El debate en asuntos hemisféricos.
Ahora que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se reúne en Costa Rica para su Tercera Cumbre son apenas los primeros pasos de la nueva entidad hemisférica, cuya aparición en la escena internacional provocó escozor en las cancillerías del Norte, que percibieron una “peligrosa” –y autónoma– respuesta del continente frente a la injerencia de Estados Unidos de América en la OEA. Desde la otra esquina: el empeño del presidente Hugo Chávez en el esfuerzo CELAC y el hecho de que EE. UU. más Canadá quedasen fuera y se incluyese a Cuba, alentó en algunos organismos de la izquierda social latinoamericana, la idea de que surgía una entidad con énfasis antiimperialista, cuya paternidad atribuye a los llamados gobiernos de izquierda del sur del continente.
Lo real es que –luego de los aspavientos iniciales– va quedando claro que el objetivo de CELAC es una región pensándose a sí misma. Su agenda e institucionalidad de largo plazo, no son claras aún, están en construcción, de tal forma que se dificulta establecer en qué se diferencia –su agenda– de la OEA. Obviamente la no presencia sajona en CELAC de por sí, determina diferencias, sin embargo, al día de hoy solo se expresan matices diversificados; sin embargo, es importante que CELAC hoy día capitaliza la interlocución regional con China. Ahora bien, de los verdaderos problemas que se prevé surjan a futuro, en razón de la existencia de ambos organismos, es la duplicación de instituciones continentales derivadas de la agenda de cada organización. Este es el caso de la institucionalidad regional dedicada a los Derechos Humanos, esta seguramente será sometida a profundo debate de cuyos resultados dependerá fortalecer o debilitar la Comisión Interamericana e incluso la Corte regional de Derechos Humanos.
¿Por qué? Se ha conocido que algunos de los Estados miembros de CELAC, estarían proponiéndose, la creación de una Comisión de Derechos Humanos, propia de CELAC y diferenciada de lo que existe en OEA. De concretarse la intencionalidad referida, provocaría problemas de jurisdicción y tensión política –probablemente muy desgastante– que haría peligrar lo ganado continentalmente en institucionalidad y defensa de los Derechos Humanos. Será grave, por ejemplo, tener: una entidad cuya jurisdicción se reconocería por algunos Estados, mientras que otros se mantendrían “fieles” a la institucionalidad americana patrocinada por la OEA. El resultado es obvio: un socavamiento a las medidas de protección en Derechos Humanos en América Latina. Tal situación provocaría, además, un innecesario descrédito a la institucionalidad hemisférica, de por sí cuestionada.
http://www.elperiodico.com.gt/es/20150129/opinion/7742/OEA-y-CELAC-¿cuál-es-la-diferencia.htm
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