viernes, 28 de febrero de 2020

GUATEMALA: FOTOREPORTAJE VICTIMAS Y SOBREVIVIENTES DEL CONFLICTO ARMADO, HONRAR LA MEMORIA DE NUESTROS SERES QUERIDOS ASESINADOS Y DESAPARECIDOS.


Fotos: Arturo Albizures 

ASOCIACIÓN COMUNICARTE
30 AÑOS ACOMPAÑANDO Y DOCUMENTANDO LA MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA 1990 - 2020 


CONMEMORACIÓN DEL 25 DE FEBRERO, DÍA NACIONAL DE LA DIGNIFICACION DE LAS VÍCTIMAS DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO
El 25 de febrero de 1999 la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, CEH presentó el Informe Memoria del Silencio, en el que se dan a conocer las atrocidades cometidas por las fuerzas represoras del Estado, en particular por el ejército de Guatemala durante el conflicto armado interno.


Dicho informe establece que los hechos cometidos contra poblaciones indígenas son actos de genocidio. Informa además de las desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales cometidas contra población civil, tanto en el área urbana como en las comunidades del país. Nombra los hechos de violencia y represión que sufrió el pueblo guatemalteco en manos de un ejército que con la implementación de la estrategia contrainsurgente cometió delitos de lesa humanidad.




El Estado, a través del Programa Nacional de Resarcimiento, en cumplimiento con las recomendaciones del Informe de la CEH promovió que el 25 de febrero se conmemorara el “Día Nacional de la Dignidad de las Víctimas”, para honrar a todos aquellos hombres y mujeres sobrevivientes, y dignificar la memoria de aquellas personas que fueron masacradas, ejecutadas y desaparecidas en manos del ejército por la política ejercida desde el Estado.


Es por ello que cada año familiares, sobrevivientes, colectivos y organizaciones sociales y de derechos humanos conmemoran esta simbólica fecha,  no sólo para recordar sino también para honrar la vida y lucha de campesinos, lideres estudiantiles y sindicalistas, académicos, religiosos, hombres, mujeres, niños y niñas, así como para demandar  justicia, resarcimiento y reparación integral porque no se puede dignificar a las víctimas mientras las graves violaciones a los derechos humanos permanezcan en la impunidad y los responsables no sean juzgados y encarcelados.




Este día también recordamos los ideales de lucha de todas aquellas personas  víctimas del conflicto armado, que no tuvieron miedo de callar las injusticias, que trabajaron para que en este país desaparecieran el racismo, la pobreza, la discriminación, y la exclusión, y que siempre defendieron la dignidad y libertad de su pueblo.



EN GUATEMALA la guerra duro 36 años (1960 - 1996), el 29 de diciembre de 1,996 se firmo la paz entre el Gobierno y la URNG, las consecuencias de la guerra fueron 250 mil muertos, 45 mil detenidos desaparecidos, entre ellos 5 mil niños, mas de un millón de desplazados internos.
El 93% de las violaciones documentas se les atribuye a las fuerzas del Estado y grupos paramilitares y el 3% a la guerrilla.





https://www.youtube.com/user/asocomunicarte/videos
ASOCIACIÓN COMUNICARTE

30 AÑOS ACOMPAÑANDO Y DOCUMENTANDO LA MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA 1990 - 2020 
Hablar hoy de Memoria Histórica o, de Memoria Colectiva, es hablar del trabajo que COMUNICARTE viene desarrollando desde 1990. Un trabajo que hoy en día permite conocer de diversas problemáticas que se vivieron durante el conflicto armado pero también, de las luchas que desde la sociedad civil han librado las distintas organizaciones sociales para hacer valer sus derechos, frente a un Estado excluyente y fundado para proteger los intereses de la oligarquía.
ARTURO ALBIZURES Y BORIS HERNANDEZ


lunes, 24 de febrero de 2020

GUATEMALA: CONMEMORACIÓN DEL 25 DE FEBRERO, DÍA NACIONAL DE LA DIGNIFICACION DE LAS VÍCTIMAS DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO

FOTOS ASOCIACIÓN COMUNICARTE 30 AÑOS 1990 - 2020, MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA

El 25 de febrero de 1999 la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, CEH presentó el Informe Memoria del Silencio, en el que se dan a conocer las atrocidades cometidas por las fuerzas represoras del Estado, en particular por el ejército de Guatemala durante el conflicto armado interno.

Dicho informe establece que los hechos cometidos contra poblaciones indígenas son actos de genocidio. Informa además de las desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales cometidas contra población civil, tanto en el área urbana como en las comunidades del país. Nombra los hechos de violencia y represión que sufrió el pueblo guatemalteco en manos de un ejército que con la implementación de la estrategia contrainsurgente cometió delitos de lesa humanidad.

El Estado, a través del Programa Nacional de Resarcimiento, en cumplimiento con las recomendaciones del Informe de la CEH promovió que el 25 de febrero se conmemorara el “Día Nacional de la Dignidad de las Víctimas”, para honrar a todos aquellos hombres y mujeres sobrevivientes, y dignificar la memoria de aquellas personas que fueron masacradas, ejecutadas y desaparecidas en manos del ejército por la política ejercida desde el Estado.

Es por ello que cada año familiares, sobrevivientes, colectivos y organizaciones sociales y de derechos humanos conmemoran esta simbólica fecha,  no sólo para recordar sino también para honrar la vida y lucha de campesinos, lideres estudiantiles y sindicalistas, académicos, religiosos, hombres, mujeres, niños y niñas, así como para demandar  justicia, resarcimiento y reparación integral porque no se puede dignificar a las víctimas mientras las graves violaciones a los derechos humanos permanezcan en la impunidad y los responsables no sean juzgados y encarcelados.

