Por: Miguel Ángel Albizures
Recientemente, el presidente salvadoreño anunció la propuesta al Consejo Nacional del Salario Mínimo, un incremento salarial del 20 por ciento a todos los trabajadores; esto seguramente lo enfrenta al empresariado que, por supuesto, no estará de acuerdo y saltará en defensa de sus intereses, pues los aumentos han oscilado entre el dos y el ocho por ciento cada tres años. Pero la propuesta también plantea un subsidio a la micro, pequeña y mediana empresa durante un año, a partir de agosto, y la Defensoría del Consumidor empezó a funcionar a toda máquina, controlando los precios y la calidad de los productos para evitar que el solo anuncio provoque alza en los precios y especulaciones que afecten a la población. Asimismo, continuarán a nivel nacional con la entrega de paquetes de alimentos a toda la población, tal como lo han hecho por la crisis que provoca la pandemia.
Por supuesto que nada que ver con las iniciativas de Giammattei, que nos impone el estado de prevención y el pueblo ni siquiera sabe en dónde están las vacunas, ni qué se ha hecho el pisto, pues está más preocupado por restringir las expresiones de protesta de la población que por los grandes problemas que está atravesando el pueblo con el aumento de los contagios, la falta de centros para atenderlo, de medicinas y fallecimientos que van en aumento. Del empleo no hablemos, pues los despidos continúan con la excusa de la pandemia y no hay programas de verdadera e integral atención a los más necesitados, pues ya vimos que hasta incrementó la desnutrición.
Algunos dicen “malaya un Bukele”, pero no es como lo pintan, atrás de él también hay fuerzas extrañas y ambiciones de poder que, si el pueblo se atiene y cree todo, sufrirá las consecuencias. Muchas de sus acciones reflejan su deseo de perpetuarse en el poder, lo cual sería grave para el hermano pueblo y para toda Centroamérica.
Lo que sí es común entre Giammattei y Bukele son las restricciones a la prensa y la implementación de leyes que restringen derechos de la población, como la libertad de expresión, el derecho de acceso a la información pública, reunión, manifestación y protesta. En febrero pasado, la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES) denunció 47 hechos de restricción al ejercicio periodístico, entre ellos agresiones físicas, amenazas y deslegitimaciones, seguimientos y todo tipo de controles a los periodistas, lo que representa una clara violación al derecho de libertad de prensa y de libre expresión. En abril pasado, APES denunció: “La estigmatización de medios y la incitación a la violencia contra periodistas es promovida por funcionarios de gobierno, incluido el presidente de la República, Nayib Bukele, y el secretario de prensa de Casa Presidencial, Ernesto Sanabria”. Pareciera que solo cambiamos los nombres y que estamos hablando de la realidad de nuestro país.
Mientras Bukele se afianza en el poder, Giammattei se tambalea y el futuro de Guatemala es negro, pues ya se escuchan campanas de llevar a lo más retrógrado a la primera magistratura; lo único que nos puede salvar es el pueblo, es la juventud, que tiene que luchar por garantizar su futuro.
https://elperiodico.com.gt/opinion/opiniones-de-hoy/2021/07/15/bukele-y-giammattei/
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