jueves, 23 de diciembre de 2021

GUATEMALA: OTRA NAVIDAD SIN ESPERANZA


NO QUIERO AMARGARLE A NINGUNO SU NAVIDAD, NI MUCHO MENOS LOS FESTEJOS DEL AÑO QUE SE APROXIMA. 

Por: Miguel Ángel Albizures

Mañana, la fiesta, los tamales o el pavo, el ponche y el licor estarán en muchos hogares. En otros la desolación, el dolor, el hambre y la incertidumbre seguirán presentes. En muchos hogares, los niños cargados de juguetes y estrenando ropa que después desprecian, mientras en otros, los niños lloran y piden pan y piden cohetes y no hay nada de nada. En unos hogares la Navidad es alegría y en otros, en los carentes de todo hay tristeza, hay un mirar perdido en el horizonte. 

Pero ese es nuestro país, las diferencias sociales son enormes, muchos nadan en la abundancia, mientras que otros recorren las calles en busca del sustento y en las lejanas aldeas se muere lentamente o se desea la muerte para que termine el sufrimiento. No, no es Navidad para todos, no es Nochebuena para todos, pues es para miles de familias una noche más de frío en el alma que les recorre todo el cuerpo.

 En esta Navidad, se ven muchas madres o padres con niños en los brazos extendiendo la mano. Muchos niños suplicando una moneda porque el Estado y nosotros los ciudadanos no hemos sido capaces de brindarles una mejor vida, ni les hemos dado la oportunidad de estudiar y superarse. De nada nos sirve condolernos sino somos capaces de luchar por un cambio de la situación injusta en que viven miles de familias. Es muy fácil decir a quien encontramos “feliz Navidad”, pero para muchos es un día como cualquier otro porque les seguirá faltando de todo. 

Por todo ello, hay que pensar en transformar el sistema, en que la inversión de recursos llegue a todos y especialmente a quienes más lo necesitan. La realidad de miseria que viven miles de familias en las lejanas aldeas de Chiquimula, Huehuetenango, Quiché o Cobán, para solo mencionar algunos departamentos, nos debería llevar a exigir del gobierno el máximo de inversión para el desarrollo y para poner fin a la muerte por desnutrición y el hambre que siguen terminando con la vida de miles de niños y niñas tal como lo reflejan las crueles estadísticas. 

No quiero amargarle a ninguno su Navidad, ni mucho menos los festejos del año que se aproxima, pues no será un año nuevo, sino un año más de desgobierno y de injusticias que ya hemos visto con Giammattei y el Pacto de Corruptos, sino no nos decidimos a librar una lucha abierta y decidida por un cambio que haga de Guatemala un país realmente libre y justo, donde la niñez y los hogares de menores ingresos sean tomados en cuenta y tengan para el sustento diario. Por ellos hay que dejar la indiferencia por un lado y pensar en que vale la pena luchar por las transformaciones profundas que el país necesita, pues a esta Navidad llegamos de duelo con miles de niños que han muerto por desnutrición, y con migrantes que murieron en busca de una mejor vida.

https://elperiodico.com.gt/opinion/opiniones-de-hoy/2021/12/23/otra-navidad-sin-esperanza/

miércoles, 22 de diciembre de 2021

GUATEMALA: CÉSAR MONTES Y LA LIBERTAD...


Por: Luis Eduardo Escobedo


Ayer tuvimos festejo supremo del alma... ocasión para brindar un manjar del mar con el querido hermano y amigo, el Comandante César Montes, hoy privado de libertad de la carne, pero no del alma...  Elvira López, Juan Luis Ozaeta y el otro Luis que aquí dice nos encontramos por la mañana para ir a ver al viejo guerrillero.  Y mire usted lo que son las cosas, nuestra reunión se dio en una casa de la zona 1 donde hace muchos años se guarecía el comando del Movimiento Revolucionario Trece de Noviembre, allí donde Luis Turcios Lima y Marco Antonio Yon Sosa y otros amables y bravíos fraguaron las Fuerzas Armadas Rebeldes...  (Es siempre mágico el día de Kukulkán).

Al filo del medio día llegamos a Mariscal Zavala y encontramos al hermano detrás de la malla, festivo y afable, sereno y alegre...  vestido de rojo y de negro, con el cabello largo y barbado y una sonrisa atravesando el rostro de ochenta años que todavía pinta al patojo bajo la boina...  

Nos fue llevando por los callejones del presidio militar y a cada paso la gente le saludaba con cortesía y amable respeto, igual a nosotros...  Llegados al punto trepamos una escalerilla y luego nos descalzamos, una cortesía oriental que nos resulto grata... (menos mal no llevamos olores amargos).  La vianda era preparada por dos hermanos coreanos que hoy comparten con el soldado rebelde...  ellos habían obsequiado para nosotros camarones, helado, te y café...  No es de todos los días, es un festejo navideño con el guerrillero.  O como dirían algunos amigos: un día histórico y de bella hermandad.

Es obvio que no ha dejado de sentir, pensar, mensurar y elaborar... Su pensamiento es más claro ahora, a pesar de las jugarretas del sistema judicial y del oficio brujo de aquellos que lo mangonean en lo oscuro...  Si César Macías no fuera César Montes, ya estaría en la calle... Pero le temen a viejo, porque es Águila, porque es Tigre... Quetzal nuestro.

Junto a los parabienes de la fermosa Navidad que se avecina dimos gracias a Dios por su salud, celebramos la tozudez del anciano guerrero, por su claridad y hondura.   Así arrancó el deleite de tres horas con el querido compañero y otros privados de libertad con quienes compartimos el abrazo y los dátiles del mar... Allí dijimos algunas cosas de nuestro afecto para él y Guatemala, y le oímos decir algunas más importantes al viejo guerrillero, al organizador del pueblo...  

Elvira, querida hermana del Frente Unido de la Revolución, le consultó sobre varias cosas del devenir actual de las fuerzas campesinas y revolucionarias...  César se expandió considerando los distintos aspectos de la cuestión nacional.  Habló del deber de marchar a la unidad, y de considerar en ella a las fuerzas más congruentes con la necesidad del país y su pueblo.  Los campesinos y los trabajadores, los emprendedores, los intelectuales, los militares (regulares y revolucionarios), la gente sencilla y todos los que quieran un poco a este país... 

Juan Luis hizo un detalle de los grandes asuntos que deben ser abordados en la Guatemala de hoy, igual que sentenció sobre los viejos vicios que no han permitido que las fuerzas revolucionarias lleguen realmente a cumplir su misión.  César acotó que es importante que quien diga que es revolucionario lo demuestre en el campo de los hechos.  Y fue muy directo al decir que hay quienes han aprovechado su prisión para denostarlo sin siquiera haber dado una batalla exitosa por el proyecto nacional.  "He aprendido -dijo- a seguir adelante a pesar del ataque del enemigo y de los falsos hermanos.  No perdamos energía en eso, hay mucho qué hacer..."

Obviamente que teníamos que ocupar un repaso de la forma alevosa en que ocurre su persecución y captura, pero más aún el espacio a la historia nacional, al análisis de coyuntura, a repasar sobre las fuerzas que luchan por levantar la casa y también por estimar desapasionadamente a quienes enfrentamos.  No es posible vivir en Guatemala e intentar un cambio sin hacer una lucha.  No es posible hacer una lucha sin mirar muy hondo y calcular...   El viejo está entero, y ojalá haya Comandante para rato.

El que escribe debió esperar un año para poder trasponer las restricciones del sistema penitenciario, pero ha valido la pena para poder abrazar al hermano y retomar las agendas pendientes.  Dimos parte de nuestras acciones afuera de la tapia... de que estamos haciendo esfuerzos para que mejoren las cosas en la casa de todos, a pesar del Cacif, del gringo y los demás hijuelachas...  del propio egoísmo que dificulta la unidad y la marcha...   Se puso contento cuando le conté que fuimos a ver a los cuques y a llamarlos a hacer un modo alto de ser soldados, otro ejército.

Entre las cosas que han quedado en claro es que no podemos cejar en el esfuerzo por la vida... hay que seguir luchando por ampliar las libertades en Guatemala... Y uno de esos capítulos pasa por exigir la liberación de los presos políticos, de todos los presos políticos, no sólo para César, sino para todos aquellos objetores de consciencia que hoy por hoy guardan prisión en razón de las causas ambientales o aquellos que sufren presidio por querer ampliar el derecho a la opinión... 

También se dijo de los grupos que pujan por liderar la izquierda y del futuro de las propuestas sociales en medio de la entronización de la corruptela.  César siente que hay que ser profundos y optimistas, porque el pueblo está vivo y en la América Latina de hoy hay ejemplos grandes que debemos celebrar y continuar.

En esta finca donde aún reina la mano oscura del crimen, y donde a diario se registra docenas de asesinatos y corruptelas que dicen del despojo y el desprecio, en este mismo suelo también hay alzados en acciones supremas decenas de miles de guatemaltecos que obran en proyectos comunitarios y sociales que tienen afecto por la vida, por la gente...   Se recordó que aún están vivos los Batallones de la Esperanza de la Fundación Luis Turcios Lima, pese al esfuerzo criminal de los enemigos.  Que se sostienen los proyectos agrarios y hay asambleas en distintos lugares...  Son esos esfuerzos los que todavía animan a seguir la lucha.  

El Comandante recordó los hechos resientes en el hemisferio, y que junto a la agudización de la crisis política y moral que vive Guatemala, países como Honduras y Chile se han dado a sí mismos una oportunidad de cambio, un salto en favor de la justicia social y la libertad.  Guatemala, nos recordó enfático, debe salir del pesimismo, de ese determinismo que nos sujeta a ver como imposible la liberación y el progreso nacional.  Debemos aprender la vía comunitaria, debemos aprender una disciplina más allá del egoísmo y de la separación...  Nos recordó que en los proyectos campesinos donde ha tenido voz la gente se despierta temprano, saludan nuestra bandera, cantan el himno y marchan cada uno a sus tareas...  No es posible el socialismo entre cobardes ni entre gente que no tiene una disciplina de vida...  Eso dice el viejo de ochenta años que todavía va al gimnasio, lee y escribe.

Nos ha pedido que sigamos adelante y que veamos la política un poco más allá de la cuestión electoral, sin que la descartemos.  Que aprovechemos todas las fuerzas existentes para hacer acuerdos supremos y presiones mayores...  Guatemala necesita superar el ayer y al pensamiento estrecho. 

Mientras estábamos ahí llegaron a visitarle otras personas, algún alto oficial del ejército sujeto a proceso llegó hasta el umbral, se cuadró y le hizo el saludo: --Permiso, mi Comandante...   