Este día también recordamos los ideales de lucha de todas aquellas personas  víctimas del conflicto armado, que no tuvieron miedo de callar las injusticias, que trabajaron para que en este país desaparecieran el racismo, la pobreza, la discriminación, y la exclusión, y que siempre defendieron la dignidad y libertad de su pueblo.

jueves, 20 de febrero de 2020

25 DE FEBRERO Y LA NIÑES DESAPARECIDA, DIA NACIONAL DE LA DIGNIDAD DE LAS VICTIMAS DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO.

Por: Miguel Ángel Albizures

El próximo martes es 25 de febrero, para muchos no dice nada la fecha, porque carecen de memoria o porque intencionalmente quieren olvidar los crímenes del pasado y no sería raro que algunos de ellos deseen que se repitan, desconocen que en el 2004 el Congreso aprobó el Decreto 06-2004 que crea el Día Nacional de la Dignidad de las Víctimas del Conflicto Armado Interno y dice que debe conmemorarse en instituciones autónomas y descentralizadas, en los establecimientos educativos y oficinas públicas y privadas para honrar la memoria de las víctimas. En 1999 la Comisión para el Esclarecimiento Histórico sacudió al pueblo con la entrega de su informe Memorias del Silencio que contiene la tragedia que el pueblo vivió a lo largo de muchos años. Algunos critican que desenterremos el pasado, pero no podemos vivir con la carga de ocultar y ocultar día tras día la verdad de los hechos criminales que sucedieron, pues muchos de los responsables aún están vivos y en puestos de poder.
Lo anterior viene a cuenta porque hoy en día está circulando una foto de un niño, sostenida por un adulto, se trata de él mismo hace ya muchos años, pero lleva en el recuerdo los hechos acontecidos en 1983 y dice: “ese soy yo a los tres años más o menos, madre estoy buscándote desde el fondo de mi alma” dice que fue secuestrado y llevado al Hogar Elisa Martínez y después fue trasladado a otro país y creció con una familia extranjera. “Soy otra víctima de la estrategia genocida de los años ochenta” que regresa a su país en búsqueda de sus familiares.

Es pues, uno de los más de cinco mil niños detenidos desaparecidos durante el conflicto armado interno, época en que allanaban una casa se llevaban a todos. A los adultos los asesinaban y a los niños, cuando tenían la suerte de sobrevivir, los metían a un hospicio o casa especial para posteriormente hacer negocio con ellos vendiéndolos a familias extranjeras. Quizá, lo más cruel de todos los hechos, hemos dicho en otras oportunidades, es la desaparición de las personas, pero cuando se trata de miles de niños que fueron vendidos como cualquier mercancía, es un crimen que no tiene nombre. Los gringos o los europeos sabían de dónde venían esos niños que compraban, pero querían hijos y poco les importó lo que sucedía en Guatemala. Aún recuerdo a los grupos de extranjeros que se arremolinaban a finales de los años ochenta y noventa, en un “prestigioso” hotel de la ciudad de Guatemala, donde se hacía la entrega de niños.

Este 25, las organizaciones de familiares de detenidos desaparecidos y las que dedican sus esfuerzos y recursos al reencuentro de familias separadas por la persecución del Ejército en los años del conflicto armado, saldrán a las calles para conmemorar la entrega del informe e insistir en la búsqueda de la niñez desaparecida y que se aplique la justicia a los responsables, por eso insisten en que no debe haber, ni olvido ni perdón.
https://elperiodico.com.gt/opinion/2020/02/20/25-de-febrero-y-la-ninez-desaparecida/

martes, 18 de febrero de 2020

EL HILO DE AGUSTÍN, MEMORIA HISTÓRICA.

Por Agustín Ortíz //febrero 14, 2020 //Opinión
Agustín Ortíz, periodista guatemalteco, publicó un “hilo” en Twitter, -una seguidilla de párrafos entrelazados, usual de esa red social-, recordando la huida, el exilio y el retorno de su familia. Ocote lo república con autorización del autor. Un hilo que funciona como otra guía en el laberinto de nuestra historia reciente, donde el minotauro es el olvido.
Día lluvioso en casa de mis papás. Fotografía: Agustín Ortíz
Rescato este relato que escribí hace unos años, pero vigente hoy que se cumplen 27 años de haber iniciado nuestro caminar del Retorno Masivo de los Refugiados a Guatemala, tras 12 años de exilio en México.

El sábado 13 de febrero de 1982, en la casa del lote 4 de la aldea Santa María Tzejá, Ixcán (en ese entonces pertenecía a Uspantán), Quiché, mamá lidiaba con el almuerzo de un niño de nueve meses de edad. Eran alrededor de las 2 p.m.

Papá trabaja la parcela, a una hora y media de camino de casa, caminando por las veredas bajo la selva. Mi hermana mayor ayudaba con los quehaceres de casa. La segunda había ido con un patojo familiar a darles sal a las vacas, que no eran más de tres.

Las otras tres hermanas jugaban por ahí. Mamá daba de comer a la última de ellas, tan solo dos años mayor que yo, a pesar del riesgo de mis muy comunes berrinches. Nada extraño de un niño que a los nueve meses caminaba a la perfección y era muy inquieto.

A pesar del trajín cotidiano, el ambiente era de una calma, solo interrumpida por el cacaraqueo de gallos, el gorjeo de pájaros y el sonido del hacha cortando leña. Normal en una aldea a 398 kilómetros de la capital, fundada no más de 15 años atrás, en medio de la selva tropical.
Calle del sector donde está la casa de mi familia. Fotografía: Agustín Ortíz
Una explosión a poco menos de medio kilómetro de casa (por el camino de ingreso a la aldea) rompió el silencio y la calma. Mamá interrumpió mi rutinaria alimentación y me sujetó a su espalda con el rebozo.

Les gritó a mis hermanas que corrieran. Mi hermana mayor tomó en brazos a la más pequeña. Las otras dos salieron tomadas de la mano. Para entonces, en cosa de minutos, la aldea estaba en alerta y toda la gente salía de sus casas y corría a la selva para salvar su vida.

