Por: Helmer Velásquez
Encadenado por sus ideas.
Con respecto al despojo agrario y la lucha campesina, he discrepado en forma y fondo, con el histórico personaje de la antañona guerrilla, no he compartido su visión cuando ha señalado negativamente a fuerzas organizadas del campesinado y a su dirigencia. Nunca me ha parecido correcto, voltear nuestra mirada y ofensiva pública, en contra de personas con las cuales no compartimos puntos de vista, énfasis o métodos, pero que, en todo caso, son parte de las propuestas de cambio democrático y trabajan por la justicia agraria, aun con la guadaña rozándoles el cuello. Todo este prolegómeno, es para afirmar que no me alegra, en absoluto, la prisión urdida desde Gerona, Callejón Manchén y La Cañada en contra de César Montes. La pretensión es obvia aherrojar ideario, ejecutoria y de paso cobrar venganza, por la herida mortal que no pudieron infligirle en los frentes de combate revolucionario.
Es indudable que César Montes encuadra en la categoría de preso político, de eso no hay duda alguna, está preso por razones de conciencia, de postura, es un asunto de ideología, en este país la oligarquía terrateniente, siempre le ha temido a los presos políticos, es por eso que hasta hace unos años, la estrategia era desaparecer a vivos y muertos. Nunca han tenido razones históricas, ni argumentos para encausar a nadie por sus ideas, por su capacidad de interpretar las voces del pueblo. Los oligarcas siempre han sido privados, sí privados de facultades e ideas. Nunca se han atrevido a mirar a la cara a quien encausan, es por eso que, por décadas, financiaron gatilleros. Ahora, agazapados entre leguleyos a sueldo y de servicio rápido, acuden al ardid traicionero, fabrican un caso de orden común. No es casualidad que uno de los delitos que se endilgan a Montes, sea Usurpación agravada, aquel delito que perfeccionó la “aplanadora amarilla” en el Congreso, arreada por Irigoyen; previo a la firma de la paz, buscaba apaciguar a enardecidos terratenientes, que cuando se hablaba de paz, tenían pesadilla, y consecuente mal de camioneta, imaginaban a los campesinos bajando de la montaña, derechito a desalambrar. Ahora sirve para encarcelar a dirigentes campesinos, comunitarios y luchadores por la causa campesina. No es casual que César Montes, esté acusado por ello.
La prisión de César debe despertar solidaridad y acciones por la libertad de los presos de conciencia en este país, en donde la justicia encadenada, se activa al llamado del sátrapa. Libertad a César Montes, Bernardo Caal Xol y presos políticos de este país.
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