--Adelante, mi Coronel...  Nos presentó y luego vino la ocasión de compartir un café y el criterio se amplió entre la visita y los hombres del penal... Hablamos de la Guatemala que viene, y del cultivo de la era entre viejos y jóvenes...  Parecía aquello inaudito que los socialistas estuvieran hablando de leyes universales y de coordenadas espirituales y que en ese espacio mínimo de una cárcel fuera posible tejer una razón junto al que ayer era enemigo de sangre...  Acaso esto hace temible a César Montes, porque puede levantar a los campesinos a construir aldeas rebeldes, a detener las hidroeléctricas, las mineras y el monocultivo, y también hablar con oficiales sin miedo ni rencor.  

Esta sigue siendo la hora de la filosofía, de la política... y sólo los más grandes podrían esgrimirla sin ofender al Cielo y guardando a la Tierra...  En el espacio de 3 días y entre las mismas hectáreas, me tocó tender la mano a los hombres del verde olivo y hablar francamente sobre las cosas de esta casa...  La primera signada por el Alma de San Carlos, y ahora bajo la presencia de César Montes... 

Ya para irnos alguien de la visita se quejó de un dolor y como uno es shute, pues le dijimos al Negro, al querido doctor Juan Luis Ozaeta:  --hacele la campaña al chino vos, tronale la espalda... Y en un momento el cubículo se convirtió en clínica y nuestro hermano ejerció su medicina en el cuerpo de dos hombres golpeados por los males del tiempo, un coreano y un guatemalteco... Fue muy importante aquel momento y me arrimé al oído del viejo y le dije:  

--Donde vas, César, pasan cosas muy buenas...   Adentro del alma celebré muy hondo la invitación de Elvira y de Juanito para ir a ver al viejo, y supe desde adentro que aquello tenía motivos espirituales y ojalá sentidos para la vida deste bosque antiguo...

Donde César va pasa algo bueno, seguro que sus enemigos y competidores dirán lo contrario.  En el fondo yo sé que este presidio, aunque ordenado por los fueros más tristes, también tiene una mano más alta.  Estoy seguro que Quetzalcóalt puso al comanche ahí para que siguiera tejiendo lo que ha de venir...

Matiox Gukumatz

Luis Eduardo Escobedo Gowans

Hun Kamé / 20 de diciembre de 2021

En el memorial de los Antepasados del Valle de la Serpiente Emplumada

https://www.facebook.com/luiseduardo.escobedogowans



GUATEMALA ES RESPONSABLE POR DESAPARICIÓN FORZADA, DESPLAZAMIENTO FORZADO, Y VIOLACIÓN DE MÚLTIPLES DERECHOS POR LA MASACRE DE LA ALDEA LOS JOSEFINOS DEL AÑO 1982



San José, Costa Rica, 21 de diciembre de 2021. - En la Sentencia notificada en el día de hoy en el Caso Masacre de la Aldea Los Josefinos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos encontró al Estado de Guatemala responsable internacionalmente por las violaciones de derechos humanos relacionadas con la masacre de la Aldea Los Josefinos que tuvo lugar los días 29 y 30 de abril de 1982, en el marco del conflicto armado interno en Guatemala. 

El resumen oficial de la sentencia puede consultarse aquí y el texto íntegro de la sentencia puede consultarse aquí. https://www.corteidh.or.cr/docs/comunicados/cp_109_2021.pdf?fbclid=IwAR2slL2sMgFJv-LHI__koqBaT8BD81CItpyXEs4XpMyZmfl1L_58hFl7s-I

En la madrugada del 30 de abril de 1982 miembros del ejército guatemalteco, tras haber sitiado la referida aldea, ingresaron al caserío, dando muerte a toda persona que se encontrara dentro de las viviendas, y luego quemaron sus ranchos. Al menos 38 personas murieron como consecuencia de la masacre, incluyendo a hombres, mujeres, niñas y niños. Tras la masacre, algunos de los miembros de dicha comunidad se vieron obligados a huir de su tierra. Algunas personas huyeron de la aldea refugiándose en otras aldeas e incluso fuera del país. A pesar de una denuncia presentada por la Asociación de Familiares Detenidos y Desaparecidos de Guatemala, FAMDEGUA, las investigaciones penales iniciaron casi 14 años después de los hechos acaecidos. Actualmente, el caso se encuentra aún en etapa de investigación por parte de la Unidad de Casos Especiales del Conflicto Armado Interno de la Fiscalía de Derechos Humanos. 

A la vista de lo anterior, el Tribunal encontró al Estado de Guatemala responsable internacionalmente por la desaparición forzada de 14 personas, el desplazamiento forzado de 7 personas y sus núcleos familiares, la violación al derecho a la familia en perjuicio de 6 personas, la violación del derecho a la niñez de 6 niños y niñas, así como la violación de los derechos a las garantías judiciales, a la protección judicial y a conocer la verdad en perjuicio de 1.439 personas, todo ello como consecuencia de la masacre perpetrada. El Tribunal también determinó que el Estado violó el derecho a la integridad personal de los familiares de las personas que fueron desaparecidas y ejecutadas extrajudicialmente, así como de las víctimas sobrevivientes de la masacre. 

En consecuencia, el Tribunal declaró al Estado de Guatemala responsable por la violación de los artículos 3, 4.1, 5.1, 5.2 y 7.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con el artículo 1.1 de dicho instrumento y el artículo I.a) de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, así como de los artículos 17, 19 y 22 de la Convención Americana en relación con el artículo 1.1 de dicho instrumento. Asimismo, el Tribunal consideró al Estado responsable por la violación de los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma, así como del derecho a conocer la verdad de los hechos, y del artículo I.b) de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas. Por último, la Corte determinó que el Estado violó el artículo 5 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma. 

En razón de estas violaciones, la Corte ordenó diversas medidas de reparación, entre otras: (i) remover todos los obstáculos, de facto y de jure, que mantienen la impunidad en este caso, e iniciar, continuar, impulsar y/o reabrir las investigaciones que sean necesarias para individualizar, juzgar y, en su caso, sancionar a los responsables de las violaciones de los derechos humanos objeto del presente caso, (ii) elaborar un plan detallado y orgánico, con definición de objetivos y metas concretas para la búsqueda de los miembros de la Aldea los Josefinos desaparecidos forzadamente, así como para la localización, exhumación e identificación de las personas presuntamente ejecutadas, (iii) implementar una medida de fortalecimiento del centro de salud ubicado en la Aldea Los Josefinos mediante la dotación de recursos humanos permanentes y calificados en materia de atención a la salud física, psicológica y odontológica, medicamentos y ambulancias equipadas, (iv) continuar con la construcción del monumento en la zona donde se encontró la fosa clandestina, así con la instalación de una placa conmemorativa de los hechos ocurridos, (v) realizar un documental audiovisual sobre la masacre ocurrida los días 28 y 29 de abril de 1982 en la Aldea Los Josefinos, así como el impacto que esta tuvo en la comunidad hasta el día de hoy, (vi) pagar las cantidades fijadas en la sentencia por concepto de daño material e inmaterial, y el reintegro de las costas y gastos.

*** 

La composición de la Corte para la emisión de la presente Sentencia fue la siguiente: Jueza Elizabeth Odio Benito, Presidenta (Costa Rica); Juez Patricio Pazmiño Freire, Vicepresidente (Ecuador); Juez Humberto A. Sierra Porto (Colombia); Juez Eduardo Ferrer Mac-Gregor (México); Juez Eugenio Raúl Zaffaroni (Argentina) y Juez Ricardo Pérez Manrique (Uruguay). 

*** 

El presente comunicado fue redactado por la Secretaría de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por lo que es de responsabilidad exclusiva de la misma. 

Para mayor información favor de dirigirse a la página de la Corte IDH www.corteidh.or.cr o envíe un correo dirigido a Pablo Saavedra Alessandri, Secretario a corteidh@corteidh.or.cr Para la oficina de prensa contacte a Matías Ponce a prensa@corteidh.or.cr 

Puede suscribirse a los servicios de información de la Corte aquí. Para dejar de recibir información de la Corte IDH remita un correo a comunicaciones@corteidh.or.cr . También puede seguir las actividades de la Corte en Facebook, Twitter (@CorteIDH para la cuenta en español y IACourtHR para la cuenta en inglés), Instagram, Flickr, Vimeo, YouTube, Linkedin y Soundcloud.

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domingo, 19 de diciembre de 2021

GUATEMALA: LABERINTOS, ALFREDO MACKENNEY, MEDICO Y CINEASTA.


El Ícaro de Honor para Alfredo Mackenney, un merecido reconocimiento, entregado por Guillermo Escalón y Edgar Barillas. ÍCARO XXIV, festival Internacional de Cine.11-12-21


Por: Guillermo Escalón


El doctor Alfredo Mackenney tiene dos pasiones: el cine y el volcán de Pacaya. Con su cámara ausculta el alma de Guatemala, sus males heredados: una conquista que no cesa, una guerra de espectros milenarios, su desmemoria… El volcán es el sitio donde sana su alma. Diluyéndose en el silencio que solo encuentra frente a las explosiones del Pacaya, añora la muerte más hermosa de todas…

Laberintos parte de las imágenes registradas por el médico y cineasta Alfredo Mackenney para recrear -desde un registro ensayístico, poético e incluso ficcional- una Guatemala escindida. Su recomposición resulta más compleja aún al ser acometida por una mente que -con noventa años de edad- comienza a olvidar cada día más…
 Ruth Gregori

https://congresoestudiosculturales.url.edu.gt/arte/laberintos/

Los Cineastas: Edgar Barillas, Sergio Valdés Pedroni, Guillermo Escalón, con el homenajeado Dr. Alfredo Mackenney 

 LABERINTO Realizado por el cineasta Guillermo Escalón   https://youtu.be/R_1ncf6B1H8  

Alfredo MacKenney es médico y cirujano, egresado de la Universidad de San Carlos de Guatemala, es andinista, fotógrafo y documentalista. Se ha dedicado a estudiar y documentar los fenómenos naturales del volcán de Pacaya, inicio a escalar el pacaya desde 1965, desde la fecha hasta ahora lleva casi 1500 ascensos a sus 90 años. El cráter activo del volcán de Pacaya, fue bautizado como el pico MacKenney.

Fotos: Guillermo Escalón
Alfredo Mackenney



ÍCARO XXIV, FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE.
El Festival Ícaro se inscribe en el actual movimiento audiovisual centroamericano como principal promotor desde 1998; nació en Guatemala con la visión de unir Centroamérica a través del arte y la cultura con especial atención en nuestra diversidad cultural, derechos humanos y medio ambiente; en el marco de una cultura de paz. Hoy día los objetivos no han cambiado y se fortalecen a través de la Política Cultural de Integración Centroamericana al contribuir al desarrollo integral de Guatemala y Centroamérica.