La patrulla del Ejército no tardó en llegar a la aldea. La detonación había sido por parte de “los postes” de la aldea. Unos tres o cuatro jóvenes que tenían a su cargo la vigilancia ese día.

A la aldea llegaba noticias cada vez frecuentes de incursiones militares en aldeas vecinas, que ni se conectaban aún por falta de caminos. Apenas tres días antes, uno de dos sobrevivientes de la aldea Trinitaria, a unos 20 kilómetros de Tzejá, había llegado a la aldea.

Relató que una patrulla militar había masacrado la aldea. Nuestra comunidad estaba de alguna manera en alerta, pero no imaginaba que fuera a ser alcanzada o que el Ejército fuera capaz de las atrocidades que se decía que había cometido en otras aldeas. Había escasa información.

La facción guerrillera Ejército Guatemalteco de los Pobres (EGP) buscaba adoctrinar y hacer base en las comunidades pobres desde su llegada a la región hacia 1972, pocos años después del inicio de la colonización del Ixcán.

Como era lógico, mucha gente simpatizó con la idea liberadora y pensaba apoyar su lucha. Otras muchas, no. En mi aldea, hubo algunos que apoyaron directamente. La mayoría de personas venía de liberarse del yugo de la explotación de mano de obra en las fincas de la oligarquía.

Papá, que desde los 12 años de edad “bajaba” del altiplano de Quiché hasta la Costa Sur año con año, supo de los parcelamientos del Ixcán, iniciado por el INTA, trabajando en la zafra. Dejó su natal San Andrés Sajcabajá, Quiché. Caminó una semana entre la selva.

Con tres hijas a cuestas (de las cuales una murió después) y mi mamá apoyándolo, cruzaron la Zona Reina caminando. Como él, la mayoría de campesinos, aunque solo quería saber de su tierra y sus cultivos, pero tampoco era indiferente a la necesidad de una sociedad justa.

A raíz de la creciente noticia de una inminente guerra, las personas de Tzejá había atendido el llamado de la guerrilla de practicar simulaciones de evacuación, construcción de trincheras o escondites y depósito de granos, sal o enseres en “bolsones” en la selva.

Lo que nadie imaginó era que la incursión militar duraría tanto, que todo era parte de una política de Estado o que la crudeza era tal que, o se moría en el intento de escapar, o se era capturado por el ejército o se lograba el exilio. Las tácticas aprendidas no fueron suficientes.

De ahí que la aldea había optado por turnar “postes” para brindar alertas. Estaban ubicados a unos ocho kilómetros de la comunidad. En el límite con la aldea San José La 20. Lo que pasó ese día fue que el artefacto de alarma no funcionó.
Calle principal de la aldea. Fotografía: Agustín Ortíz
Los soldados, alertados apresuraron el paso. Los jóvenes corrieron por la selva tratando de ganar tiempo y solo lograron detonarlo en la entrada a la aldea, ya con poca ventaja.

Al cabo de un rato de la llegada de los soldados a la aldea prácticamente vacía, comenzaron a quemar las viviendas, en su mayoría hechas con palos rollizos y hojas de corozo. Mataron a los animales de patio a metralla. El humo y las ráfagas alertaron a los hombres en las parcelas.

Papá pronto supo que algo andaba mal y emprendió el viaje de regreso. Corrió como nunca antes. Cuando llegó a la aldea, todo era un infierno. Lo primero que hizo fue buscarnos en casa. No había rastro de nadie. Su caballo blanco seguía en pie, amarrado a una mata de nance.

Corrió hasta el animal para soltarlo. Cuando escuchó detonaciones y sintió el calor de las balas. Como pudo le dio un par de machetazos al lazo del caballo y este asustado corrió y terminó de romperlo, logrando escapar. Papá solo recuerda que corrió entre el monte sin parar.

Papá emprendió la tarea de buscarnos. Se había acordado de que en caso esto sucediera, nos reuniríamos en la parcela. Volvió hasta allá. La noche comenzó a caer y la selva era aún más espesa. Caminó, por ratos a tientas.

Su miedo fue mayor cuando al, por fin, llegar a la troje, no encontró a nadie. Luego de esperar un tiempo, decidió caminar en la selva entre la oscuridad, esperando encontrarnos en los alrededores. Sabía que otras personas tenías trojes en sus parcelas.

Guiado por su instinto y la desesperación de encontrarnos avanzó en espiral para abarcar cada vez, más campo. De vez en cuando gritaba nuestros nombres. A las primeras que halló fueron a mis hermanas intermedias: Medarda y Florencia.

Ya con ellas, avanzaron hasta encontrar una choza. Escucharon voces. Una familia de La 20 a quien conocía papá eran los dueños. Estaban ahí y con ellos mi hermana mayor, Ana, y la menor de ellas, Santa. Mamá, conmigo a cuestas, seguía perdida entre la selva oscura.

Papá decidió ir a buscarnos un poco más allá de la choza y al cabo de un rato, pudo encontrarnos con mi mamá, Liva. Faltaba mi hermana Dominga, quien andaba con Bacilio ordeñando y dándoles sal a las vacas, no lejos de casa cuando fue la incursión.

Su búsqueda durante la noche fue infructuosa y no fue hasta el alba que papá dio con ellos. Ya reunidos todos, debíamos seguir ocultándonos hasta no saber sobre la situación de la aldea.
Fotografía: Agustín Ortíz
Dos días después de la llegada de la patrulla militar, se produjo la masacre de una familia casi completa. Los registros históricos reportan al menos 16 asesinados por los soldados en mi aldea. No todos del lugar.

No pudimos volver a la aldea. Deambulamos en la selva junto con otras familias, como la de mi finado tío Alejandro, que luego fue capturado junto a su familia y otros, por el Ejército en una de las incursiones en nuestro escondite.

La mayoría de personas de mi aldea logró huir a México entre tres y nueve meses después de huir en la selva. Nosotros quedamos perdidos y sobrevivimos así durante un año y medio, hasta que un grupo guerrillero nos encontró y guió hasta cruzar la frontera con México.

