(En memoria de los Mártires Universitarios de la Universidad de San Carlos de Guatemala)
“Si me preguntaras qué es lo que más quiero sobre la anchura de la tierra, yo te contestaría, a ti amor mío y a la gente sencilla de mi pueblo…”. Sobre la base de estos versos del Poeta Guerrillero, que denotan amor, entrega, humildad pero, sobre todo, carácter y decisión para ir tras la vida fue que se impulsaron los diferentes movimientos sociales y la lucha revolucionaria, que buscaba transformar, en todo sentido, la plataforma sobre la que fue cimentada esta nación. Las fuerzas retrógradas compuestas esencialmente por la oligarquía, políticos corruptos, ejército e iglesia se opusieron tajantemente a eso y, no les importó arrasar con las mentes más brillantes de este país, con un liderazgo valioso, con comunidades enteras que solo buscaban salir de su precaria situación y contar con lo mínimo que todo ser humano necesita para una vida digna. Todo este actuar represivo siempre fue negado por estas fuerzas oscuras y, para ello contaron siempre con una Prensa, audiovisual y escrita, que presentaba noticias falseadas a la opinión pública para endilgarle los hechos sucedidos a los mismos grupos sociales organizados, que “solo quieren desestabilizar el país”.
Para tener constancia de lo sucedido era necesario documentar los hechos y para ello empezaron a llegar a Guatemala Documentalistas de distintas partes del mundo, asistidos por algunos guatemaltecos que servíamos como guías y, de alguna manera, de aprendices del oficio.
A raíz de esa coyuntura se fueron formando valiosísimos archivos audiovisuales, tanto dentro como fuera del país. Por supuesto, todos los documentalistas que llegaron de fuera eran profesionales, con equipos altamente sofisticados cuyo cúmulo audiovisual es hoy altamente valorado.
En Guatemala también se fue conformando un valioso patrimonio audiovisual que hoy está invisibilizado, aunque se reconoce su existencia. Fueron tres o cuatro colectivos los que se animaron, bajo fuertes medidas de represión, a documentar la situación del país en aquel momento, desde diversas perspectivas. Estos Archivos deberían ser considerados Patrimonio Audiovisual de Guatemala, por su valioso contenido histórico, no importando que ese contenido refleje los desmanes llevados a cabo desde y por el Estado. Hoy se privilegia lo académico, lo altamente profesional y no lo hecho “desde abajo”, que se ningunea y se le trata de restar su verdadera importancia.
Sea por lo que sea, nuestro aporte al Patrimonio Audiovisual del país es una realidad tangible, está ahí, en espera de un mejor destino.
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