GUATEMALA: HASTA PRONTO MAURO VERZELETTI



Miguel Ángel Sandoval

La noticia de que Mauro Verzeletti se va del país me dejo desconcertado. Lo primero es respetar du decisión, aunque lo que en verdad me sale de lo profundo es pedirle que lo piense otra vez, que recapacite, que no se vaya. Y es que, en una región atormentada por las migraciones, su partida es una muy mala noticia. Pues si de algo se sabe en las olas de migrantes, de Guatemala y de toda la región, es que en la Casa del Migrante que anima Mauro, siempre hay un plato de comida caliente y una cobija cuando hace falta, sin discursos, sin aspavientos.

Es cierto que muy probablemente sea sustituido por una persona idónea, por alguien con experiencia en el difícil trabajo de atender las migraciones y los padecimientos de esa población que opta por la migración ante la ausencia de oportunidades en su país de nacimiento. No creo que se limiten los apoyos de la iglesia y de otras instituciones que han visto con simpatía la labor de la Casa del Migrante, en donde el hermano Verzeletti es la piedra angular, junto con sus colaboradores.

Sin embargo, aunque se haga todo el esfuerzo para llenar el vacío que seguramente deja Mauro, hay algo que difícilmente se alcance en poco tiempo: Mauro era y es un referente en el tratamiento de las migraciones, del migrante. Tiene la autoridad moral para dirigirse a las autoridades, para interpelarlas por el trato a los migrantes, por la ausencia de oportunidades que los llevan a buscar nuevos horizontes aun a costa de su vida. No es solo encargado de un hogar de atención al migrante que lo necesita. Es algo más.

La última ocasión que lo salude fue en el marco de un evento sobre migraciones. Le hice entrega de un poemario de mi autoría sobre las migraciones. Ofreció leerlo con atención, y seguro que lo hizo. Fue antes de la pandemia y por ello no pudimos comentarlo, pero aprovecho este espacio para decirle que lo escrito en esas líneas, sigue siendo vigente, terriblemente vigente, y que nos hará mucha falta su dedicación, entrega y porque no decirlo, su defensa obstinada del derecho de los migrantes a tener una oportunidad.

Quiero pensar que Mauro ira a realizar estudios de Ciencia Política como dice en el anuncio de su ida del país, y quiero creer que regresara muy pronto. Y lo hará fortalecido, para continuar con su labor de ser el engranaje indispensable en la lucha por la defensa de los derechos de la población que obligada busca en la migración esa oportunidad esquiva en su tierra de origen. Creo que las organizaciones de migrantes o las personas de buena fe en la iglesia, deberían a una sola voz, pedirle que, si se va, regrese cuanto antes. Lo necesitamos. Hasta luego, Mauro.

https://publicogt.com/2021/12/18/hasta-pronto-mauro-verzeletti/


jueves, 16 de diciembre de 2021

GUATEMALA: EL SUEÑO AMERICANO Y LA MUERTE

Foto: scalabriniguate.org/

EL SUEÑO AMERICANO SEGUIRÁ SIENDO LA MUERTE PARA MUCHOS QUE NO ENCUENTRAN CÓMO SOBREVIVIR.

Por: Miguel Ángel Albizures 

Ante la grave tragedia de migrantes, hemos leído y escuchado diversos comentarios en los que se lamenta la pérdida de vidas humanas en el fatal accidente, pero también se lanzan expresiones que pasan por sobre la dignidad de los migrantes al justificar lo sucedido por emprender camino y no buscar la forma de sobrevivir aquí. “Qué van a hacer allá”, “por qué no buscan trabajo aquí”, “quién los manda a que se vayan del país”, pues quien no ha vivido la angustia y desesperación de no encontrar una fuente de trabajo e ingresos que les per mita sobrevivir en este país de la injusticia, no podrá jamás comprender por qué se emprende el camino de la muerte con la esperanza de mejorar la propia vida y la de la familia. 

El problema de la migración tiene íntima relación con la situación económica y social de quienes buscan en otros países, y especialmente en Estados Unidos, superar la pobreza y extrema pobreza en que viven, pues para nadie es un secreto la situación de los miles de jóvenes que viven en las aldeas, municipios y departamentos del país, así como de quienes han culminado sus estudios básicos y deambulan de un lado a otro en busca de una fuente de ingreso, que al no encontrarla no solo provoca desesperación, frustración, sino hasta suicidio. Son miles de guatemaltecos que venden sus pocas pertenencias o se endeudan para emprender camino y arriesgar su vida a pie o en uno de esos camiones o tráileres de la muerte que los amontonan y poco o nada les importa su vida. 

De nada sirven las banderas a media asta ni tres o 15 días de duelo patrio, si no se implementa el desarrollo, los servicios básicos para toda la población y las fuentes de trabajo que les permitan a las familias sobrevivir en esta dura crisis que tiende a agravarse, pero todo ello al Gobierno y al empresariado les importa muy poco porque a ellos, entre más refugiados haya en Estados Unidos, más serán las remesas que llegan a miles de familias en el país, que en una u otra forma van a dar a las manos de los empresarios a la vez que alivian la situación económica del Estado. 

Las cifras no mienten en relación con los miles de guatemaltecos que logran llegar a su destino y de quienes hacen intentos y son capturados o deportados por México, solo en lo que va del año más de 200 mil han sido interceptados y de ellos más de 82 mil han sido deportados a Guatemala. Pero ello no detendrá la migración de guatemaltecos y de otros países de Centroamérica que no crean las condiciones mínimas de sobrevivencia. Esta tragedia sucedida en Chiapas ha dado la vuelta al mundo, pero nada se sabe de los cientos de migrantes que mueren año con año por asfixia al ir amontonados en los camiones que los llevan a la frontera de Estados Unidos. El sueño americano seguirá siendo la muerte para muchos que no encuentran cómo sobrevivir ellos y su familia en nuestro país. 

https://elperiodico.com.gt/opinion/opiniones-de-hoy/2021/12/16/el-sueno-americano-y-la-muerte/

miércoles, 15 de diciembre de 2021

GUATEMALA: LAS ORGANIZACIONES PLATAFORMA NACIONAL DE VÍCTIMAS DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO Y LA ORGANIZACIÓN IMPUNITY WATCH CONMEMORARON LOS 25 AÑOS DE LA FIRMA DE LOS ACUERDOS DE PAZ.


A 25 AÑOS DE LA FIRMA DE LOS ACUERDOS DE PAZ 

Las organizaciones Plataforma Nacional de Víctimas del Conflicto Armado Interno y la organización Impunity Watch conmemoraron los 25 Años de la firma de los Acuerdos de Paz.

Los Acuerdos de Paz de Guatemala se firmaron en diciembre de 1996 entre Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca (URNG) y el Estado de Guatemala, el conflicto armado duro 36 años y dejo mas 250 mil muertos, 45 mil detenidos desaparecidos y más de un millón de desplazados internos.

A 25 años de la firma de la paz, el actual gobierno y los anteriores no han mostrado suficiente voluntad para cumplir los compromisos y proteger los derechos de las victimas.

En esta actividad de conmemoración participaron representantes de organizaciones de victimas, el procurador de derechos humanos, representantes de la Embajada de Suecia y la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos


Emisión en directo de Impunity Watch Gt
https://www.youtube.com/watch?v=i_x3BpMLug4














domingo, 12 de diciembre de 2021

ESCRITORAS GUATEMALTECAS, HISTORIA A CONTRACORRIENTE


Por: Jaime Barrios Carrillo

Los defensores del patriarcado niegan las evidencias de la opresión de las mujeres en la historia de Guatemala, tienen la osadía de negar el femicidio. Niegan el maltrato y el matrimonio infantil y emergen como beatíficos promotores de la ideología conservadora “provida” que combate el aborto pero apoyan la pena de muerte y desconocen el embarazo multitudinario de niñas.

El conquistador Pedro de Alvarado en una de sus Cartas de Relación a Hernán Cortes, escribía el 4 de abril de 1539, que había contraído nupcias con Doña Beatriz de la Cueva, la cual llegó desde España acompañada de 20 mujeres solteras las cuales describe como: “doncellas muy gentiles mujeres, hijas de caballeros, de muy buenos linajes; bien creo que es mercadería que no se me quedará en la tienda nada, pagándomela bien”.

En otro pasaje al entrar a los territorios que iba a conquistar en Guatemala, cuenta que sus tropas se encontraron con una mujer india que parecía muy confundida, considerándola loca la asesinaron en el acto.

Estas anécdotas de hace medio milenio, ilustran el desarrollo y consolidación de las estructuras patriarcales, racistas y misóginas que todavía imperan en la República de Guatemala.

Para tratar el tema de la mujer y la literatura en Guatemala, no podemos recorrer una historia de 500 años. Resaltemos que durante la Colonia la escritura y la imprenta estuvieron vedadas para las mujeres con la excepción de las llamadas “divinas reclusas”. Eran monjas conventuales, pertenecientes a familias ricas o sea criollas encomenderas o descendientes de conquistadores o funcionarios reales. En los conventos de clausura, que en algunos casos eran verdaderas residencias de lujo pero apartadas del mundo, estas monjas o sores escribían y leían. En especial Sor Juana de Maldonado y Paz, la primera escritora guatemalteca.

Con la Independencia en 1821 no sobrevinieron cambios en las estructuras patriarcales. La mujer continuó siendo una subalterna en una sociedad donde el analfabetismo era mayoritario. Francisca García Granados, la Pepa, surge escribiendo bajo un seudónimo masculino textos críticos y sarcásticos. Al conocerse su verdadera identidad tiene que salir al exilio, desde donde sigue su sátira política y poética combatiendo la corrupción del gobierno. Es conocida asimismo la pieza El Sermón, donde toca temas eróticos prohibidos considerados entonces tabú. Acorde a las investigaciones de la académica española Helena Establier Pérez, de la Universidad de Alicante, la Pepa contribuye a la construcción del sujeto femenino en la literatura del continente y es una pionera del romanticismo entre dos mundos.

Durante el primer siglo de la Independencia sobresalió también Vicenta Laparra (1831-1905), la primera dramaturga del país, además de pedagoga y periodista.

El siglo XX comenzó viendo el surgimiento de más escritoras y poetas. Algunos nombres son la poeta María Cruz; Luz Valle, periodista y poeta, fundadora de la revista Nosotras en 1933. Infaltable Magdalena Spínola. Sufrió persecución, cárcel y exilio por parte de la dictadura del general Ubico. Poeta y feminista, su poesía tiene contenidos eróticos. Spínola formó parte del Comité Pro Ciudadanía que luchó por el derecho al voto de la mujer. Elisa Hall publicó en 1938 la novela Semilla de mostaza que trata de la vida del emigrante español Sancho Álvarez de Asturias, llegado a Guatemala en la segunda mitad del siglo XVII. La novela de Elisa Hall recrea el ambiente de la época colonial, imitando el castellano antiguo en un estilo que recuerda La gloria de Don Ramiro del argentino Enrique Larreta.

