Por: Miguel Ángel Albizures
Mañana, la fiesta, los tamales o el pavo, el ponche y el licor estarán en muchos hogares. En otros la desolación, el dolor, el hambre y la incertidumbre seguirán presentes. En muchos hogares, los niños cargados de juguetes y estrenando ropa que después desprecian, mientras en otros, los niños lloran y piden pan y piden cohetes y no hay nada de nada. En unos hogares la Navidad es alegría y en otros, en los carentes de todo hay tristeza, hay un mirar perdido en el horizonte.
Pero ese es nuestro país, las diferencias sociales son enormes, muchos nadan en la abundancia, mientras que otros recorren las calles en busca del sustento y en las lejanas aldeas se muere lentamente o se desea la muerte para que termine el sufrimiento. No, no es Navidad para todos, no es Nochebuena para todos, pues es para miles de familias una noche más de frío en el alma que les recorre todo el cuerpo.
En esta Navidad, se ven muchas madres o padres con niños en los brazos extendiendo la mano. Muchos niños suplicando una moneda porque el Estado y nosotros los ciudadanos no hemos sido capaces de brindarles una mejor vida, ni les hemos dado la oportunidad de estudiar y superarse. De nada nos sirve condolernos sino somos capaces de luchar por un cambio de la situación injusta en que viven miles de familias. Es muy fácil decir a quien encontramos “feliz Navidad”, pero para muchos es un día como cualquier otro porque les seguirá faltando de todo.
Por todo ello, hay que pensar en transformar el sistema, en que la inversión de recursos llegue a todos y especialmente a quienes más lo necesitan. La realidad de miseria que viven miles de familias en las lejanas aldeas de Chiquimula, Huehuetenango, Quiché o Cobán, para solo mencionar algunos departamentos, nos debería llevar a exigir del gobierno el máximo de inversión para el desarrollo y para poner fin a la muerte por desnutrición y el hambre que siguen terminando con la vida de miles de niños y niñas tal como lo reflejan las crueles estadísticas.
No quiero amargarle a ninguno su Navidad, ni mucho menos los festejos del año que se aproxima, pues no será un año nuevo, sino un año más de desgobierno y de injusticias que ya hemos visto con Giammattei y el Pacto de Corruptos, sino no nos decidimos a librar una lucha abierta y decidida por un cambio que haga de Guatemala un país realmente libre y justo, donde la niñez y los hogares de menores ingresos sean tomados en cuenta y tengan para el sustento diario. Por ellos hay que dejar la indiferencia por un lado y pensar en que vale la pena luchar por las transformaciones profundas que el país necesita, pues a esta Navidad llegamos de duelo con miles de niños que han muerto por desnutrición, y con migrantes que murieron en busca de una mejor vida.
https://elperiodico.com.gt/opinion/opiniones-de-hoy/2021/12/23/otra-navidad-sin-esperanza/
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