jueves, 8 de marzo de 2018

MARCO ANTONIO MOLINA THEISSEN


…lo engrilletaron, lo amordazaron con masking tape, lo metieron en un costal, lo tiraron al carro con placas oficiales y se lo llevaron con rumbo desconocido.


Miguel Ángel Albizures

Para muchos, no dice nada el nombre porque no acostumbran leer, porque les importa poco el pasado tenebroso que vivimos, porque no se enteraron de lo que sucedió en Guatemala durante el conflicto armado interno, o porque son adolescentes que no sufrieron la guerra que la niñez de esa época y nosotros los adultos, sufrimos. No pueden saber lo que eran los carros tipo bronco, con hombres sombrerudos fuertemente armados recorriendo calles y avenidas y frente a quienes, mejor no volteábamos a ver porque podían considerarnos sospechosos por observar sus movimientos.

Así eran los que un día 6 de octubre de 1981, tomaron por asalto la casa de la familia Molina Theissen, no encontraron a quien buscaban y lo engrilletaron, lo amordazaron con masking tape, lo metieron en un costal, lo tiraron al carro con placas oficiales y se lo llevaron con rumbo desconocido. Así lo arrancaron a él de su hogar para exigir que, a cambio de él se presentara su hermana que valientemente había burlado su vigilancia y se fugó de la cárcel en donde la tenían acusada de guerrillera. No importa si lo era o no, pero constitucionalmente y de acuerdo con las reglas de la guerra, ningún prisionero debe ser vejado y ella lo fue cruelmente. Y Marco Antonio quién sabe qué le hicieron, pero lo cierto es que ya estaría por cumplir 52 años y sin lugar a dudas, tendría unos cuantos hijos y nietos útiles a esta patria que su familia le enseñó a amar entrañablemente.

No culpamos de nada a quienes no saben nada de este caso, ni a quienes no quieren saber nada del pasado, pero sí a quienes quieren sepultarlo para ocultar sus crímenes. En el banquillo de los acusados, hay cinco miembros de la institución armada, unos más culpables que otros y si alguno de ellos no va a la cárcel por este crimen de secuestro y desaparición, lo será por otros cuantos de los 45 mil detenidos desaparecidos o de las 200 mil personas que murieron en las masacres. Que los cinco tienen manchadas las manos de sangre, es indudable, y no por la muerte de guerrilleros, sino por la muerte de población civil que según lo declaró Otto Pérez Molina en la región ixil en 1982. “La población es para la guerrilla, lo que el agua es para el pez” y por eso no se enfrentaron a la guerrilla, sino exterminaron poblaciones enteras. Por eso ha sido el juicio por genocidio, por la intencionalidad de terminar con el pueblo ixil.

El juicio se produce 12 años después que la Corte Interamericana de Justicia, condenó al Estado de Guatemala por la desaparición de Marco Antonio y exigió la investigación y juicio a los responsables, pero así es la justicia, tarda, pero llega, y a ellos les ha caído encima por un caso, pero falta mucho más y no se trata de venganza, sino de justicia, justicia que hoy estira su mano y llega a quienes siempre actuaron y siguen actuando impunemente. Así como no olvidamos a las víctimas, no podemos olvidar a los nombres de los victimarios: Benedicto Lucas García, Manuel Callejas, Francisco Gordillo, Edilberto Letona, Hugo Zaldaña Rojas y muchos otros más.
https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/03/08/marco-antonio-molina-theissen/

sábado, 3 de marzo de 2018

GUATEMALA: PROPIEDAD INTELECTUAL COLECTIVA DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS

 
Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com

El racismo se ensaña principalmente en contra de las mujeres porque además de éste vivimos otras formas de desigualdad, como el patriarcado y el clasismo, que provocan que nacer indígena, mujer y pobre signifique ser parte del estatus más bajo de la sociedad.

Mientras en nuestro país se nos excluye de múltiples formas y se nos discrimina por ser mujeres mayas, Guatemala se muestra internacionalmente como “Corazón del mundo maya” pues es la marca país que el Estado a través del Instituto Guatemalteco de Turismo -Inguat- pregona en el mundo para “promover la riqueza cultural y natural del país”.

Las mujeres somos la imagen de esa Guatemala en otros países, pero en la cotidianidad se nos acosa y discrimina por vivir y mantener nuestras culturas. Por una parte se promociona la cultura maya y por la otra se despoja y mata a los pueblos que le dan vida y sentido a eso que venden y que es un negocio rentable tanto para el Estado como para las empresas nacionales y extranjeras.

Portar y crear nuestra indumentaria se ha convertido en un acto político de resistencia cultural en un mundo globalizado que a todo le pone un precio, porque todo lo vende y que tiende a la homogenización cultural o en su extremo al multiculturalismo liberal en el que las diferencias culturales son “aceptadas” una vez estas no signifiquen un riesgo para el status quo.

Por esto los reclamos de las mujeres indígenas por la utilización y explotación de nuestra imagen y de nuestras culturas es recibida por la sociedad de manera negativa y sus reacciones hacia nosotras son de extrema violencia, que se niega a entender que no estamos de acuerdo con la folclorización y la apropiación de lo que creamos y nos pertenece, como nuestra indumentaria y textiles.

Socialmente se excusan los usos indebidos y el robo de nuestras creaciones textiles con que los pueblos indígenas no somos los auténticos dueños porque nuestra ropa fue una imposición española, a pesar de que existen pruebas materiales que evidencian su milenariedad, lo cual no solo desconocen sino que se niegan a aceptar porque reconocer que este es patrimonio de los pueblos rompe, incluso, con la visión que tenemos hasta hoy de que este le pertenece al Estado pues ha declarado a los trajes “típicos” patrimonio cultural de la nación aunque no los proteja y esa “nación” no sepa nada de su historia e incluso los rechace.

Bajo el argumento de que nos pertenece a todos por ser de la nación se solapan los robos descarados de empresas que irrespetan y no consultan a los pueblos sobre lo que se hace con nuestra ropa y esta es la lógica del despojo, relegar a los verdadero dueños con el empobrecimiento y la exclusión de forma que no se reconozca que como únicos guardianes de nuestras creaciones y manifestaciones culturales, es nuestro derecho administrar y controlar nuestro patrimonio.

Se nos niega el derecho a decidir sobre el uso de nuestra propia cultura y nuestra imagen.
http://lahora.gt/propiedad-intelectual-colectiva-los-pueblos-indigenas/