Abundaron reseñas pero lo más sorprendente fueron las acusaciones de que la obra era un plagio de un manuscrito antiguo encontrado en pertenencias de su suegro y que correspondían a las memorias de un antepasado español. Las razones dadas por los negacionistas eran que una mujer no podía haber producido aquella obra, por la erudición y el manejo del lenguaje. Fue una especie de inquisición periodística y se levantaron rumores de que Elisa Hall solo había prestado su nombre para la autoría pero que el verdadero autor era un hombre. En 2011 la filóloga española Gabriela Quirante Amores, publicó un texto producto de sus investigaciones, donde concluyó que Elisa Hall era la autora de la novela y que había sido víctima del sexismo de los años treinta en Guatemala.

En 1944 tiene lugar la Revolución el 20 de octubre, una insurrección popular derrocó a la larga dictadura del general Ubico. Seguirán 10 años de cambios en la sociedad y en la cultura. La mujer obtiene el derecho al voto. Surge una cantidad de escritoras, periodistas y poetas. El ambiente era tan propicio que importantes escritoras centroamericanas se trasladan a vivir al país, la salvadoreña Claudia Lars, la panameña Esther María Osses, la hondureña Clementina Suárez y las costarricenses Yolanda Oreamuno e Eunice Odio, al lado de creadoras guatemaltecas como Alaíde Foppa, Romelia Alarcón Folgar, Walda Valenti, Olga Martínez Torres y Angelina Acuña.

Pero el sueño terminó en 1954 con la intervención de la CIA americana y el derrocamiento del presidente Árbenz por la traición del Ejército que no defendió la soberanía. Volvió la persecución y la censura de escritores. Alaíde Foppa se exilia en México, donde desarrollará una labor notable en el campo de la cultura y la literatura. Es una de las pioneras del feminismo, no solo en México sino en toda América Latina. Sobresalió con sus cátedras feministas en la UNAM, así como los programas en Radio Universidad. Con Margarita García Flores funda la revista Fem, publicación pionera del movimiento feminista en América Latina y referente de la lucha por la igualdad de género. La revista vio la luz en octubre de 1976 con textos de Alaíde Foppa, Elena Poniatowska, Elena Urrutia, Margo Glantz y dos entrevistas: una de Simone de Beauvoir a Jean Paul Sartre y la otra de Carmen Lugo a la psicoanalista Marie Langer.

A finales de 1980, Alaíde Foppa rompe su exilio y visita a su madre enferma en Guatemala. Es secuestrada por fuerzas paramilitares y suma un caso trágico más de los llamados desaparecidos. Dos meses antes había sido también desaparecida la periodista Irma Flaquer, crítica de los gobiernos militares.

En 1992, Rigoberta Menchú obtiene el Premio Nobel de la Paz y realza con su testimonio y textos, la condición femenina en un mundo dominado y ordenado por estructuras patriarcales. Rigoberta Menchú concreta la triple condición de discriminación y opresión por ser indígena, campesina y mujer. El testimonio de Rigoberta Menchú cuestiona también la codificación única de lucha de clases del marxismo tradicional. Pero sobre todo desmonta la idealización de la vida campesina, de raigambre archiconservadora y terrateniente. De ahí las reacciones de tonos agresivos, a veces de abierto odio, y la subestimación por todo lo dicho, hecho y escrito por Rigoberta Menchú. De manera análoga a la conjuración machista contra Elisa Hall, a Rigoberta la han acusado de falsear realidades para sacar provecho personal.

Con la firma de la paz entre la guerrilla y el Estado en 1997 todos los comandantes y políticos que firmaron la paz fueron hombres.

Las voces de las mujeres nunca han sido silenciadas. Sobresalen Luz Méndez de la Vega. Ana María Rodas, Margarita Carrera, Isabel de los Ángeles Ruano, Carmen Matute y Delia Quiñónez, todas estas han obtenido el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias. También Anabella Acebedo, Aída Toledo, Dina Posada, Norma García Mainieri y Lucrecia Méndez. Dentro de las nuevas generaciones Guisela López, Carol Zardeto, Carolina Escobar Sarti, Gloria Hernández, Mildred Hernández, Anabella Giracca, Mónica Alvizúrez, Johanna Godoy, Regina José Galindo, Gabriela Gómez, Vania Vargas, Valeria Cerezo, Denise Phé-Funchal, Rosa Chávez, Maya Cu, Ixmucané Us, Victoria Colaj, Carmen Lucía Alvarado, Diana Morales y Susana Álvarez Piloña.

https://elperiodico.com.gt/noticias/domingo/2021/12/12/escritoras-guatemaltecas-historia-a-contracorriente/






jueves, 9 de diciembre de 2021

GUATEMALA: NO SE RESPETAN LOS DERECHOS HUMANOS

 

LA SITUACIÓN VA DE MAL EN PEOR Y LAS MUERTES POR DESNUTRICIÓN HAN AUMENTADO


Por: Miguel Ángel Albizures

El 10 de diciembre se fijó como Día Internacional de los Derechos Humanos. Sin embargo, en muchas partes del mundo se siguen violando. En nuestro país el panorama es desalentador, en vez de ir caminando hacia un Estado democrático de derecho, vamos hacia el agravamiento del irrespeto a diversos derechos fundamentales, como el derecho a la alimentación, al trabajo, a la integridad, a la libertad de prensa y de opinión y, desgraciadamente, el derecho a la vida. Miles de niños y niñas se debaten entre la vida y la muerte y los padres de familia no saben qué hacer, a dónde acudir, pues la desnutrición no tiene cura si no hay con qué nutrirlos; y no se pueden alimentar si no hay tierras para cultivar. 

A pesar de que el presidente se ha llenado la boca hablando del combate a la desnutrición y de la gran cruzada nacional para combatirla, elPeriódico del pasado martes, en una nota del reconocido periodista Ferdy Montepeque, trae la información de que el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Socia redujo su presupuesto para gastos de desnutrición, con un recorte de Q137.5 millones, pese a que en Guatemala uno de cada dos niños menores de cinco años sufre desnutrición crónica, siendo que, en el presente año, las muertes por desnutrición se han triplicado. La situación va de mal en peor y las muertes por desnutrición han aumentado más del cien por ciento; según Unicef, Guatemala ocupa el quinto lugar de desnutrición en el mundo y en Centroamérica es la que tiene los índices más altos. 

Además, el precio de la canasta básica se ha triplicado y afectado a los sectores de menores ingresos, que se han visto castigados con la pérdida de sus fuentes de ingresos, especialmente con la pandemia. En contraste con la situación de pobreza y extrema pobreza en que se debate un alto porcentaje de la población, el presidente y siete de sus funcionarios viajaron a Washington, y cada uno de ellos, según elPeriódico, recibe para sus gastos más de Q3 mil diarios, más el costo de los pasajes. Y no es solo la cantidad de dinero invertido, sino la inutilidad de dichos viajes, porque no se ven resultados concretos para el avance del país. 

Todo ello es un problema estructural, en donde la peor parte la llevan la niñez y las personas mayores, especialmente de familias de escasos recursos y trabajadoras. Por ello, es necesario que cualquier abordaje que se haga sobre el cumplimiento de los derechos humanos, se haga con un enfoque integral, considerando a las poblaciones más vulnerables, pero también identificando los mecanismos de redistribución de la riqueza, que son los que le permiten a cualquier sociedad asegurar su futuro. Como dijo Nelson Mandela: “No puede haber una revelación más intensa del alma de una sociedad que la forma en que se trata a sus niños”

https://elperiodico.com.gt/opinion/opiniones-de-hoy/2021/12/09/no-se-respetan-los-derechos-humanos/


miércoles, 8 de diciembre de 2021

DECLARACIÓN DEL ENCUENTRO CONTINENTAL DE COMUNICACIÓN INDÍGENA COMUNITARIA



DECLARACIÓN DEL ENCUENTRO CONTINENTAL DE COMUNICACIÓN INDÍGENA COMUNITARIA 

LA PAZ, ESTADO PLURINACIONAL DE BOLIVIA. 30 DE NOVIEMBRE – 4 DE DICIEMBRE DE 2021

La Comunicación Indígena Comunitaria es un murmullo que crece desde nuestras comunidades hasta convertirse en un viento que sopla a favor de nuestros pueblos, territorios y de los derechos que nos pertenecen.

PREÁMBULO

Estamos viviendo las últimas semanas del año 2021 y constatamos, una vez más, que esta etapa ha estado plena de claro-oscuros en nuestra Abya Yala. Hemos llorado y hemos reído con aciertos y errores cometidos, con avances y retrocesos sufridos; en suma, hemos sentido que seguimos siendo pueblos vivos pese a tanta violencia contra nuestros derechos como personas y como pueblos.

La Pandemia de la Covid-19 sigue marcando nuestra vida comunitaria, evidenciando el abandono de la mayoría de los gobiernos del continente hacia nuestros pueblos, abandono que podemos afirmar se convierte en una nueva criminalidad cuando no se da la atención debida frente a una pandemia como la que atraviesa la humanidad, con actitudes que manifiestan un racismo que nunca se fue. En este contexto, desde la comunicación hemos tenido que asumir un rol que, siendo de entera responsabilidad de los estados estos no asumían. Nuestro objetivo ha sido contribuir a la protección de nuestras comunidades. Así, hemos llevado la información posible sobre la pandemia y los medios colectivos e individuales a nuestro alcance para enfrentarla.

Tenemos que afirmar que en los últimos años la reacción del sistema capitalista, en su vertiente neoliberal, para mantener su dominio extiende el extractivismo por gran parte de Abya Yala. Agudiza así, entre otros, el patriarcado como sistema global de dominación en el que a las mujeres, a nuestras hermanas, se las sigue arrinconando en una posición de subalternidad en las sociedades. Por eso nos sumamos y acompañamos desde la Comunicación Indígena Comunitaria los procesos de empoderamiento personal y colectivo, de ejercicio de todos los derechos de todas nuestras hermanas.

Hay represión y persecución, se multiplican las criminalizaciones, encarcelamientos y asesinatos por el trabajo que hacemos, que no es sino la defensa y ejercicio de los derechos que nos pertenecen como pueblos. Este es el marco continental y en este la Comunicación Indígena Comunitaria ya no es un murmullo, sino que se transforma en huracán a favor de los procesos de nuestros pueblos.