Y así, ese 13 de febrero de 1982, marcó el inicio de 12 años de exilio, que terminó en 1993, cuando decidimos con mis padres, hermanas y hermanos (mis hermanos menores: Mario y Miguel, nacieron en México) volver. Tres de mis hermanas con familia no se adaptaron y se regresaron.
Río Tzejá, el principal de la aldea. Fotografía: Agustín Ortíz


Cierro este HILO con un poema que le escribí a mi aldea:
Mi lar es un punto inexorable en el mar de clorofila tropical;
no se presta a maldades:
Todos los caminos de mi pueblo conducen hacia él;
pero ninguno es escapatoria.

https://agenciaocote.com/el-hilo-de-agustin/?fbclid=IwAR3WEcAF9j8UexWPFO9XwcKxOFxsbmjPQRCE-JmXqA_kIFC6UDGiS94MrF4

lunes, 17 de febrero de 2020

“Era tras la vida por lo que ibamos...” ABEL DOMINGO SOBERANIS REYES

“Fortalécete Compañero…
para que permanezca inconmovible,
cuando yo caiga…
para que yo sepa
que los fragmentos dispersos de mi canto,
se harán por fin una melodía más pura en ti.
que pueda decirle a mi corazón
que tu continuaras el camino… aunque yo
muera”.
(W. Durant)

El 16 de febrero de 1981, individuos desconocidos secuestraron a Abel Domingo Soberanis Reyes, quien estaba por concluir su carrera de magisterio en la Escuela Normal Central para Varones de la Ciudad Capital. Abel era vicepresidente de la Asociación de Estudiantes de la Escuela Normal (AEEN) y tesorero de la Coordinadora de Estudiantes de Educación Media (CEEM). Hasta el momento se desconoce su paradero.

Tomado del libro “Era tras la vida por lo que ibamos...” ODHAG

SEMBLANZA
ABEL DOMINGO SOBERANIS REYES
Nombre del estudiante: Abel Domingo Soberanis Reyes
Fecha de nacimiento: 6 de agosto de 1960.
Fecha de la desaparición: 16 de Febrero de 1981.
Ocupación: Estudiante y dirigente.
Cargo dentro del movimiento: Vicepresidente de la Asociación de Estudiantes
de la Escuela Normal (AEEN) y Tesorero de la
Coordinadora de Estudiantes de Educación
Media (CEEM).
Centro de estudios: Escuela Normal Central para Varones.
Nombres de las personas
entrevistadas: Catalina, María y Teresa
Soberanis Reyes.
Relación o parentesco con estudiante: Hermanas.
Ocupaciones: Dirigente política, Doctora en
Educación, Ingeniera Agrónoma.

CONTEXTO Y ANTECEDENTES (personales y generales)
LA GÉNESIS
Abel Domingo Soberanis Reyes era el más pequeño de 7 hermanos (4 hombres y 3 mujeres) nació el 6 de agosto de 1960, “era un día muy soleado”, recuerda su hermana Teresa. Fue recibido por una comadrona.
Los papás de Abel fueron Cupertino Soberanis, músico compositor de marimba y Vitalina Reyes Aroche de Soberanis que era una mujer muy religiosa e identificada con el apostolado, era catequista, a la vez que realizaba trabajo social en áreas marginales, trabajando con diferentes parroquias especialmente La Candelaria, La
Merced y la Iglesia de San José Obrero. Esta labor social de doña Vitalina, dentro de la iglesia y la comunidad, inculcó en sus hijos e hijas una conciencia solidaria y de trabajo.

Los hermanos y hermanas Soberanis Reyes eran muy unidos, con un profundo servicio social vinculado al apostolado social de la Iglesia Católica. Su formación principal se fundamentó en la solidaridad, el servicio social y amor al prójimo; aspecto que redundó en el compromiso de Abel ante la realidad nacional y posteriormente en
el Movimiento Estudiantil.
Doña Vitalina murió cuando Abel tenía 9 años de edad, ante este hecho él “se volvió un poco retraído, quizá porque a tan temprana edad había quedado huérfano de madre”, indica su hermana Teresa. Don Cupertino, para esa época, ya no vivía con ellos porque se volvió a casar relativamente pronto, además que por su carrera de músico tuvo que viajar muchísimo y su figura no estaba presente, sin embargo él era un modelo de “padre intelectual” para sus hijos e hijas. Doña Vitalina, muy preocupada por la formación religiosa de su pequeño hijo Abel,
previo a fallecer lo dejó estudiando en el Colegio Loyola; es así como él, por su cuenta, empieza a observar las realidades sociales.

Ante la ausencia de padre y de madre, las hermanas mayores, asumieron el rol paternal; María, la mayor que contaba con 21 años de edad, asumió el rol de madre, se encargó de la casa, de la alimentación y coordinación de las tareas domésticas; mientras que Catalina, que tenía 20 años, asumió el papel de padre lo que le implicó ser la encargada de los trámites, especialmente los legales, porque estaba estudiando Derecho; ella se encargaba de proveer la ropa, zapatos, etc.

María y Catalina asumieron el cuidado de sus hermanos y hermana, especialmente los más pequeños que eran Juan de Dios de 11 años y Abel de 9; estos dos niños eran muy responsables y por ser de edades similares compartían mucho entre sí. 
Para Abel sus figuras masculinas y femeninas de referencia eran sus hermanos y
sus hermanas.

El núcleo familiar de los Soberanis Reyes estuvo constituido por los cuatro hermanos y las tres hermanas, eran muy unidos entre sí, por ello siempre desarrollaron actividades juntos como: salir a caminatas hacia Chinautla y nadar.

