazar las políticas orientadas sólo al fortalecimiento del poder económico de la oligarquía y rechazo al status quo, con la diferencia de que, hoy los riesgos no son tan inminentes como en los años 80 del siglo XX, aunque siempre los sigue habiendo.
Viene la Firma de La Paz, ¿qué cambia de inmediato? ¿Qué sucede con el contexto socio político del país? ¿Logran documentar y presentar libremente?
Definitivamente en el desarrollo de nuestro trabajo ha habido coyunturas bien marcadas y, precisamente con la Firma de la Paz se viene a producir un cambio radical. Entre 1990 y 1996, que es el año de la Firma de la Paz Firme y Duradera, fueron años en los que nos tuvimos que rifar el físico corriendo muchos riesgos para poder documentar las luchas y resistencias que, desde las comunidades se impulsaban, así como de los movimientos sociales que desde las áreas urbanas se llevaban a cabo. El control social no había cesado en esos años y, eso hacía que, no muchas personas se interesaran en el trabajo de documentar la realidad político-social que se vivía en el país, mucho menos de darla a conocer de manera pública.
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Con la firma de la paz se abren espacios que antes eran impensables como, la libertad de prensa y la libre emisión del pensamiento que, ya existían desde hacía años pero, solo en el papel, y es el momento que aprovechan muchos colectivos tanto en la ciudad como en el interior del país para empezar a hacer sus propias producciones, impulsados también de alguna manera por la Cooperación Internacional, que empezó a dar financiamiento para este tipo trabajo. Quiero dejar claro que, nosotros como Comunicarte, jamás recibimos este tipo de financiamiento y nos opusimos al mismo porque, de alguna manera lo condicionaba a las políticas propias de la agencia cooperante y, ya sabíamos qué significaba eso,(apegarse estrictamente a la forma de ver e interpretar la realidad de la agencia cooperante)
Las condiciones de lucha y de manifestación del movimiento social y popular cambian radicalmente y se van atomizando al ya no tener un movimiento revolucionario que las respaldara y se van centrando en temáticas específicas y en proyectos personales, de acuerdo a sus intereses: derechos humanos, lucha por la tierra, genero, defensa del territorio contra megaproyectos y monocultivos, búsqueda de desaparecidos por la guerra, entre otros, que fueron haciendo que surgieran también grupos de interés en documentar cada una de estas demandas en específico, pero buscando hacer producciones más que todo para participar en festivales y notoriedad en este campo. Nosotros no nos apegamos a esta nueva dinámica sino que, continuamos con nuestra tarea de seguir dando a conocer, por medio de nuestros documentales, la importancia de la organización social.
Pero, el cambio más notorio lo viene a marcar la era digital, que hace más versátiles los equipos(cámaras, editoras, formatos de grabación y almacenamiento de archivos)y que los hace más asequibles. Eso permitió que, por todos lados hubiera gente con una cámara en la mano grabando cualquier suceso, y que ya no requirieran tanto de nuestra presencia.
Vienen los aires del neoliberalismo golpeando a toda la Latinoamérica post dictaduras, ¿cómo se vive este inicio de una nueva represión?
La organización que los pueblos lograron alcanzar durante el conflicto armado les ayudó a enfrentar de mejor manera este nuevo flagelo, porque se constituía en una nueva forma de despojo. El aspecto que no se ha sabido manejar y entender en su justa dimensión, o no se ha querido, es el papel de la Cooperación Internacional, lógicamente porque es la que provee los recursos para poder funcionar pero también la que se encarga de establecer qué se puede y qué no se puede hacer. Este es un punto muy complejo, que necesita otro tratamiento, pero que se convierte en un eje fundamental para el control y dirección de las nuevas políticas, tanto de ONGs como de Movimientos Sociales.
Todos estos años, cómo ha logrado financiarse Asociación Comunicarte, quiénes los respaldan. ¿Venden sus vídeos, los presentan con algún costo? ¿Algún aporte? ¿Cómo es la dinámica en la que ustedes sobreviven en este trabajo y también informan a la población?