Ante todo lo señalado, afirmamos:

1.- El uso estratégico de todos los medios de comunicación, desde los escritos hasta la radio, desde la televisión hasta las redes sociales, convierte a la Comunicación Indígena Comunitaria en herramienta innegable para los procesos de transformación hacia sociedades más justas para todos los pueblos, con énfasis especial en el ejercicio pleno e irrenunciable de los derechos humanos colectivos e individuales que nos corresponden.

2. Para la construcción de Estados Plurinacionales y una Abya Yala igualmente Plurinacional es imprescindible avanzar en los procesos de descolonización y despatriarcalización. Desde la Comunicación Indígena Comunitaria reafirmamos el compromiso por construir una comunicación inundada por la descolonización y la despatriarcalización.

3.- Conocedores de las realidades diversas en nuestros territorios, pero también de la existencia de actores comunes que saquean y explotan los mismos, denunciamos con firmeza las violaciones a nuestros derechos y a los de la Madre Tierra.

Respecto al papel de la Comunicación Indígena Comunitaria en el actual contexto social y político:

4.- Además de la denuncia continua contra las violaciones a nuestros derechos, necesitamos apoyarnos en nuestra comunalidad, en nuestra ancestralidad, protegernos y generar espacios de sanación, solidaridad mutua y encuentros territoriales.

5.- La Comunicación Indígena Comunitaria debe organizarse en base a nuestras organizaciones representativas y pueblos. Son ellas y ellos quienes nos marcan el camino, las urgencias, las necesidades y los modos para desde esta comunicación fortalecerlas.

6.- Demandamos el reconocimiento institucional de los Estados y gobiernos, respeto por nuestros comunicadores y comunicadoras, por nuestros medios, en suma, por nuestras voces y pensamientos que no transmiten sino aquello que en justicia corresponde a nuestros pueblos indígenas originarios. Necesitamos leyes y políticas públicas que nos permitan fortalecer el trabajo comunicacional y deben de tener recursos asignados para ser realmente implementadas.

7.- Es necesario crear y alimentar alianzas continentales que, como Runasur, nos fortalezcan, también en el ámbito comunicacional, nos formen y generen intercambios entre las experiencias propias. Debemos encontrarnos, mirarnos, abrazarnos, analizarnos y criticarnos para fortalecernos desde nuestras memorias y experiencias, más allá de intereses e instituciones que puedan dividirnos.

8.- Reconocemos expresamente al proceso comunicacional indígena originario campesino de Bolivia, a sus avances y enseñanzas en estos 25 años del Sistema Plurinacional de Comunicación Indígena Originario Campesino del Estado Plurinacional de Bolivia. Son ejemplo y referente para otros países que ya caminamos en esta construcción de una comunicación propia.

Respecto a la relación de la Comunicación Indígena Comunitaria y los marcos legales:

9.- Es necesario y urgente construir una agenda común continental que, teniendo presente las distintas realidades y coyunturas políticas, nos permita avanzar en el derecho pleno y efectivo de nuestros pueblos a construir una comunicación propia, sin obstáculos legales, técnicos y administrativos. Es importante avanzar en la aprobación y desarrollo de normativas estatales en los diferentes países de Abya Yala, en base a propuestas de las organizaciones representativas de nuestros pueblos.

10.- Urgimos a los Estados a la firma, ratificación y, especialmente, a la implementación de los Convenios y Tratados internacionales de derechos humanos colectivos e individuales referidos al Derecho a la Comunicación, como el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de Naciones Unidas de Derechos de los Pueblos Indígenas.

11.- Es importante incluir la situación y el compromiso por el fortalecimiento de la Comunicación Indígena Comunitaria en las agendas de trabajo de los diferentes mecanismos de integración regional para poder desarrollar una agenda de discusión e implementación para el ejercicio pleno de los derechos comunicacionales de los pueblos indígenas originarios.

Respecto al papel de la Comunicación Indígena Comunitaria en la defensa de la Vida y los Territorios de nuestros pueblos:

12.- Debemos seguir trabajando, no solo en el ámbito comunicacional, por fortalecer una labor articulada y en red entre los y las comunicadoras indígenas de Abya Yala, en defensa de la Vida y el Territorio continuamente violentados por intereses de las diferentes élites políticas y económicas, tanto locales como transnacionales.

13.- Expresamos nuestra preocupación, y elevamos nuestra voz a gobiernos y otros actores en la demanda por garantizar el derecho a la comunicación y, especialmente, por la defensa y seguridad de las y los comunicadores indígenas comunitarios. Demandamos la intervención de los diferentes organismos e instancias internacionales defensoras de los derechos humanos para hacer frente a esta dura realidad que atraviesa a nuestros pueblos.

14.- Hacemos una mención especial a la persecución criminal que el sistema dominante mantiene en muchos países contra nuestra juventud y nuestras hermanas comunicadoras. Sabemos, y así lo denunciamos, que el sistema utiliza una doble criminalización, una doble persecución contra las comunicadoras indígenas todo ello resultado directo del sistema patriarcal y machista en el que se desarrollan nuestras vidas.

15.- Es importante fortalecer y analizar nuevas propuestas de formación en comunicación y en derechos, como es el caso de la Escuela de Comunicación Continental Itinerante. Las mismas se nutrirán con los procesos comunitarios de formación locales, fortaleciéndose mutuamente.

16.- Reiteramos la necesidad de celebrar la Cumbre de Comunicación Continental de Abya Yala que, en gran medida la pandemia de la Covid-19 ha imposibilitado. Ello, para el fortalecimiento de la Comunicación Indígena Comunitaria y con el fin de que las propuestas y tareas que surjan de ella podamos concretarlas.

17.- Por último, reafirmamos nuestro compromiso en la recuperación de las lenguas, memorias, sueños y formas propias de comunicación de nuestros pueblos y comunidades.

¡Jallalla la Comunicación Indígena Comunitaria!

¡Jallalla los comunicadores y las comunicadoras indígenas¡

¡Jallalla Abya Yala!

https://www.apcbolivia.org/declaracion-final-del-encuentro-continental-de-comunicacion-indigena-comunitaria/

martes, 7 de diciembre de 2021

LA MASACRE DE LAS DOS ERRES, PROHIBIDO OLVIDAR


La matanza en el parcelamiento Dos Erres ocurrió el 7 de diciembre de 1982.  40 kaibiles ingresaron al parcelamiento, 250 pobladores fueron asesinados por elementos del ejército durante el régimen de facto de Efraín Ríos Montt.



LA MASACRE DE LAS DOS ERRES 

La causa de la masacre

En octubre de 1982, una emboscada de la guerrilla causó la muerte de alrededor de 20 soldados y la pérdida de sus rifles. Datos de inteligencia indicaron un tiempo después que los rifles podían estar en la zona de Las Dos Erres, una aldea de granjas con 60 familias en la selva profunda, cerca de la frontera mexicana. Altos mandos del Ejército desplegaron la patrulla especial para recuperar los rifles y darles una lección a los aldeanos.

Disfrazados de guerrilleros, la unidad de 20 hombres asaltó Las Dos Erres el 7 de diciembre, respaldada por una fuerza de apoyo de 40 comandos uniformados. Las tropas no encontraron ni los rifles ni evidencia de actividad guerrillera. El operativo se descompuso en un frenesí de violaciones, torturas y asesinatos que aniquiló a casi toda la población, según expedientes judiciales guatemaltecos y estadounidenses.

La investigación empezó 14 años después, pero produjo pruebas únicas. Rompiendo el código de silencio, 2 soldados se convirtieron en testigos protegidos en los noventa y rindieron sus testimonios sobre la matanza. Además, los fiscales conectaron la masacre con la unidad de Sosa, por medio de exámenes de ADN realizados a 2 niños secuestrados en Las Dos Erres en 1982 y que crecieron en hogares de militares: Óscar Ramírez Ramos y Ramiro Osorio Cristales, de 3 y 5 años. (…)

La masacre de 250 civiles  fue una de las peores atrocidades de la guerra civil de Guatemala. Durante el último año, las cortes han condenado a 5 soldados del Ejército guatemalteco por crímenes relacionados con la matanza. (…) La fiscalía en Guatemala busca a otros 7 antiguos comandos acusados de haber participado en la masacre.

1 Roberto Aníbal Rivera Martínez. Fecha de nacimiento: 8/24/1954. Último lugar de residencia conocido: Ciudad de Guatemala. Rango: teniente. Está acusado de haber sido el comandante de la unidad que cometió la masacre de Las Dos Erres. Cuando los investigadores ejecutaron una orden de detención en su casa en un barrio militar en 2010, descubrieron un túnel para huir.

2 César Adán Rosales Batres. Fecha de nacimiento: 6/11/1957. Último lugar de residencia conocido: Ciudad de Guatemala. Rango: teniente. Era el tercereo en antigüedad de los oficiales en la unidad de comandos. Los testigos alegaron que fue el primero en violar una niña durante el asalto a Las Dos Erres.

3 Alfonso Bulux Vicente. Fecha de nacimiento: 1/13/1953. Último lugar de residencia conocido: Retalhuleu. Rango: sargento. Durante la masacre, Bulux mostró piedad a una familia en las afueras de la aldea, dejándolos huir, según testimonios. Pero los testimonios también le ubican entre el grupo de comandos que interrogaron a los campesinos, les pegaron con un martillo y los tiraron dentro del pozo del pueblo.

4 Manuel Cupertino Montenegro Hernández. Fecha de nacimiento: 1956. Último lugar de residencia conocido: Ciudad de Guatemala. Rango: sargento. Sirvió como radio-operador de la unidad, manejando la comunicación con altos cargos del ejército fuera de Las Dos Erres durante el operativo. Como resultado podría tener información sobre la involucración y conocimiento de oficiales de alto rango.

5 Mardoqueo Ortiz Morales. Fecha de nacimiento: 4/26/1962. Último lugar de residencia conocido: Ayutla. Rango: cabo. Se le señala como uno de los comandos que mataron a campesinos al lado del pozo.

6 Cirilo Benjamín Caal Ac. Fecha de nacimiento: 2/9/1949. Último lugar de residencia conocido: Melchor de Mencos. Rango: sargento. Ha sido identificado por testigos como uno de los comandos que mataron campesinos al lado del pozo. En 2007 se describió como agricultor, según documentos del Gobierno guatemalteco.

7 Carlos Humberto Oliva Martínez. Fecha de nacimiento: 1/19/1954. Último lugar de residencia conocido: Poptún. Rango: sargento. Ha sido identificado por testigos como uno de los comandos que mataron a campesinos al lado del pozo. También se cree que se ha dedicado al comercio en Petén en años recientes.