El terremoto de 1976 fue un factor que propició la toma de conciencia social por parte del estudiantado de la época. Catalina y Abel formaron parte de las brigadas de descombro, él que tenía una conciencia social heredada desde hacía 14 años, por su mamá y su hermana Catalina, tuvo parámetros para comparar las realidades que
eran visibles, por ejemplo: ver los Pollo Campero1
 de pie, mientras que en el interior de la república todas las construcciones estaban en el suelo, por ser muy pobres no sobrevivieron a este desastre natural. Además, varios establecimientos estudiantiles
públicos, en especial los de construcción más antigua, se vieron tan dañados que quedaron inhabitables.

LA PARTICIPACIÓN EN EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL

LA REVELACIÓN
Abel fue el único que siguió los pasos de Catalina con el compromiso social, si bien es cierto que los demás hermanos tenían una solidaridad social no tenían una vocación política.
Catalina y Abel mantenían fuertes discusiones políticas. Catalina le cuestionaba el hecho de que ellos estuvieran tan indembles enfrentando al gobierno en las manifestaciones, cuestionando que el Movimiento Estudiantil los empujaba a la muerte.
Teniendo incluso un debate sobre los medios de lucha, ya que ella se encontraba en una lucha abierta dentro del sistema político y ellos realizaban una lucha con componentes clandestinos, precisamente porque se vivía bajo un régimen militar, por lo que no se podía actuar abiertamente.
Proponiéndole que el Movimiento tenía que desarrollar medidas de seguridad, de prevención ya que se encontraban expuestos. Y si bien es cierto que Catalina también lo estaba, en el Partido (ella era militante de la Democracia Cristiana) le dieron una convención sobre medidas de precaución, de seguridad que hasta ese momento le hicieron preservar la vida, su salida del país se dio por que estas ya no garantizaban su seguridad, porque en esos momentos secuestraron a Ricardo Galindo quien ella sustituía en el Instituto de Estudios Políticos.

Abel en su vida como estudiante mostró su inteligencia, estudió en el Colegio Loyola hasta el 3º. Básico. En 1976 ingresó a la Escuela Normal Central para Varones de la zona 13, donde cursó la carrera de Maestro de Educación Primaria. Para esa época el movimiento estudiantil era muy fuerte.
También se interesó y participó en concursos de oratoria; consecuencia de la represión del momento, sus poemas hablaban de los diferentes problemas de la realidad nacional, lo confrontó el que (a pesar de vivir en un barrio populoso) con el esfuerzo de sus hermanos y hermanas, tenía sus tres tiempos de comida, mientras que en otras familias vecinas apenas lograban tener uno. Estimulado por sus maestros y compañeros, destacó y ganó muchos concursos de oratoria por su elocuencia.

El primer motor de lucha de Abel fue la reconstrucción y equipamiento de la Escuela
Normal y otros establecimientos; la bandera de denuncia era que mientras no se apoyaba suficientemente a los establecimientos públicos, se estaba construyendo la Escuela Politécnica en San Juan Sacatepéquez, con lo más moderno de la época, lo que implicó una inversión millonaria, lo cual contrastaba con el país que estaba, en su mayor parte, destruido. Para él, no era justo que la gente viviera en condiciones infrahumanas.

Abel amaba la vida, era de carácter muy sereno, disciplinado, responsable, asentado, tranquilo, muy seguro en sí mismo, bastante maduro y equilibrado para su edad, lo que le ayudaba a enfrentar la situación. Debido a estas características, además de
su desempeño como estudiante y líder, hicieron que sus compañeros le propusieran participar en las elecciones de la Asociación de Estudiantes, y obtuvo el cargo de Vicepresidente de la Asociación de Estudiantes de La Escuela Normal, siendo el
Presidente de la Asociación Mario Rene Matute Iriarte. Ambos mantuvieron una gran amistad, un trabajo en equipo con mucha coordinación. En ese momento, Abel también es Tesorero de la Coordinadora de Estudiantes de Enseñanza Media CEEM, lo que evidencia que existía mucha confianza en él como persona y como dirigente.
Debido a su participación como dirigente estudiantil, Abel se relacionaba con gremios
estudiantiles, la asociación que presidió realizó actividades conjuntamente con lAsociación de Estudiantes Universitarios –AEU–. Su hermana Teresa indica: “En esa época yo estudiaba en la Universidad la carrera de Ingeniero Agrónomo y pude estar presente en algunas de sus participaciones políticas, percatándome de su
liderazgo.”

Su personalidad política se fue afianzando y tomando madurez, y como consecuencia
de ello, recibió varias invitaciones para participar como conferencista en institutos públicos además de ser invitado a participar en un Congreso Internacional de la Juventud y los Estudiantes en La Habana, Cuba. A dicho congreso asistieron dirigentes de otras asociaciones entre ellos presidentes de los Institutos Rafael Aqueche, –RA–
Instituto Central de Varones –ICV–, Instituto Nacional de Señoritas Centroamérica –INCA–. A su regreso, Abel se trasladó por un tiempo a vivir a casa de su hermana Teresa, ella dice al respecto “alternaba su vida estudiantil y política con la vida familiar, solía hacer trabajos propios de su carrera y reuniones del movimiento estudiantil y compartía conmigo, mis hijas y nuestro padre a disfrutar de paseos en familia.”

A finales de los años setenta, la situación política de Guatemala se encontraba muy difícil. Existía persecución política en todos los sectores laborales y estudiantiles. Abel admiraba mucho a Oliverio Castañeda de León, fue su modelo como dirigente
estudiantil. El 20 de octubre de 1978, día en que fue asesinado Oliverio, Abel participó en la manifestación, regresó shockeado ante tal hecho, regresó destrozado, lloraba y repetía una y otra vez “¡No es justo! Él era un ser humano, el mejor que he conocido, lo acorralaron como un perro”. Este hecho tiene particular relevancia porque en el hogar de los hermanos y hermanas Soberanis se acostumbraba a ser muy fuertes ante hechos difíciles; cuando murió su mamá no tuvieron tiempo de llorar, debían salir adelante solos y fue por ello que construyeron una coraza. Fue en este momento en que María, vio lo que le esperaba a él y que ella no podría hacer nada para evitarlo, se dio cuenta que sólo estarían juntos por un corto tiempo.
“A partir de ese momento hasta que Abel fue desaparecido, cada día era buscar sobrevivir, siempre a la espera del trágico desenlace”. Ella empezó a manejar gran stress y un día, consecuencia de la presión que sentía en su corazón le dijo a su hermano “No quiero que tus amigos regresen aquí, tú me has costado mucho a mí
y no es justo que te pierda por una masa anónima. Espera! Tu tiempo va a llegar debes prepararte para poder servir mejor. Yo creo que a mi manera... porque yo sirvo personas reales, con rostro, con defectos”; Abel no respondió, él nunca respondía, siempre se quedaba callado.

