El 28 de noviembre de 1983, en la aldea Santa Inés Pinula, municipio de San José Pinula, departamento de Guatemala, un grupo de hombres armados, con la colaboración de un comisionado militar, capturaron a Juana de Jesús Ramírez López, María Isaura Hernández Martínez, Carlos Nájera Ramírez - los tres militantes del Movimiento Revolucionario del Pueblo MRP -IXIM- y a Elena Rixtun. A los seis días de la captura, encontraron el cadáver de Juana enterrado como XX en Cuilapa, Santa Rosa. Diez días más tarde, se encontró el cadáver de María en Barberena, Santa Rosa, y los cuerpos de Carlos y Elena aparecieron en la ciudad capital. Todas las víctimas presentaban evidentes señales de tortura.
La familia Nájera Hernandez Rixtun, era una familia numerosa asentada en el municipio de San José Pinula, departamento de Guatemala.
Desde pequeña Juana Ramirez decidió abandonar la finca donde vivía en el oriente del paísís para liberarse del caporal a quien había sido vendida por la pobreza extrema de los campesinos del lugar. En su adultes formó parte de las ligas campesinas del gobierno de Jacobo Arbenz y más adelante de las primeras Fuerzas Armadas Rebeldes FAR
Formó y orientó a sus hijos en el análisis de su realidad y en la necesidad de organizarse para cambiarla y desde entonces fueron activos en los comités de jóvenes, de teatro y de agua organizados por la parroquia del Padre Hermogenes López Coarchita, hasta formar parte de sindicatos laborales y posteriormente organizarse en el Movimiento Revolucionario del Pueblo Ixim -MRP IXIM-.
El 29 de noviembre de 1984, en horas de la madrugada, un comando de la G-2 irrumpió en su vivienda y con lujo de fuerza se llevaron con rumbo desconocido a la Abuela Juana Ramirez (68) su nuera Isaura Hernández Martínez, su hijo Carlos Nájera Ramirez y su esposa Elena Rixtun.
Sus cuerpos, con evidentes señales de tortura, aparecieron con semanas de diferencia en Barberena y en El Progreso.
Aquel día sólo quedaron en la casa de la familia, nueve niños y niñas de entre 1 y 13 años de edad, quienes se vieron forzados a refugiarse en México durante 15 años.
Su legado y su memoria llevó a dos de aquellos niños a integrarse a la organización HIJOS Guatemala, a su regreso del refugio 16 años después de aquel 29 de noviembre de 1984.
No Olvidamos, No perdonamos y mucho menos nos Reconciliamos.
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