Al subinstructor Kaibil Pedro Pimentel Ríos, el tribunal primero B de mayor riesgo lo encontró culpable y lo condeno a seis mil 60 años de prisión

La odisea de justicia en Centroamérica
Buscando a Óscar I: La increíble historia del niño que sobrevivió a la masacre de Dos Erres en Guatemala
Por : Sebastian Rotella, ProPublica y Ana Arana, Fundacion MEPI en Reportajes de investigación Publicado: 25.05.2012
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Óscar Ramírez nunca supo que era una prueba viviente. Una de las tres que quedaron de la masacre que el Ejército de Guatemala llevó a cabo en la pequeña aldea Dos Erres. Poco más de 250 personas vivían allí; solo tres sobrevivieron al macabro montaje para hacerlo parecer obra de la guerrilla. Óscar era un niño de 3 años, 29 años después, viviendo en EE.UU., recibió un mail que decía que su padre no era el teniente quién él creía. Otro sobreviviente, era soldado cuando supo que quien lo crió asesinó a su familia. Esta es la estremecedora historia de búsqueda de justicia que hoy estremece a todo el continente.

(*)Un reportaje de Fundacion MEPI y Propublica.
Vea también: Buscando a Óscar II: La cacería de los Kaibiles y un final inesperado
La llamada de Guatemala puso a Óscar en guardia. “Unos fiscales vinieron a buscarte”, le dijeron familiares de su pueblo. “Son gente influyente de Ciudad de Guatemala. Quieren hablar contigo”.
Óscar Alfredo Ramírez Castañeda tenía mucho que perder. A pesar de que vivía sin documentos en los Estados Unidos, a sus 31 años había logrado crear una vida estable. Tenía dos empleos a tiempo completo para mantener a sus tres hijos y a su mujer, Nidia. Se habían establecido en una casa pequeña pero alegre en Framingham, un barrio obrero de Boston.

Óscar generalmente se esforzaba por mantenerse lejos de las autoridades. Sin embargo, llamó a la fiscal de Ciudad de Guatemala. Ella le dijo que quería hablar de un tema delicado sobre su niñez y de una masacre ocurrida durante la guerra civil de Guatemala. Prometió explicarlo todo en un correo electrónico.
Días después, Óscar se sentó frente a su computadora en su sala repleta de juguetes, trofeos de escuela, fotos de familia, un crucifijo y recuerdos de su país. Había llegado a casa tarde, después del trabajo. Nidia, con siete meses de embarazo, descansaba en un sillón cercano. Los niños dormían arriba.
Los ojos verdes de Óscar miraron la pantalla. El correo había llegado. Respiró profundo y dio clic.
“Usted no me conoce”, empezaba la larga misiva que le cambiaría la vida.


La fiscal decía que estaba investigando un episodio violento de la guerra, un caso que la había afectado profundamente. En 1982, una patrulla de comandos especiales había asaltado el pueblo de Dos Erres y había masacrado a más de 250 hombres, mujeres y niños.
Dos niños pequeños que sobrevivieron fueron robados por los comandos. Veintinueve años después, quince desde que la fiscalía había empezado la búsqueda de los asesinos, la fiscal había llegado a la conclusión de que Óscar era uno de los dos niños secuestrados.

“Yo tengo conocimiento que usted fue muy querido y bien tratado por la familia con quienes se crió. Yo espero que después de todo esto que le estoy contando, usted tenga la suficiente madurez para asimilarlo de una manera adecuada. Yo lo hago de su conocimiento en base al derecho a saber la verdad que tienen todas las personas víctimas de violaciones a los Derechos Humanos”, escribió la fiscal.
“El punto, Oscar Alfredo, es que usted, aunque no lo sabía, fue una víctima de ese triste hecho que le comento, al igual que ese otro niño que le cuento que encontramos, así como los familiares de las personas que fallecieron en ese lugar”.


Para entonces, Nidia leía por encima de su hombro. La fiscal dijo que podía acordar una prueba de ADN para confirmar su teoría. Le ofreció un incentivo: ayudar a Óscar con su proceso migratorio en los Estados Unidos.
“Esta es una decisión que usted debe tomar”, acotó.
Óscar repasó imágenes de su niñez rápidamente en su cabeza. Se esforzó por relacionar las palabras de la fiscal con sus propios recuerdos. No conoció a su madre, tampoco a su padre, quien nunca se casó. El teniente Óscar Ovidio Ramírez Ramos había muerto en un accidente cuando él apenas tenía cuatro años. La abuela de Óscar y sus tías lo habían criado inculcándole un profundo respeto hacia su progenitor.

Según la familia, el teniente había sido un héroe. Se graduó como el primero en su clase, se convirtió en un soldado de élite y había ganado medallas en combate. Óscar atesoraba la boina militar roja y su añejo álbum de fotos. Le gustaba hojear las imágenes que mostraban a un oficial fornido de sonrisa joven, en un tanque, cargando la bandera.

El sobrenombre del teniente era un diminutivo de Óscar: Cocorico. Y Óscar se llamaba a sí mismo “Cocorico Dos”.
Si las sospechas de la fiscal eran correctas, Óscar no sabía quien era. No era el hijo de un honorable soldado. Era la víctima de un secuestro, un trofeo de batalla, la prueba viviente de una masacre.
A pesar de lo abrumador de la revelación, Óscar tuvo que admitir que no era del todo una sorpresa. Diez años antes, alguien le había enviado un artículo de un periódico guatemalteco sobre Dos Erres. Mencionaba su nombre y el supuesto rapto. Pero su familia en Guatemala lo había convencido de que la idea era descabellada, un mero invento de la izquierda.

Lejos de la cruda realidad de Guatemala, Óscar decidió olvidarse de la historia. El país que había dejado detrás era uno de los más desesperados y violentos en todo el continente americano. Alrededor de 200 mil personas murieron en la guerra civil que terminó en 1996. Los militares, acusados de genocidio, todavía conservaban mucho poder.


Ahora, el caso estaba arrastrando a Óscar al interior de la lucha que Guatemala libraba al enfrentarse con su pasado trágico. Si se realizaba la prueba de ADN y los resultados eran positivos, su vida se transformaría de manera peligrosa. Se convertiría en una evidencia de carne y hueso en la búsqueda de justicia para las víctimas de Dos Erres. Tendría que aceptar que su identidad, su vida entera, había estado basada en una mentira. Además, se convertiría en un posible objetivo de las fuerzas poderosas que buscaban mantener enterrados los secretos de Guatemala.
Los guatemaltecos se encontraban en un dilema similar. Estaban divididos acerca de cómo castigar los crímenes del pasado en una sociedad rebasada por la impunidad. Los asesinos y torturadores uniformados de los ‘80 habían contribuido a crear las mafias, la corrupción y el crimen que azotaban a los pequeños países de Centroamérica. La investigación de Dos Erres era parte de la batalla contra la impunidad, de la lucha por un mejor futuro. Pero las pequeñas victorias tenían grandes costos potenciales: represalias y conflictos políticos.
Al igual que su país, Óscar tenía que elegir si quería enfrentar una verdad dolorosa.


“NO SOMOS PERROS PARA QUE NOS MATEN”

El otoño de 1982 fue tenso en Petén, una región al norte de Guatemala, cerca de México.
Las tropas militares en la zona combatían al grupo guerrillero conocido como las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR). La campaña de contrainsurgencia era metódica y brutal. El dictador Efraín Ríos Montt, un general que había tomado el poder en marzo, después de un Golpe de Estado, arrasaba con poblados rurales sospechosos de alojar y proteger a los rebeldes.

Aunque habían ocurrido enfrentamientos cerca de Dos Erres, la aldea estaba escondida en un área remota y selvática y era relativamente tranquila. Había sido fundada apenas cuatro años antes, mediante un programa de reparto agrario del gobierno. A diferencia de las áreas donde los rebeldes reclutaban agresivamente entre los indígenas del país, los habitantes de Dos Erres eran principalmente ladinos (guatemaltecos de ascendencia blanca e indígena). Las sesenta familias que vivían en este terreno muy fértil, cultivaban frijol, maíz y piñas. Los caminos no estaban pavimentados, pero había una escuela y dos iglesias, una católica y otra evangélica. El nombre del pueblo, Dos Erres,homenajeaba a sus fundadores, Federico Aquino Ruano y Marcos Reyes.

El encargado militar de la región, el teniente Carlos Antonio Carías, pidió que los hombres de Dos Erres participaran en una patrulla de autodefensa civil armada de la base militar ubicada en el pueblo de Las Cruces, localizado a unos 11 kilómetros de distancia. Los hombres de Dos Erres se resistían a hacerlo, preferían ser parte de una patrulla que protegiera a su comunidad. El teniente Carías tomó a mal esta posición de los residentes. Se tornó agresivo y acusó a la gente de Dos Erres de refugiar a guerrilleros. Prohibió a los habitantes que participaran en las ceremonias de juramento a la bandera, y, como evidencia de su supuesta traición, mostró a sus superiores un costal de cosecha inscrito con las iniciales FAR, alegando que se trataba de la insignia guerrillera. En realidad, el costal pertenecía al cofundador de la aldea, Ruano, y eran sus iniciales.

En octubre, el Ejército sufrió una humillante derrota en la cual guerrilleros mataron a un grupo de soldados y robaron alrededor de veinte rifles. A principios de diciembre, inteligencia militar indicó que las armas robadas estaban en el área de Dos Erres. El Ejército envió a sus comandos especiales, los Kaibiles, a recuperar las armas y a darles a los habitantes un castigo.

Los comandos representaban la punta de lanza de una ofensiva anti-guerrillas que ya había recibido varias condenas internacionales. En la lengua indígena Mam, Kaibil significa “aquél que tiene la fuerza y la astucia de dos tigres”. Con un entrenamiento notoriamente duro en técnicas de supervivencia, contrainsurgencia y guerra psicológica, los Kaibiles eran considerados como las fuerzas especiales más violentas de Latinoamérica. Su lema: “Si avanzo, sígueme; si me detengo, aprémiame; si retrocedo, mátame”.

El plan incluía encubrir la identidad de los invasores. El 6 de diciembre de 1982, en una base en Petén, se formó un escuadrón de veinte Kaibiles disfrazados como guerrilleros: con camisetas verdes, pantalones de civil y brazaletes rojos. Cuarenta efectivos uniformados que les acompañarían tenían órdenes de apoyarles con un cerco de seguridad y evitar que alguien entrara o saliera. De todo lo que sucediese en Dos Erres, se responsabilizaría a la izquierda.

Las tropas salieron a las 22:00 en dos camiones civiles. Condujeron hasta la medianoche. Después incursionaron durante dos horas por la densa y húmeda selva. Eran guiados por un guerrillero cautivo obligado a participar en la misión.
En las afueras de la aldea el escuadrón de ataque se desplegó como siempre: por grupos de asalto, municiones, apoyo de combate, perímetro y mandos.