EL MOMENTO TRÁGICO DE LA DESAPARICIÓN

LA PASIÓN / EL MARTIRIO
El último fin de semana que Abel compartió con su familia tenía una fiesta (el 14 de febrero) y siempre les decía a sus hermanas “Fíjate que tengo una fiesta este fin de semana pero como yo no se bailar tenés que ayudarme a repasar.”
Teresa supo que un carro con vidrios polarizados, rondaba su casa con regularidad y sucedió una vez que la empleada de la casa salió a la tienda y un hombre que viajaba en ese vehículo le preguntó, que si era cierto que un grupo de jóvenes se
reunía en esa casa, a lo cual ella respondió que no sabía nada al respecto. Más tarde lo comentó con ella y con Abel. Consecuencia de ello él se retiró de ahí y regresó con María, donde prosiguió con su trabajo estudiantil. Sin embargo, fue perseguido
nuevamente.
Como anteriormente se mencionó, Abel era muy disciplinado y entre una de sus disciplinas para bajar el stress era correr, salía temprano. El día 16 de febrero, que cayó lunes, salió de la casa de María y ya no volvió. Debido a las medidas de
seguridad tomadas por él, ella no se asustó, si Abel no había vuelto era probable que estuviera en casa de algún compañero, hermana o hermano. Ese día no pasó nada. María, posteriormente, buscó a Abel con su hermana Teresa pero él no estaba ahí.
Algo confuso es que un día de la semana siguiente a su desaparición, probablemente el 23 de febrero, llegaron por última vez a casa de María los compañeros de Abel quienes le dijeron con gran descaro “Tu hermano está desaparecido no está con
ninguno de nosotros y no está contigo entonces, por razones de seguridad, nosotros no vamos a poner los pies otra vez aquí.” Desde este momento, los amigos de Abel nunca más regresaron.

Teresa, respecto a la desaparición de Abel, dice “Fue en el mes de febrero de 1981 cuando se le vio por última vez y nunca más supimos de él. En los años ochenta se rumoraba que las personas que eran detenidas por el Ejército eran torturadas y asesinadas, para luego colocarlas en casas que supuestamente eran “reductos guerrilleros” destruyéndolas con las llamadas tanquetas del ejército, para luego “informar a la ciudadanía” que habían encontrado “subversivos”, cuando en realidad lo que colocaban eran cadáveres de personas detenidas asesinadas previamente.
Otra versión que circuló fue que después de torturar a los detenidos, aún vivos, eran llevados en helicópteros y arrojados a los cráteres de los volcanes”.

En el caso de Catalina, la desaparición de su hermano le provocó una serie de sentimientos encontrados ya que al igual que para María, no sólo era un hermano, sino que representaba un hijo por haber sido el más pequeño. Recuerda el hecho de
que ella “lo cargaba, lo sentaba en mis rodillas para contarle cuentos, para cantarle canciones, era mi muñeco, yo jugaba con él, ya que yo tenía 12 años cuando nació”.
Aunado a este recuerdo el hecho de encontrarse fuera del país, la llenó de impotencia, por no poder estar con su familia e incluso no tener la posibilidad de establecer contactos para dar con el paradero. Esto lo intentó cuando volvió un mes después, pero esos contactos le dijeron que era imposible ya para ese momento.
En el momento de la desaparición de Abel, se le ocultó el hecho a don Cupertino porque no tenía noción del involucramiento político de su hijo, además que padecía de la presión alta.
A partir de que María se enteró de la desaparición de su hermano, no supo qué hacer, a dónde ir. Empezó a ir a la Policía Nacional, a denunciar y a preguntar, pero a sabiendas que iba a nada; describía su ropa, el rumbo que tomó, su horario, etc. Quienes la escuchaban tomaban notas, pero sabía que al salir los oficiales rompían
el reporte. También buscó en los hospitales, en las salas de traumatizados, en las morgues. Esta búsqueda la realizó de febrero a junio de 1981, lo peor de todo es que no estaba Catalina y los demás estaban acobardados; la única persona que la acompañó en las diligencias fue su tía.
En esa época María trabajaba en un hospital como supernumeraria, por ello no tenía horario y días fijos, laboraba sólo cuando había alguien a quien sustituir, esto le ayudó a buscar a su hermano, su rutina era ir a las estaciones de la Policía Nacional
y los hospitales. Una vez, llegó al Palacio de la Policía Nacional, el que está en la 6ª. Avenida y 14 calle de la zona 1, ahí le entregaron un gran “file con las fotos de personas muertas”, le dijeron “busque ahí.” María cuenta que “Fue muy traumático ver las fotos de gente muerta, aunque ahí hubiera estado la foto de mi hermano yo no hubiera sido capaz de reconocerlo.” Probablemente como una forma de defensa, ella no lo encontró ahí. Fue hasta ese día, en el mes de junio, que se tomó la
decisión de informarle al papá que Abel estaba desaparecido. Cuando María llega a casa de su papá, sale la esposa de éste y le preguntó “Por qué no nos dijo lo de Abel.” María le preguntó cómo se habían enterado y le contaron que fue porque
alguien vio una manta en la Normal donde se pedía su aparecimiento. Don Cupertino se puso a llorar cuando ella le dijo “Vine hasta hoy porque ya hice todo lo que estaba a mi alcance, ya no hay nada más que hacer.”
Desapareció el 16 de febrero de 1981, estaba por cumplir 21 años, terminando la carrera de Magisterio, estando en funciones con los cargos antes mencionados dentro de la CEEM y la AEEN, teniendo como principal amenaza la muerte, una semana antes, de su compañero y amigo Mario Matute. Por lo que tanto dentro de la CEEM y la AEEN, habían ya tomado medidas de seguridad para preservar la integridad de Abel, en las que se contemplaba su salida del país, también él ya había tomado medidas seguridad como no dormir en la misma casa. Abel tenía cierta movilidad porque podía pasar la noche en cualquiera de las casas de sus tres hermanas: María, Catalina y Teresa, él rotaba según la necesidad.