Desde la fundación de Comunicarte nunca recibimos financiamiento específico para la realización de nuestro trabajo, que nos permitiera vivir de ello. Siempre sobrevivimos con los aportes que las organizaciones nos daban para poderlos acompañar en sus luchas y movilizaciones. En otras ocasiones nos solicitaban que hiciéramos documentales con determinadas temáticas y, nos pedían un presupuesto que contemplara todos los gastos para su realización, y ese era el momento para agenciarnos de algún dinero extra que nos permitiera poder pagar una oficina. Con el paso de los años fuimos construyendo un valioso archivo histórico que, en su momento nos permitió poder vender imágenes a productores extranjeros y, eso nos generaba algún ingreso. También logramos obtener algún recurso con la venta de nuestros documentales, con presentaciones en institutos y colegios de educación media, universidades, sindicatos, que también nos generó algún ingreso. Por nuestros documentales mucha gente se enteró de lo que había sido el conflicto armado en Guatemala, en toda su dimensión. Hoy nos encontramos atravesando una difícil situación económica, que ya no nos permite ni siquiera contar con una oficina porque, las organizaciones sociales que nos apoyaban, hoy están también en plena sobrevivencia y lo que reciben de la Cooperación solo es para sus salarios.
Hablamos del año 2000 cuando sufren la destrucción total de sus recursos materiales, 15 años de trabajo destruidos. ¿Qué pasó?
En el año 2007 tuvimos uno de los tres allanamientos que sufrimos a lo largo de nuestra existencia, y fue el más nefasto porque nos dejaron sin nada, solo amenazas de muerte. Afortunadamente, si se puede ver de esa manera, el archivo original no lo teníamos en ese momento en la oficina, solo imágenes archivadas en discos duros, y esos si se los llevaron. Casi 20 años en imágenes fueron a parar, suponemos, a los separos del Estado Mayor de la Defensa, y muchas de ellas comprometedoras. Eso fue en febrero de ese año, en octubre la casa de mi colega fue ametrallada, siendo impactada con más de 80 balazos de grueso calibre. Afortunadamente no había nadie en la casa y solo se lamentaron daños materiales. Nos obligaron a cambiar nuestra rutina diaria, de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado nos recomendaron salir del país pero, no estábamos en condiciones para hacerlo. Tuvimos que continuar con nuestra tarea.
Son más de 25 años de trabajo, documentando, ¿qué es Asociación Comunicarte en este contexto de hoy en día? ¿Cambiaron sus objetivos?
Este año, 2020, estamos por cumplir 30 años de haber surgido como organización. Los últimos 3 años y medio nos ha tocado pasar la peor crisis de nuestra historia. No pudimos seguir pagando la oficina que alquilábamos y, nos cambiaron el registro de la chapa de la puerta de calle y ya no nos dejaron entrar para recuperar nuestras cosas, hasta que no paguemos la deuda que quedó pendiente. Durante todo este tiempo hemos estado en pura sobrevivencia y no hemos podido recuperar nuestros haberes.
Esta situación casi nos desarticula porque, nos tocó buscar otras formas de generar ingresos para el sostén de nuestras familias y pasamos casi dos años sin poder tener una reunión de trabajo.
Hoy, a pesar de no contar todavía con nuestro equipo de oficina, estamos tratando de replantear los objetivos de la asociación, los cuales se tienen que adaptar a las dinámicas de trabajo de las organizaciones que, hoy en día, solo responden a los lineamientos que les dictan los que les dan la plata, incluso los movimientos surgidos para la defensa del territorio de los megaproyectos responden a intereses no muy claros. Replantear nuestros objetivos ante estas circunstancias no ha sido fácil ya que, hemos sido críticos de este nuevo tipo de organización social y comunitaria, entonces, pensar en nuevos objetivos debe ir en función del replanteo de un nuevo tipo de organización.
Guatemala sigue siendo gobernada por personajes que asumen un compromiso con la impunidad, ¿qué es la memoria histórica en un pueblo que sigue negando el genocidio?
