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MIGUEL ÁNGEL ALBIZURES
OPINION ELPERIÓDICO 2016-2-4
Ellas, las mujeres de Sepur Zarco se atrevieron a hablar, rompieron el silencio y hoy, el juicio continúa su curso, los testimonios se han sucedido unos a otros. La defensa, como es costumbre del abogado Moisés Galindo, trató infructuosamente de impedir que se iniciara. El uso y abuso de los amparos, ha sido su práctica así como la insistencia de su enemistad con miembros del tribunal. Ahora utilizó a uno de los acusados para que se negara a dar su nombre y la emprendiera contra dos de las magistradas. Un silencio sepulcral invadió la sala de audiencias, cuando a uno de los testigos se le preguntó si podía reconocer a uno de los acusados, el nerviosismo de ellos y por supuesto del abogado, era evidente.
El juicio por esclavitud sexual o violaciones sexuales en Sepur Zarco, es apenas una muestra de todo lo que sufrieron las mujeres en diversas regiones del país durante el conflicto armado interno. Los testimonios de los sobrevivientes de la masacre de Las Dos Erres en el Petén, dan cuenta de lo que sucedió cuando cercaron la comunidad y encerraron a mujeres y niños, pero lo mismo sucedió en la región ixil, las mujeres eran el botín de guerra. Un escalofriante testimonio recibido por los miembros de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, da cuenta de los hechos en la región de San Miguel Uspantán: “En las noches entraban para violar, más a las que sólo tienen uno o dos hijos, a las jóvenes. Pero una noche pusieron marimba y violaron a todas. Yo tengo mucha pena porque ya tengo muchos hijos, ya mataron a algunos, ya soy casi anciana, ya tengo como 40 años cuando me violaron (…) Yo cargo mi nena, jalan mi nena, me sacan a la capilla con otra señora y uno pasa conmigo (…) sólo pasó uno conmigo porque yo ya estoy vieja y quieren más a las jóvenes (…) yo no puedo olvidar eso, los soldados nos van a matar si nosotras no queremos y yo tengo que defender la vida de mi hija que está chiquita, pero yo no quiero y el soldado me abusa (…) Ellos tienen marimba, hay fiesta, hay tragos, ellos estaban alegres, nosotros estamos tristes, nosotros lloramos, nosotros queremos morir (…) Quería morir, ya no soportaba tanto dolor, tanto sufrimiento mío y de mis familias, pero me dio fuerzas mi hijita que sólo tenía dos años”. (CEH, 1999).
Esa región, la he recorrido varias veces y los testimonios de las atrocidades cometidas, se repiten por parte de la gente que sufrió las consecuencias y que milagrosamente sobrevivió, pues muchas mujeres fueron asesinadas después de abusar de ellas, las asesinaron en medio de las carcajadas de la tropa. Pero para los defensores de los militares y para columnistas que ponen su pluma al servicio de ellos, se trata de inventos, de un circo más y poco o nada les importa el dolor de las mujeres que hace más de tres décadas fueron violentamente abusadas. El pueblo tiene derecho conocer la verdad.
http://elperiodico.com.gt/2016/02/04/opinion/sepur-zarco-una-muestra/
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