El Ministro de Educación de esa época era un militar de nombre Clementino Castillo, cuenta Catalina que él le dijo a Abel “vos patojo, para qué andas metido en esas cosas, si voz podrías andar estudiando”. Catalina militaba en la D. C. y por amenazas tuvo que salir una semana antes del país, por lo que no conoce la fecha exacta del secuestro ya que no le avisaron por temor a que volviera y le sucediera algo.
Ambos por pertenecer al movimiento social, Catalina en la D. C. y Abel en el Movimiento Estudiantil, estaban siendo amenazados, al punto que ella salió del país y Abel no acostumbraba dormir en la misma casa, un día en casa de María y otro con otra hermana, lo que dificultó el hecho de que la familia se enterara, ya que cuando no llegó durante un tiempo, se pensó que seguramente estaba con una de las hermanas. Hasta que un compañero de la CEEM les informó, siendo este mismo
quien después, ya cuando Catalina se encontraba en el país, le informó que se había apostado en la entrada de la Morgue del Organismo Judicial viendo ingresar un cadáver con características muy parecidas a las de Abel, completamente desfigurado
y torturado, especialmente con la espalda destrozada.

CONSECUENCIAS FAMILIARES Y SOCIALES
RESURRECCIÓN Y APOCALIPSIS

Hasta la presente fecha no se tiene certeza de lo que le sucedió, aun cuando en ocasión del entierro de Rolando Morán Secretario General de la URNG, un miembro de la CEEM y del Movimiento Estudiantil Universitario de aquella época, se acercó a Catalina diciéndole “Tu tenías un hermano que cayó”, dándole a la familia por primera vez una idea de que lo asesinaron, ya que si los compañeros decían eso, les indicaba que él no pudo sobrevivir o salir del país. Con la Firma de la Paz, se mantuvo viva la esperanza de que si había logrado escapar para otro país, ese era el momento para regresar, ya que como familia siempre se negaron a la posibilidad de un desenlace fatal. A raíz de esto es que Catalina y María pudieron hablar después de 20 años. Por lo anteriormente expuesto, se puede decir que uno de los impactos familiares que tuvo la desaparición de Abel ha sido el evadir la discusión sobre este hecho, entre todos los hermanos y hermanas.

Como familia, lo que más les gustaría, si en algún momento se realizan actos o se decide reivindicar, de alguna otra manera, la memoria de las víctimas, es que el nombre de Abel figure en esa lista de quienes fueron víctimas del enfrentamiento armado, sin haber empuñado nunca un arma. Si Abel tenía un pensamiento de cambio social que se expresaba en una lucha abierta y pacífica, si participaba en una organización estudiantil legal, pero incluso si hubiese estado involucrado con un partido socialista o comunista y eso fuese considerado ilegal por las autoridades de entonces, tenía derecho a ser juzgado en un proceso justo y hubiese sido un preso político. No ser secuestrado por el Estado. Como familia se considera que homenajes como éstos, que brindan una reivindicación a las víctimas como él, a su lucha, a su entrega, a su amor por Guatemala, a sus compañeros, a su familia, contribuyen al procesamiento del duelo, a la sanación espiritual de las heridas. A eso aspiran como familia, pues ya saben que la justicia humana se mueve con tantos hilos que es difícil creer en ella. Catalina, por ejemplo, considera que el acuerdo de las partes en la negociación de la paz, sobre la Ley de Reconciliación se hizo de tal manera que nadie puede acogerse a dicha ley y confesar actos cometidos durante el enfrentamiento armado, dar información sobre quién dio la orden, o de dónde vino, porque a cambio no obtiene ninguna disminución de la pena u otra alternativa. No se consideró ejemplos de otros países como Sudáfrica.
De esa manera se garantizaron que nadie les pudiese delatar. También, por ejemplo,
en el Informe REHMI aparece información que fue dada como si fuese secreto de confesión y en la información de la Comisión del Esclarecimiento Histórico, de conformidad con el Acuerdo de las partes, no se consignaron nombres ni puede ser utilizada para fines de un proceso legal.

Toda esa época fue una tragedia, tanto en el caso de las víctimas como para los victimarios, ya que la degradación humana de los victimarios también es dolorosa para la sociedad y es una herencia trágica que pesa sobre sus hijos. Es un daño social irreparable por generaciones.
Dentro de la Escuela Normal, se pensó el año pasado, realizar un homenaje para recuperar la memoria de los dirigentes de esa época, considerando ponerle nombre las aulas de la escuela o hacer un monumento donde apareciera el nombre de ellos.

REVISANDO EL ALBUM DE FOTOS FAMILIAR, RECORDANDO A ABEL
Abel le gustaba el Básquet – Bol, ya que era alto, delgado.
La música siempre fue algo que le gustó a todos los hermanos y hermanas, por herencia del padre que era músico. A Abel le gustaba en especial la Nueva Trova, Los Guaraguao, Inti Limani, Mercedes Sosa, Soledad Bravo. Quien tenía discos de este tipo era su hermana Catalina; ella recuerda que él se los llevaba para sus actividades y se terminaba quedando con éstos, así como los libros de ella, en
especial los de literatura hispanoamericana, ya que compartían los mismo gustos.
Siendo Abel y Catalina los únicos colochos y morenos de la familia, ella recuerda que para una ocasión su suegra le regaló un tenedor de plata el cual lo aplastó para convertirlo en peine, a él le gustó tanto que se lo quedó. Para la época de su
desaparición Abel usaba el pelo estilo afro.