Lamentablemente la memoria histórica se ha convertido en un modus vivendi para muchas personas que la han tomado como bandera. Hoy todo es memoria histórica pero dotada del surrealismo post moderno, porque es lo que vende en los festivales de cine, que es el mercado final de estos productos. Hoy me interesa más ver cómo gano premios que, realizar materiales educativos que sustenten la trascendencia de los hechos sucedidos en el país. Incluso, hablar de genocidio en Guatemala no se hace desde la concepción histórica y socio política del término y sus implicaciones étnicas sino, porque es lo que la gente quiere ver y oír pero, desde la concepción artística y subjetiva de la imagen. Hablar de memoria histórica hoy ha perdido su verdadero significado, creo que ya pasó su verdadero momento y que fue, precisamente, cuando se dio a conocer al mundo entero lo que había ocurrido en Guatemala durante la guerra interna. Lo que vino después fue solo una manera de confirmar lo ya publicado. Entonces, ¿lo que ha sucedido en Guatemala en los últimos 20 años no es memoria histórica? Lo tendrá que ser en su momento y cuando reciba el verdadero tratamiento que como tal merece, que conlleve todo el análisis en las propuestas que muestren los efectos de desestructuración comunitaria, producto de la agresión del gran capital transnacional.
Ustedes eran jóvenes con el deseo de guardar la memoria, de evidenciar, de contar historias, ¿qué le dirían a los jóvenes en los arrabales que no tienen los recursos materiales pero que sueñan con documentar, con tomar una cámara y contar las historias propias de la alcantarilla?
Cuando empezamos a hacer nuestras primeras imágenes, allá por 1988-89, recibimos alguna orientación de amigas y amigos que venían del extranjero a documentar lo que estaba sucediendo en el país. A partir de ahí, nos empezamos a relacionar con algunos amigos guatemaltecos que habían estudiado cine en el extranjero, principalmente en Cuba y México y que ya estaban haciendo trabajo profesional. De ellos obtuvimos otros conocimientos valiosos, que fueron parte de nuestra formación. Después de dos o tres años, empezamos a realizar nuestros propios talleres sobre el uso de cámara de vídeo y utilización de las imágenes, unos en comunidades del interior del país, otros en áreas “marginales” de los municipios aledaños a la capital y otros, en sedes sindicales también de la capital. Esto con el objetivo de que se formaran pequeños equipos que pudieran documentar cualquier hecho que se sucediera y en el cual no pudiéramos estar nosotros. El problema que encontramos fue que, no era tan fácil adquirir una cámara de vídeo porque, aún no entraba de lleno la era digital y el costo de los equipos análogos siempre fue demasiado caro. Nosotros mismos siempre usamos equipo usado, que nos era donado por extranjeros que ya habían dejado de usarlos pero, todavía funcionaban, de lo contrario, con nuestros propios recursos nunca hubiéramos podido comprarnos un cámara nueva. Pero, no nos sentimos menospreciados por eso y, hoy los resultados del uso de esos equipos saltan a la vista, un archivo histórico considerado como uno de los más importantes que existen en Guatemala.
Esa historia es la que le dejamos a los jóvenes, nuestra propia vivencia. Muchos y muchas la han conocido y se han inspirado en ella para realizar su trabajo. Fuimos formadores de muchos jóvenes a los que hicimos nacer en ellos la importancia de la comunicación, de la documentación. Siempre impulsamos dentro de las organizaciones sociales la creación de centros de documentación. Siempre nos decían que, para eso no había recursos, y a nosotros nos benefició porque, nos pedían que les filmáramos sus actividades. Ahora, no hay organización que no tenga su propio centro de documentación.
Hoy en día, con toda la era digital circundándonos, todo se ha simplificado. Hoy los jóvenes tienen muchos más recursos que lo que nosotros pudimos tener, las cámaras más sofisticadas son accesibles de obtener, las islas de edición se han simplificado a un programa de computadora, y ahí se tienen efectos de imagen, de sonido, creación artística de subtítulos, mientras que, en nuestra época había que conseguir un aparato por cada uno de estos efectos, era un dineral, prohibitivo a nuestros bolsillos.
A grandes rasgos, una historia que está por cumplir 30 años con la cámara en la mano.
Pueden visitar el blog de Asociación Comunicarte para conocer tu trabajo audiovisual: http://asociacioncomunicarte.blogspot.com
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Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado
11 de marzo de 2020
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