El grupo de mando tenía un operador de radio que se comunicaría durante la operación con mandos superiores situados en otros lugares. El grupo de asalto consistía en expertos en interrogación, lucha y asesinato. Incluso sus mismos compañeros en el escuadrón mantenían su distancia con los miembros de este grupo por considerarlos psicópatas.

Los Kaibiles escogidos para esta misión secreta eran la élite de la élite. A los 28 años, el teniente Ramírez era el más experimentado de todos.
Conocido como Cocorico o El Indio, Ramírez se había graduado como el mejor de su clase en 1975. Había ganado una beca para entrenamiento avanzado en la Escuela de Lanceros, en Colombia, pero se había metido en problemas por ir de fiesta y malgastar fondos. Fue suspendido del Ejército por seis meses y peleó como mercenario en Nicaragua en 1978, con las fuerzas del dictador Anastasio Somoza Debayle, un aliado de los Estados Unidos. Washington reforzó el rol de Guatemala como un bastión estratégico en la lucha contra el comunismo cuando los Sandinistas derrotaron a Somoza el año siguiente. Creció el temor de que hubiera un efecto dominó en la región.

Ramírez volvió a Guatemala y se unió a una unidad de artillería. Herido y condecorado en noviembre de 1981, comenzó a participar en operaciones encubiertas contra la guerrilla, muchas veces vestido de civil. Se creó una reputación por su crueldad. Un compañero suyo lo consideraba “un criminal uniformado”. Otros veteranos, en cambio, admiraban su habilidad en el campo de batalla y la lealtad a sus tropas.

Cocorico era también un hijo entregado: le enviaba mensualmente dinero a su madre, quien se quejaba frecuentemente de que el teniente seguía SOLTERO y no le había dado un nieto.
Ramírez se convirtió en instructor en la escuela de entrenamiento Kaibil, en Petén. En 1982, el régimen de Ríos Montt cerró la escuela y creó una patrulla itinerante de instructores: tenientes, sargentos y cabos, todos hábiles combatientes. Ramírez era el subcomandante de la unidad, la cual podía desplegarse rápidamente como una fuerza de ataque en las zonas de control guerrillero.

El escuadrón invadió Dos Erres a las 2:00.
Los comandos derribaron puertas y sacaron a las familias de sus casas. Aunque los soldados estaban preparados para un enfrentamiento, no hubo resistencia. No encontraron ninguno de los rifles robados.

Llevaron a los hombres a la escuela, y a las mujeres y a los niños a una iglesia. La violencia comenzó antes del amanecer. César Ibáñez, uno de los soldados, escuchó los gritos de las niñas pidiendo ayuda. Varios soldados vieron al teniente César Adán Rosales Batres violar a una niña de 10 años frente a su familia. Imitando a su superior, otros militares empezaron a violar a mujeres y niñas.

Al mediodía, los Kaibiles ordenaron a las mujeres violentadas que prepararan comida en una pequeña casa de rancho. Los soldados comieron en turnos de cinco. Las jóvenes lloraban mientras servían comida a Ibáñez y a los demás. De regreso a su puesto, Ibáñez vio cómo un sargento llevaba a una niña por un callejón.
El sargento le dijo que habían empezado “a vacunar”.

Los militares llevaron a las personas una por una al centro de la aldea, cerca de un pozo sin agua de 12 metros de profundidad. Favio Pinzón Jerez, el cocinero del escuadrón, y otros soldados les aseguraron que todo estaría bien. Serían vacunados. Se trataba de una medida de salud preventiva. No era nada para preocuparse.
Gilberto Jordán fue el primero en derramar sangre. Cargó a un bebé, lo llevó hasta el pozo y lo arrojó hacia su muerte. Jordán lloró cuando mató al niño. Sin embargo, con la ayuda de Manuel Pop Sun, otro soldado, siguió arrojando niños al pozo.

A los adultos les vendaron los ojos y los hicieron arrodillarse, uno a uno. Los interrogaban acerca de los rifles y los nombres de los líderes guerrilleros. Cuando los habitantes protestaban que no sabían nada, los soldados les golpeaban en la cabeza con un mazo, un martillo de metal. Luego, los arrojaban al pozo.
“¡Malditos!”, gritaban las víctimas a sus ejecutores.

Ibáñez tiró a una mujer al pozo. Pinzón, el cocinero, siguió llevando allí a las victimas, junto al sub-teniente Jorge Vinicio Sosa Orantes. Cuando el pozo estaba medio lleno, un hombre que cayó encima de la pila de cadáveres pero seguía vivo, logró quitarse la venda de los ojos:
-¡Mátenme! -les dijo a los militares.
-¡Tu madre! -contestó Sosa.
-¡La tuya, hijo de la gran puta! -gritó el hombre en respuesta.
Pinzón observaba. Sosa se enfureció, le disparó al hombre y para asegurarse, lanzó una granada al interior del pozo. Unas horas más tarde, los cuerpos se desbordaban.

La masacre continuó en otras partes del pueblo. Salomé Armando Gómez Hernández, de 11 años, vivía en otra aldea cerca de Dos Erres. Esa mañana temprano, había viajado a caballo con su hermano de 22 años para comprar medicina en Las Cruces. Cuando llegaron a Dos Erres alrededor de las 10:00 para visitar a un tío, los militares metieron a Gómez Hernández a la iglesia junto a las mujeres y los niños. A través de los tablones, vio cómo los soldados golpeaban y disparaban a la gente. Su hermano y su tío fueron asesinados.

Por la tarde, los asaltantes juntaron alrededor de cincuenta mujeres y niños y los llevaron caminando hacia las montañas. Gómez Hernández se puso al frente de la fila, sabiendo que se dirigían a su muerte. Los demás también lo sabían.
“No somos perros para que nos maten en el monte. Sabemos que nos van a matar, ¿por qué no lo hacen aquí mismo?”, dijo una mujer.

Un soldado se abrió paso violentamente entre los prisioneros hasta llegar a la mujer y jalarla del cabello. Gómez Hernández vio la oportunidad de escapar y huyó. El eco de los disparos sonaba tras él. Se escondió entre la maleza y escuchó.
Uno a uno los soldados mataron a los prisioneros. Gómez Hernández escuchó los gemidos de la gente agonizando. Un niño llamaba a su mama. Los militares ejecutaron a los pequeños con los rifles. A cada uno, un tiro. Fueron entre cuarenta y cincuenta disparos en total.

Al caer la noche, en el pueblo sólo quedaban cadáveres, animales y soldados. El escuadrón se resguardó esa noche en las casas abandonadas. Llovía. Gómez Hernández pudo volver al pueblo, con trabajo, tropezándose entre la oscuridad y el lodo. Pasó entre los cuerpos de sus vecinos esparcidos por las calles y caminos. Escondido entre el pasto alto, escuchó risas.
“Ya los terminamos, muchá. Y vamos a seguir buscando”, dijo un militar.

Gómez Hernández finalmente regresó a Las Cruces.
Cinco prisioneros más sobrevivieron a la matanza de los Kaibiles. Tres mujeres adolescentes y dos niños pequeños aparentemente habían logrado esconderse en algún lugar. Al ponerse el sol, fueron hacia el centro de la aldea. Los soldados los llevaron a una casa que habían convertido en el puesto de mando. Los tenientes decidieron no matar inmediatamente a los recién llegados.

La mañana del 8 de diciembre, el escuadrón se dirigió hacia las montañas selváticas con los nuevos prisioneros. Vistieron con uniformes militares a las adolescentes. El teniente Ramírez se hizo cargo del pequeño de tres años. El panadero del escuadrón, Santos López Alonzo, se llevó al niño de cinco años. Esa noche, tres oficiales arrastraron a las jóvenes entre la maleza y las violaron. A la mañana siguiente las estrangularon y las fusilaron.

Perdonaron las vidas de ambos niños porque tenían piel blanca y ojos verdes, atributos bien valorados en una sociedad estratificada por divisiones raciales.

El teniente Ramírez le dijo a Pinzón y al resto que llevaría al niño más pequeño a su pueblo, Zacapa, situado al este del país. Lo vestiría al estilo de la región: “Como un vaquero: botas vaqueras, pantalones y una camisa”.

Días después, un helicóptero aterrizó en una llanura. Estaba ahí para recoger a Pedro Pimentel Ríos para su siguiente misión. Iba rumbo a Panamá para servir como instructor en la Escuela de las Américas, la base militar de los Estados Unidos donde se entrenaron a muchos militares latinoamericanos implicados en atrocidades. Los niños fueron subidos al helicóptero y llevados a la base Kaibil.

En la selva la patrulla iba a pie. Seguían las indicaciones del guerrillero guía que estaba atado a una larga cuerda. Las provisiones ya escaseaban. Mientras se encontraban sentados alrededor de una fogata, el teniente Ramírez le dijo a un subordinado, Fredy Samayoa Tobar, que tenía ganas de comer carne.

-¿De dónde se supone que voy a sacar la carne? -preguntó Samayoa.
-Corta un pedazo de ese guía y tráemelo -contestó Ramírez.
Samayoa tomó su bayoneta y le cortó unos treinta centímetros de la espalda al guía. Y le llevó el pedazo al teniente.
-Oh no, no, no, tienes que ejecutarlo, está sufriendo -le dijo Ramírez.
El soldado mató al guía. El teniente no se comió la carne.
El comando llegó cerca del pueblo de Bethel, donde encontraron una tienda y robaron cerveza, cigarrillos y agua. Se encontraron también con unos campesinos, a los que decapitaron.
Cuando el escuadrón regresó a la base, más de 250 personas habían muerto. Los Kaibiles llamaron a la misión “Operación Chapeadora”. Habían “podado” a todo aquél que se había puesto en su camino.

Cuatro días después de la masacre, el teniente Carías, comandante en Las Cruces, llevó tropas en camiones y tractores a Dos Erres. Saquearon los vehículos, propiedades y robaron a los animales. Luego quemaron la aldea.
Carías se encontró con los aterrorizados familiares de los desaparecidos. Algunos estuvieron lejos de Dos Erres ese día, otros vivían en pueblos cercanos. Acusó a la guerrilla del incidente.
Quién hiciera demasiadas preguntas, amenazó Carías, moriría.

PRUEBA VIVIENTE

Tras unas pocas semanas, la embajada estadounidense en Guatemala se había enterado de lo sucedido en Dos Erres.
Una “fuente confiable” les había dicho a los oficiales de la embajada que soldados disfrazados de rebeldes habían asesinado a más de 200 personas. Era el último de una serie de reportes recibidos en los que se culpaba a los militares por las masacres al interior del país. El 30 de diciembre tres oficiales estadounidenses fueron a Las Cruces, y las entrevistas realizadas a los locales levantaron más sospechas.