Por la misma conciencia social que tenía, no exigía más de lo que su familia podía tener, comía de todo, la sopa de cebolla que disfrutaba mucho, frijoles, arroz, las papas le gustaban mucho; por supuesto que las comidas como la gallina y el bistec
se convertían en el plato de los domingos, esto por la situación en que vivían.

Abel amaba la vida, era de carácter muy sereno, disciplinado, responsable, asentado, tranquilo, muy seguro en sí mismo, bastante maduro y equilibrado
para su edad, lo que le ayudaba a enfrentar la situación.
Abel siempre fue una persona muy feliz, entusiasta, un niño risueño, alegre y colaborador. Toda la vida se la pasaba cantando y bailando, desde que tenía unos 3 años de edad se apuntaba para participar en los actos que se organizaban en la casa, cuando jugábamos. Él compuso una canción que decía “El amor, el amor y el amor” y era con ésta con la que siempre participaba. Entre las canciones que le gustaban estaba la llamada “Celebration”, cada vez que escuchaba una melodía que le gustaba le decía a sus hermanas “Bailemos ésa.” Abel, en el momento de ser secuestrado, era compañero sentimental de Irma Marilú Hicho, estudiante del Instituto de Señoritas Belén y miembro del Movimiento estudiantil, que años después de la desaparición de Abel fue secuestrada. Ella apoyó
a María en las diligencias realizadas para la aparición y esclarecimiento del secuestro. Fue la única novia que le conocieron y era bienvenida en la casa, asegura Catalina que eran muy solidarios. Frecuentemente llegaba a la casa, ambas familias tenían buena relación, tanto con Irma como con Abel. 
UNA FOTO ESPECIAL
Un día María le contó a Abel que tenía un sentimiento de culpa, creía que no
había cumplido con su rol materno respecto a sus hermanos y hermanas, él le
respondió: "¿Sabes? Nunca sentí que yo no tenía mamá."

El resto de hermanos, si hicieron algo por encontrar a Abel, fue por su lado; su pérdida fue la pérdida más grande que han tenido. Una vez que él se fue, nadie volvió a hablar de nada, mientras tanto, María dice “Yo me sentía mutilada como hermana, como si hubiera sido su mamá, como si yo hubiera sido toda una familia porque nunca más nadie volvió a hablar de él y de lo que sucedió. Tal vez esto se deba a que es una forma de defensa, de higiene mental ¡No sé! Pero hasta hoy no hemos podido hablar. Nadie me preguntó cuándo fue el último día que lo ví”; sin embargo, ella reconoce que cuenta con el recurso de las lágrimas Para el grupo familiar, fue un acontecimiento muy doloroso, devastador y los marcó, al punto que sólo después de dos décadas volvieron hablar del suceso.

En el caso de María no quiso asistir cuando se hizo lo de la Recuperación de la Memoria Histórica,
ni cuando la Comisión del Esclarecimiento Histórico, ya que no soportaba ese dolor.
En lo relacionado a los demás hermanos, de igual manera les afectó ya que el haber crecido solos fue determinante, pero en especial a Juan de Dios quien era dos años mayor que él, ya que eran muy unidos y de la misma forma a todos, no sólo emocionalmente sino que también en su seguridad, por ser hermanos de Abel, recordando que en ese tiempo no se tenía que estar involucrado para ser blanco de la represión, lo que influyó a que la familia se desintegrara, ya que dos de sus hermanos emigraron a EEUU, siendo sólo las mujeres las que se quedaron aquí, hasta la actualidad
Después de la desaparición de Abel, María intentó darle todas sus cosas, sus libros, música y a su hermano Juan de Dios, que era con el que habían sido muy unidos, él furioso por la frustración de no haber podido hacer nada, le dijo que prefería no
quedarse con nada.

EL APOCALIPSIS
Para la CEEM y la AEEN el secuestro de los principales dirigentes, constituye un descabezamiento, teniendo como efecto un gran rechazo y a la vez un clima de terror dentro de la dirigencia estudiantil, lo que provoca la radicalización del movimiento, hacia la lucha armada y a la clandestinidad, puesto que en la lucha
abierta y pública se cerraban los espacios. Y se vio a toda la dirigencia como reclutadores de la insurgencia.
Se volvió imposible el cambio generacional, desde el asesinato de gente como Manuel Colom Argueta, Alberto Fuentes Mohr y otros, ya que esa era una generación de relevo de los que estaban en primera línea. Luego, con la caída de los compañeros, hubo todo un salto convirtiéndose en un problema para el Movimiento Social Guatemalteco, tomando en cuenta la edad de éstos, quienes serían la vanguardia.
Toda esta política contrainsurgente priva de líderes académicos y políticos, dejando sin actores a los diferentes ámbitos de la sociedad y además genera una cultura, o mejor dicho una contracultura de la violencia, lo que conlleva la desvalorización de
la vida humana, lo que determina que se utilice el recurso a la violencia para resolver problemas, en lugar del dialogo, en lugar de la participación, en lugar de la penalización institucional. Dando continuidad al retraso en el desarrollo del conjunto de la sociedad que venía de 1954, porque se utiliza el recurso violento como práctica cotidiana para la resolución de conflictos.

Una particularidad especial de esta dirigencia estudiantil es que no sólo se destacó por sus demandas, sino también por su entrega al estudio, ya que constituían grupos de estudio, en donde la exigencia era grande por destacar en los dos ámbitos.
http://www.odhag.org.gt/pdf/Era%20tras%20la%20vida.pdf