El equipo sobrevoló Dos Erres en helicóptero. El piloto de la Fuerza Aérea de Guatemala se negó a aterrizar, pero las casas quemadas y los campos abandonados eran una evidencia suficientemente clara de que se habían cometido atrocidades. En un cable diplomático excepcionalmente sincero enviado a Washington, los diplomáticos aseguraron que “lo más probable es que la entidad responsable de este incidente sea el Ejército de Guatemala”.

El gobierno estadounidense mantuvo el secreto hasta 1998. No se tomó ninguna medida contra el Ejército ni el escuadrón Kaibil. Los Estados Unidos continuaron apoyando a los gobiernos represores pero anti-comunistas de Centroamérica.
Tendrían que pasar catorce años hasta que alguien intentara hacer justicia por Dos Erres. En 1996, después de más de tres décadas de guerra civil, las hostilidades cesaron con un tratado de paz entre los rebeldes y militares de Guatemala. Ambos bandos acordaron una amnistía que exculpaba a los combatientes, pero permitía juzgar las atrocidades.

Existía, sin embargo, una duda considerable sobre si el nuevo gobierno sería capaz de llevar a juicio esos casos. Los perpetradores de algunos de los peores crímenes de guerra mantenían su poder en las Fuerzas Armadas o en mafias del crimen organizado que crecieron rápidamente. Los cárteles de droga reclutaron ex Kaibiles como sicarios e instructores.
La investigadora que se enfrentó a este peligroso encargo fue Sara Romero.

Romero era una mujer pequeña y tranquila al expresarse. Parecía más una oficinista o una profesora que una luchadora contra el crimen de primera línea. A sus 35 años era una fiscal novata. Se había graduado en la escuela de leyes el año anterior y había sido asignada a una comisión especial de derechos humanos en la Ciudad de Guatemala. Aunque los crímenes de guerra habían quedado sin resolver durante años, estaba decidida a continuar las investigaciones sin importarle los obstáculos. De otra forma, pensaba, la impunidad seguiría enquistada en la sociedad guatemalteca.
Se le asignó el caso de Dos Erres. Hubo cientos de masacres durante el conflicto y Naciones Unidas concluyó que el Ejército fue responsable de al menos el 93 % de las muertes. Además la ONU declaró que los asesinatos sistemáticos de indígenas podrían llegar a ser un genocidio.

Romero tenía poca información. Los militares insistían que el caso de Dos Erres había sido obra de la guerrilla. Gracias a la declaración de Gómez Hernández (vea la declaración), el sobreviviente que tenía 11 años durante la masacre, la fiscal supo que el Ejército había tenido algo que ver. Pero aún necesitaba más pruebas.

Después de un trayecto de ocho horas en autobús a la región en el norte del país, Sara Romero llegó a la escena del crimen. Un manto de silencio cubría las ruinas. Entrevistó a sobrevivientes que estuvieron fuera de la aldea el día de la masacre. La mayoría tenía miedo de hablar. Susurraban que temían la ira del teniente Carías, quien todavía seguía como comandante en Las Cruces. Sospechaban que él había orquestado el ataque al haberse enfrentado con los habitantes de Dos Erres.

Romero se dio cuenta que era difícil reconstruir hasta los hechos más elementales, como la identificación de las víctimas. Para realizar un censo, pidió a la que fue maestra de la escuela de Dos Erres, una lista de todos los niños y familiares que pudiera recordar.

Sin víctimas confirmadas ni testigos sólidos, Romero nunca podría resolver el caso. Pero encontró a una aliada: Aura Elena Farfán.
De aspecto digno, Farfán tenía el pelo gris y un carácter tan dulce como inflexible. Lideraba una asociación de derechos humanos en Ciudad de Guatemala para víctimas del conflicto. A pesar de las amenazas, había interpuesto una demanda criminal responsabilizando al Ejército de la masacre en Dos Erres. En 1994, había llevado con ella a un equipo voluntario de antropólogos forenses argentinos para exhumar los restos. (Ver acta de defunción de N.N.)

Los argentinos –con habilidades afinadas investigando su propia “guerra sucia”—trabajaron rápidamente y en condiciones riesgosas. El batallón en Las Cruces los acosó siguiéndoles y tocando música militar a muy alto volumen. La exhumación extrajo e identificó los restos de cerca de 62 personas, muchos de ellos bebes y niños.
Farfán pudo conseguir un gran logro para la fiscalía. A menudo daba entrevistas en la radio del Petén, donde invitaba a que los testigos se involucraran en el caso. Después de una de esas transmisiones, representantes de Naciones Unidas le avisaron que un ex soldado quería hablar sobre Dos Erres. Viajó a la casa del hombre, donde se presentó disfrazada con lentes oscuros, un sombrero rojo y un chal. Una representante española de la ONU seguía sus pasos para protegerla.

La puerta se abrió. Allí estaba Favio Pinzón Jerez, el ex cocinero robusto y con bigote del escuadrón Kaibil, desayunando con sus hijos. Después de su sorpresa inicial, recibió a Farfán.
Pinzón le contó que había dejado el Ejército y ahora trabajaba como chofer en un hospital. Nunca logró ser Kaibil de verdad. No aguantó el duro proceso de entrenamiento. Por ser un humilde cocinero fue maltratado por el resto de soldados de la patrulla Kaibil. Era el eslabón débil en el código de silencio de los guerreros. Dos Erres era un fantasma que le perseguía.

-Quería hablar con usted porque esto que tengo aquí en el corazón, ya no lo aguanto más -le dijo Pinzón a Farfán.
Le contó la historia de la masacre y le dio los nombres de cada miembro del escuadrón. La conversación duró horas. Farfán se sintió abrumada, con una mezcla de disgusto y gratitud. Fue incapaz de estrechar la mano del soldado, aunque vio que su arrepentimiento parecía sincero.

Poco después, Pinzón le presentó a Farfán otro veterano: César Ibáñez. La activista convenció a los dos hombres de testificar ante Sara Romero. Contaron sus historias fríamente, sin asomo de emoción. Habría sido imposible conocer los detalles de la masacre si los dos hombres no hubieran hablado, por lo que se les concedió inmunidad y fueron reubicados como testigos protegidos.

Los investigadores habían encontrado obstáculos y amenazas por parte del Ejército desde un principio. Ahora contaban con testimonios de primera mano que implicaban a la patrulla Kaibil en el crimen.
Había una nueva línea de investigación: el robo de los dos niños por el teniente Ramírez y Santos López Alonzo, el ex panadero de la unidad.
Romero pensó que encontrar a los dos muchachos era un punto crítico, un milagro. Debían conocer la verdad: vivían con las personas que habían asesinado a sus padres. Ninguna otra atrocidad de derechos humanos registrada contaba con este tipo de evidencia.

En 1999, Sara Romero y otro fiscal fueron a casa del panadero López Alonzo, cerca de la ciudad de Retalhuleu. Su oficina contaba con tan pocos recursos que no había apoyo policiaco ni armas. Romero tenía sus reservas por tener que enfrentarse a este militar con acusaciones tan graves. Sabía que los Kaibiles se jactaban de ser considerados máquinas de matar.
Cuando vio al soldado sentado en la entrada de su modesta casa, todos sus miedos desaparecieron. “Se le ve un hombre sencillo, un campesino humilde”, pensó.

Las fotos familiares en casa de López Alonzo confirmaron sus sospechas de que estaba en el lugar indicado. Era un maya de piel oscura y cinco de sus hijos se parecían a él. El sexto chico, llamado Ramiro, tenía piel blanca y ojos verdes.
-Mi hijo mayor tiene una historia muy triste -le dijo López Alonzo a la fiscal.

Confesó que tras la masacre se había quedado con Ramiro y lo había tenido viviendo en la escuela militar por tres meses. Trajo el niño a casa y a su esposa le contó que había sido abandonado (vea partida falsa de nacimiento de Ramiro). López Alonzo dijo que había enlistado a Ramiro, ya con 22 años, en el Ejército. Se negó a revelar la ubicación del chico. Cuando la oficina de la fiscal empezó a indagar, el Ministerio de Defensa le preguntó a Ramiro si tenía algún problema con la ley. En vez de cooperar, el Ministerio le movió de una base a otra.

Los investigadores estaban preocupados de que Ramiro se encontrara en un grave peligro si los militares se enteraban de queera prueba viviente de una atrocidad. Eventualmente, los fiscales lo encontraron y se lo llevaron. Ramiro les contó que tenía recuerdos de la masacre y del asesinato de su familia.

La familia Alonzo lo había tratado mal, declaró, lo golpeaban y lo usaban casi como su esclavo. Durante un episodio de ira, López Alonzo, borracho, le disparó con un rifle. Las autoridades le convencieron de que abandonara las Fuerzas Armadas y le ofrecieron asilo político en Canadá.

La búsqueda del otro joven fracasó.
Los fiscales averiguaron que el nombre del chico era Óscar Alfredo Ramírez Castañeda. Su presunto raptor, el teniente Óscar Ovidio Ramírez Ramos, había muerto ocho meses después de la masacre cuando dormía sobre un camión que transportaba madera para construir una casa. Murió instantáneamente cuando el camión volcó.

Una hermana del teniente fue interrogada en Zacapa en 1999 y confesó que Ramírez había traído el niño a casa a principios de 1983, alegando que Óscar era el hijo que había tenido con una mujer fuera del matrimonio. Los fiscales encontraron un acta de nacimiento pero ninguna evidencia de que la madre realmente hubiera existido. La hermana admitió que había oído que el niño era de Dos Erres.

Óscar había dejado el país para ir a Estados Unidos. Como su familia no quería ayudar en la investigación, Sara Romero se vio obligada a cancelar la búsqueda.
En el intertanto, los investigadores avanzaron en otras pistas. Habían identificado a varios ejecutores del escuadrón Kaibil. En el 2000, un juez decretó órdenes de arresto para 17 sospechosos de la masacre.

En medio de la realidad sofocante de Guatemala, los resultados eran decepcionantes. La policía no lograba llevar a cabo los arrestos. Los abogados de la defensa bombardearon al tribunal con documentos y apelaron a la Corte Suprema. El alegato de la contraparte fue que sus clientes estaban protegidos por leyes de amnistía, argumentos inexactos que estancaban las investigaciones.

Sara Romero se estrelló con el poder del Ejército. Parecía que la justicia se le escapaba, como lo había hecho Óscar.
(*) Con reportes por Habiba Nosheen, especial para ProPublica, y Brian Reed, This American Life
(*)Un reportaje de Fundacion MEPI y Propublica